Capítulo 2

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Lalisa

Está aquí. Justo aquí, de pie en mi estudio, mirando mí arte. Nunca pensé que la vería de nuevo. Estuve tan convencida de que la probabilidad de que nuestros caminos se cruzaran otra vez sería mínima, que ni siquiera puedo recordar la última vez que pensé en ella.

Pero aquí está, frente a mí. Quiero preguntarle si me recuerda, pero sé que no lo hace. ¿Cómo podría cuando ni siquiera intercambiamos palabras?

Sin embargo, yo la recuerdo. Recuerdo el sonido de su risa, su voz, su pelo, a pesar de que su pelo solía estar mucho más corto. Y a pesar de que sentía como si la conociera en ese entonces, nunca conseguí mirar detenidamente su rostro. Ahora que la estoy viendo de cerca, tengo que esforzarme para no mirarla demasiado. No a causa de su modesta belleza, sino porque es exactamente como imaginé que se vería de cerca. Traté de pintarla una vez, pero no podía recordar lo suficiente sobre ella para terminarla. Tengo la sensación de que lo intentaré de nuevo después de esta noche. Y ya sé cómo voy a llamar a la pintura Más De Uno.

Mueve su atención a otra pintura y aparto la mirada antes de que me atrape observándola. No quiero que parezca demasiado obvio que estoy tratando de averiguar qué colores mezclar para crear la tonalidad de su tono de piel, o si voy a pintarla con el pelo recogido o suelto.

Hay tantas cosas que debería estar haciendo en este momento que no sea mirarla. ¿Qué debería estar haciendo? Ducharme. Cambiarme. Preparándome para todas las personas que están a punto de presentarse en las próximas dos horas.

—Tengo que tomar una ducha rápida —digo.

Se da la vuelta, rápido, como si la hubiera sorprendido.

—Siéntete libre de mirar los cuadros. Voy a repasar todo lo demás cuando acabe. No tardaré.

Asiente y sonríe, y por primera vez pienso, ¿Cuál Hannah?

Hannah, la última chica que contraté para ayudarme. Hannah, la chica que no podía soportar estar en segundo lugar en mi vida. Hannah, la chica que terminó conmigo la semana pasada.

Espero que Jennie no sea como Hannah.

Había tantas cosas que no me gustaban de ella, y así no es como debe ser. Hannah me decepcionaba cuando hablaba, por lo que pasamos mucho de nuestro tiempo juntas sin hablar. Y siempre, siempre hizo un punto en decirme que su nombre, cuando se deletreaba al revés, todavía era Hannah.

—Un palíndromo —le dije la primera vez que me lo dijo. Me miró, perpleja, y fue entonces cuando supe que nunca podría amarla. Qué desperdicio de palíndromo era esa Hannah.

Pero ya puedo ver que Jennie no es como Hannah. Puedo ver las capas de profundidad en sus ojos. Puedo ver la forma en que mi arte la mueve mientras se concentra en él, ignorando todo lo demás a su alrededor. Espero que no sea como Hannah en absoluto. Ya se ve mejor en la ropa de Hannah de lo que ella alguna vez lo hizo.

Hizo*. Otro palíndromo, pero en inglés.

Entro en el baño y miro su ropa, y quiero llevársela de vuelta. Quiero decirle que no importa, que quiero que lleve su propia ropa esta noche, no la ropa de Hannah. Quiero que sea ella misma, que esté cómoda, pero mis clientes son ricos y de élite y esperan faldas negras y camisas blancas. No vaqueros azules y esta blusa rosa (¿es rosa o rojo?) que me hace pensar en la señora Dennis, mi profesora de arte de la escuela secundaria. Una mujer originaria de Norteamérica.

La señora Dennis amaba el arte. La señora Dennis amaba a los artistas. Y un día, después de ver lo increíblemente talentosa que era con el pincel, la señora Dennis me amó. Su camisa era de color rosa o rojo, o tal vez ambas cosas, ese día, y eso es lo que recuerdo cuando miro la blusa de Jennie, porque ¿Cuál señora Dennis?

CONFESS || JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora