Capítulo 3

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Jennie

La vida es extraña.

No tengo ni idea de cómo pasé de trabajar en el salón esta mañana, a tener un puesto en una oficina de abogados en la tarde, a trabajar en un estudio de arte en la noche, y a entrar en un bar por primera vez en mi vida.

Me sentía muy avergonzada como para decirle a Lalisa que nunca he estado en un bar, pero estoy bastante segura de que lo notó por mi vacilación en la puerta. No sabía qué esperar cuando entramos porque todavía no tengo veintiún años. Se lo recordé a Lalisa, ella sacudió la cabeza y me dijo que no lo mencionara si Roseanne pedía identificación. —Sólo dile que la dejaste en el estudio y voy a responder por ti.

Definitivamente no esperaba que un bar se viera así. Imaginé bolas de discoteca y una pista de baile enorme y redonda, y a John Travolta. En realidad, este bar es mucho menos dramático de lo que imaginaba. Es tranquilo, y probablemente podría contar el número de ocupantes con las dos manos. Hay más mesas cubriendo el suelo que espacio para bailar. Y no hay ninguna bola de discoteca a la vista. Eso me decepciona un poco.

Lalisa se abre camino entre unas pocas mesas hasta que llega al fondo de la habitación con poca luz. Saca un taburete y me gesticula para que me siente mientras ella toma el que se encuentra al lado.

Hay una chica en el otro extremo de la barra que nos mira mientras tomo asiento, y me imagino que esa es Roseanne. Ella parece tener unos veintitantos y su lindo cabello rubio está atado en una perfecta coleta. La combinación de su piel clara ligeramente bronceada y el hecho de que hay uno que otro canguro y koala en los carteles en este lugar, hace que me pregunte si es australiana o si sólo desea serlo.

Sé que no debería sorprenderme que esta mujer sea dueña de un bar y aparente ser tan joven, porque si todo el mundo por aquí se parece un poco a Lalisa, esta ciudad debe estar llena de jóvenes empresarias. Genial. Me hace sentir incluso más fuera de lugar.

Roseanne asiente en dirección a Lalisa y luego me echa un vistazo brevemente. Ella no mira mucho, y luego sus ojos regresan a Lalisa con una mirada perpleja. No sé qué es lo que confunde tanto a esta chica, pero mi acompañante ignora su mirada y se vuelve hacia mí.

—Estuviste genial esta noche —dice. Su barbilla descansa en su mano y está sonriendo. Su elogio me hace sonreír también, o tal vez es simplemente ella, que posee un estilo encantador e inocente. La forma en que sus ojos se arrugan en las esquinas logra que su sonrisa parezca más genuina que las de otras personas.

—Tú también. —Ambas continuamos sonriéndonos y me doy cuenta que a pesar de que los bares no suelen ser mi ambiente, en realidad me divierto. No lo he hecho en mucho tiempo, y no sé por qué Lalisa parece sacar un lado completamente diferente de mí, pero me gusta. También sé que en este momento deberíamos centrarnos en muchas otras cosas, pero es una noche. Una bebida. ¿Qué daño puede hacer?

Pone el brazo en la barra y gira su silla hasta que me enfrenta por completo. Hago lo mismo, pero las sillas quedan muy cerca y nuestras rodillas terminan superpuestas. Se acomoda hasta que una de las mías se encuentra entre las suyas, y una de la suyas, entre las mías. No nos encontramos demasiado cerca y no es como si estuviéramos frotándonos las piernas, pero definitivamente nos tocamos, y es un modo un poco íntimo de estar sentado con alguien que apenas se conoce. Baja la mirada a las piernas.

—¿Estamos coqueteando?

Ahora nos miramos otra vez y las dos seguimos sonriendo, y me doy cuenta que al parecer ninguna de nosotras ha dejado de sonreír desde que salimos de su estudio.

Niego con la cabeza. —No sé cómo coquetear.

Baja la mirada a las piernas y está a punto de hacer un comentario justo cuando Roseanne se acerca a nosotras. Ella se inclina hacia adelante y apoya casualmente los codos en la barra, poniendo su atención en Lalisa.

CONFESS || JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora