Jennie
—¿Quieres más?
Sonrío y le digo a la camarera—: Claro. —Aunque sé que no necesito más. Debería simplemente irme, pero todavía hay una pequeña parte de mí que espera que Sunghee aparezca. Seguro que no se le olvidó.
Me debato si enviarle o no otro mensaje de texto. Tiene más de una hora tarde y yo me encuentro aquí sentada, esperando patéticamente, con la esperanza no quedarme plantada.
No es que ella sea la primera persona en dejarme plantada. Ese premio es para Lalisa Pranpriya Manoban.
Debería haberlo sabido. Debería haber estado preparada para ello. Esa noche entera con ella parecía demasiado buena para ser verdad, y el hecho de que no he sabido nada de ella después de tres semanas completas sólo demuestra que mi decisión de renunciar a cualquier tipo de cercanía "romántica" con cualquier persona fue la más inteligente.
Sin embargo, todavía pica. Me duele como el infierno, porque cuando salió por mi puerta esa noche del jueves, me sentí muy esperanzada. No sólo por conocerla, sino porque me hizo pensar en que Busan no sería del todo malo. Pensé que tal vez por una vez, las cosas saldrían a mi manera y el karma sería indulgente.
Por mucho que dolía darse cuenta de que ella estaba llena de mierda, ser plantada por Sunghee duele un poco más de lo que sentí por Lalisa, porque al menos Lalisa no me dejó plantada en mi cumpleaños.
¿Cómo podría olvidarlo?
No voy a llorar. No voy a hacerlo. He derramado suficientes lágrimas por esa mujer y no me causará más.
La camarera está de vuelta en la mesa, rellenando mi bebida. Mi bebida no alcohólica.
Estoy bebiendo un patético refresco, sentada sola en un restaurante, siendo plantada por segunda vez este mes, y es mi vigésimo primer cumpleaños.
—Tomaré la factura —le digo, derrotada. La camarera me da una mirada de lástima, dejando ya la factura sobre la mesa. Pago y me voy.
No me gusta que todavía tengo que pasar por su estudio de camino a casa desde el trabajo. O en este caso, de camino a casa luego de ser olvidada. A veces la luz está encendida en su departamento del segundo piso y me da el impulso de incendiar el lugar.
En realidad no. Eso es un poco duro. No quemaría su bello arte.
Sólo a ella.
Cuando llego a su edificio, me detengo y lo miro. Quizás vale la pena caminar un bloque o dos a partir de ahora, sólo para que nunca tenga que pasar por aquí de nuevo. Antes de reencaminarme, tal vez debería dejar una confesión. He querido dejar una durante tres semanas y esta noche todo se ha alineado perfectamente para mí para que finalmente esté enojada lo suficiente como para hacerlo.
Camino a la puerta de su edificio y me quedo mirando la ranura mientras meto la mano dentro de mi bolso y saco un lapicero. No tengo ningún papel, así que busco alrededor hasta que encuentro el recibo de la fantástica cena de cumpleaños que acabo de compartir conmigo misma. Le doy la vuelta y pongo el recibo en la ventana y comienzo mi confesión.
Conocí a esta gran chica hace tres semanas. Me enseñó a bailar, me recordó lo que se sentía coquetear, me acompañó a casa, me hizo sonreír, y entonces ¡ERES UNA IMBÉCIL, LALISA!
Presiono el botón en el extremo del lapicero para retractarlo. Lo guardo de nuevo en mi bolso. Por extraño que parezca, dejar eso en el papel realmente me hizo sentir un poco mejor. Empiezo a doblar el recibo pero vuelvo a poner como estaba y recupero mi lapicero con el fin de añadir otra frase.
PD: Tus iniciales son tan estúpidas.
Mucho mejor. Deslizo la confesión a través de la ranura antes de que tenga suficiente tiempo para pensar en ello. Me alejo unos pasos del edificio y me despido.
Me dirijo hacia mi apartamento y mi teléfono suena. Lo saco y abro mi mensaje de texto.
Sunghee: ¡Lo siento! Me distraje y ha sido un día tan loco. Espero que no hayas esperado mucho tiempo. Regreso a Daegu en la mañana, pero estarás en la cena del domingo, ¿verdad?
Leo el texto y todo lo que puedo pensar es, perra, perra, perra, perra.
Soy tan inmadura. Pero vamos, ¿que ni siquiera podía decirme feliz cumpleaños?
Dios, me duele el corazón.
Empiezo a poner el teléfono en el bolsillo cuando suena de nuevo. Tal vez se acordó de que era mi cumpleaños. Al menos se sentirá un poco culpable por ello. Tal vez no debería haberla llamado perra.
Sunghee: La próxima vez, me recuerdas antes que tenga que estar allí. Sabes que tengo las manos llenas.
Perra, perra, perra, grande y enorme perra.
Aprieto los dientes y grito de frustración. No puedo ganarle. Nunca voy a ganarle.
No puedo creer que estoy a punto de hacer esto, pero necesito una copa. Una bebida alcohólica. Y por suerte para mí, sé exactamente dónde conseguir una.
***
—Mentiste.
Roseanne está mirando mi identificación.
Supongo que sólo se dio cuenta de que hoy es mi cumpleaños y no tenía en absoluto veintiún años cuando entré aquí con Lalisa por primera vez.
—Lalisa me hizo hacerlo.
Roseanne niega con la cabeza y me regresa mi ID. —Lisa hace un montón de cosas que definitivamente no debe hacer. —Limpia el bar entre nosotras y lanza el trapo a un lado, pero estoy esperando a que complete ese comentario—. Entonces, ¿qué va a ser, señorita Kim? ¿Jack y coca-cola de nuevo?
Inmediatamente niego con la cabeza. —No, gracias. Algo un poco menos fuerte.
—¿Margarita?
Asiento.
Se gira para hacer mi primera bebida alcohólica legalmente ordenada. Espero que le ponga a uno de esos pequeños paraguas en ella.
—¿Dónde está Liz? —pregunta.
Tardo un segundo en caer en cuenta quien es Liz.
Ruedo los ojos. —¿Luzco como el guardián de Lalisa? Probablemente está en Hannah.
Roseanne se da vuelta, con los ojos abiertos. Me encojo de hombros por mi insulto y se ríe antes de volver su atención a mi bebida. Cuando la termina, la pone en la barra delante de mí. Empiezo a fruncir el ceño, pero alcanza a su derecha, arranca un paraguas de un tarro, y lo coloca en la bebida. —Mira cómo te gusta.
Llevo la margarita a mis labios y lamo la sal primero, y luego tomo un sorbo. Mis ojos se iluminan, porque esto es mucho mejor que la mierda que Lalisa ordenó para mí. Asiento y con el movimiento le indico que vaya y me haga otra.
—¿Por qué no terminas esa primero? —sugiere.
—Otra —le digo, limpiándome la boca—. Es mi cumpleaños y soy una adulta responsable que quiere dos bebidas.
Sus hombros se elevan con su ingesta de aliento y niega con la cabeza; algunos mechones sueltos de su cabello rubio golpean su cara, pero hace lo que le pido. Lo cual es bueno, porque tan pronto como termina de hacer mi segunda, estoy ordenando una tercera. Porque puedo. Porque es mi cumpleaños y estoy sola, y Seúl se encuentra en la parte superior del país e hice mi camino hasta aquí abajo, todo el camino hasta la parte inferior y, ¡Lalisa Pranpriya Manoban es una enorme imbécil!
Y Sunghee una perra.
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CONFESS || JENLISA
Fanfiction𝓙𝓮𝓷𝓛𝓲𝓼𝓪| "Donde el confesar podría ser mucho más destructivo que el pecado mismo". Esta es una ADAPTACIÓN, la historia no es mía.