Lalisa
—Hay alguien aquí que te pertenece.
Me toma unos segundos ajustarme a la llamada telefónica en mitad de la noche. Me siento en la cama y froto los ojos. —¿Rosie?
—¿Estás dormida? —Suena sorprendida—. Ni siquiera es la una de la mañana.
Columpio mis piernas a un lado de la cama y presiono la palma de mi mano en mi frente. —Ha sido una semana difícil. No he dormido mucho. —Me levanto y busco mis vaqueros—. ¿Por qué me llamas?
Hay una pausa y oigo un ruido que viene de su lado de la línea. —¡No! ¡No puedes tocar eso! ¡Siéntate!
Pongo el teléfono lejos de mi oído para salvar mi tímpano. —Liz, es mejor que traigas tu bonito trasero aquí. Cierro en quince minutos y ella no toma muy bien el último aviso.
—¿De qué estás hablando? ¿De quién estás hablando?
Y entonces lo comprendo.
Jennie.
—Mierda. Ya voy para allá.
Rosé cuelga sin decir adiós y estoy arreglándome lo más rápido posible mientras me dirijo hacia abajo.
¿Por qué estás allí, Jennie? ¿Y por qué estás sola?
Llego a la puerta principal y pateo algunas de las confesiones que se han acumulado en frente para sacarlas del camino. En promedio hago unos diez durante los días de semana, pero el tráfico del centro se triplica los sábados. Por lo general las pongo a todos en una pila hasta que estoy lista para comenzar una nueva pintura antes de que las lea, pero una de las confesiones en el suelo me llama la atención. Me fijo en ella porque tiene mi nombre, así que la recojo.
Conocí a esta gran chica hace tres semanas. Me enseñó a bailar, me recordó lo que se sentía coquetear, me acompañó a casa, me hizo sonreír, y entonces ¡ERES UNA IMBÉCIL, LALISA!
PD: Tus iniciales son tan estúpidas.
Las confesiones se supone que sean anónimas, Jennie. Esta no es anónima. Por mucho que me quiera reír, su confesión también me recuerda lo mucho que le fallé y como probablemente soy la última persona que quiere ver yendo a rescatarla en un bar.
Cruzo la calle de todos modos y abro la puerta, de inmediato comienzo a buscarla. Rosé nota que me acerco y asiente con la cabeza hacia el baño. —Se está escondiendo de ti.
Me agarro la nuca y miro en dirección de los baños. —¿Qué está haciendo aquí?
Rosé levanta los hombros en un encogimiento. —Celebrando su cumpleaños, supongo.
Tienes que estar bromeando. ¿Podría sentirme más que una mierda?
—¿Es su cumpleaños? —Comienzo mi camino hacia el cuarto de baño—. ¿Por qué no me llamaste antes?
—Me hizo jurar que no lo haría.
Golpeo la puerta del baño, pero no obtengo respuesta. Poco a poco la abro e inmediatamente veo a sus pies que sobresalen del último cubículo.
Mierda, Jennie.
Me apresuro a donde está, aunque me detengo rápidamente cuando veo que no se desmayó. De hecho, está completamente lúcida. Se ve un poco demasiado cómoda para alguien tirado en el baño de un bar. Descansa su cabeza contra la pared del cubículo, mirándome desde abajo.
ESTÁS LEYENDO
CONFESS || JENLISA
Fanfiction𝓙𝓮𝓷𝓛𝓲𝓼𝓪| "Donde el confesar podría ser mucho más destructivo que el pecado mismo". Esta es una ADAPTACIÓN, la historia no es mía.