Capítulo 18

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Lalisa

Debí haber sabido que cuando me despertara, ella ya no estaría. Anoche sentí su angustia cuando simplemente pensaba en tener que despedirse, así que no me sorprende el hecho de que se haya ido antes de hacerlo.

Lo que sí me sorprende es la confesión que se encuentra sobre la almohada junto a mí. La levanto para leerla, pero no antes de moverme a su lado de la cama. Aún puedo olerla aquí. Abro el pedazo de papel doblado y leo las palabras.

Siempre pensaré en lo de anoche, Lisa. Incluso cuando no debería.

Mi mano cae sobre mi pecho, a la altura del corazón, y aprieto el puño.

Ya la extraño tanto que duele, y probablemente solo ha pasado una hora desde que se fue. Leo su confesión varias veces más. Fácilmente es mi confesión favorita hasta ahora, pero también la más dolorosa.

Camino a mi taller, y arrastro el lienzo con su retrato sin terminar hacia el medio de la habitación, instalándolo. Reúno todos los artículos que necesitaré, y me detengo frente a su pintura. Bajo la mirada hasta su confesión, imaginando exactamente cómo debió verse cuando la escribió, y por fin tengo la inspiración que necesito para terminar el retrato.

Tomo mi pincel, y la pinto.

***

No estoy segura de cuánto tiempo ha pasado. Un día. Dos. Creo que me detuve al menos tres veces para comer. Afuera está oscuro, eso es lo único que sé.

Pero terminé al fin.

Es raro cuando siento que alguna de mis pinturas llega a la línea final. Siempre hay algo más que quiero añadirles, como algunas pinceladas u otro color. Pero en cada pintura llego a un punto en el que simplemente tengo que detenerme y aceptarla por lo que es.

Me encuentro en ese punto con esta pintura. Probablemente es la más realista que alguna vez haya puesto sobre un lienzo.

Su expresión es exactamente como quiero recordarla. No es una expresión de felicidad. De hecho, luce un poco triste. Quiero creer que es la misma mirada que tendrá en su rostro cada vez que piense en mí. Una mirada que revele lo mucho que me extraña. Incluso cuando no debería.

Arrastro la pintura a un espacio contra la pared. Encuentro la confesión que me dejó esta mañana en la almohada y la coloco junto a su rostro. Saco la caja de confesiones que me ha estado dejando en las últimas semanas, y las añado todas alrededor de su pintura.

Me echo hacia atrás y miro fijamente el único pedazo que me queda de ella.

***

—¿Qué sucedió entre Jennie y tú? —pregunta Rosé.

Me encojo de hombros.

—¿Lo normal?

Sacudo la cabeza. —Ni siquiera cerca.

Enarca una ceja. —Wow —dice—. Eso es nuevo. Estoy muy segura que quiero escuchar el resto de esta historia. —Toma otra cerveza y la desliza a lo largo del bar hacia mí. Se inclina y levanta la tapa—. Aunque dame la versión resumida. Cierro en unas horas.

Me río. —Eso es fácil. Ella es la razón de todo, Rosie.

Me mira confundida.

—Dijiste resumida —le digo—. Esa es la versión resumida.

Mi amiga sacude la cabeza. —Bueno, en ese caso, cambié de opinión. Quiero la versión detallada, la versión extremadamente detallada.

Sonrío y miro mi teléfono. Ya son pasadas las diez. —Quizá la próxima vez. Ya he estado aquí por dos horas. —Pongo dinero sobre la mesa y tomo un último sorbo de cerveza. Me despide con la mano mientras me giro para dirigirme a mi estudio. La pintura que terminé de ella temprano, ya debería estar casi seca. Creo que ésta podría ser la primera pintura que colgaré en el área del dormitorio de mi apartamento.

Saco las llaves de mi bolsillo y la deslizo en la puerta, pero no se encuentra cerrada.

Sé que la cerré. Nunca salgo de aquí sin cerrarla con llave.

Abro la puerta, y en el segundo en que lo hago, todo mi mundo se detiene. Miro hacia mi izquierda. A la derecha. Entro al estudio y me giro alrededor, mirando fijamente el daño que le han hecho a todo lo que tengo. Todo por lo que he trabajado.

Pintura roja cubre las paredes, el piso, y cada una de las pinturas en toda el área de abajo. Lo primero que hago es correr hasta una de las pinturas más cercanas a mí. Toco la pintura chorreada a lo largo del lienzo y me puedo dar cuenta que ya se está secando. Probablemente se ha estado secando desde hace una hora. Quienquiera que haya hecho esto, estuvo esperando a que saliera del estudio esta noche.

Tan pronto como Dakho viene a mi mente, ahí es cuando el verdadero pánico me invade, inmediatamente subo las escaleras y me dirijo directo a mi taller. Tan pronto como abro la puerta, me inclino y presiono las manos contra mis piernas. Exhalo profundamente, aliviada.

No la tocaron.

Quien sea que haya estado aquí, no tocó la pintura que hice de ella. Luego de que me permito unos minutos para recuperarme, me levanto y camino hacia su pintura. Incluso aunque no fue tocada, algo está distinto.

Algo no está bien.

Y ahí es cuando recuerdo la confesión que me dejó en la almohada.

Ya no está.






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CONFESS || JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora