Capítulo 12

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Lalisa

Debí haberle dicho. Al segundo en que fui liberada de la detención, debí haber ido directamente hacia su apartamento y decirle todo.

He estado paseando por el piso del estudio aproximadamente durante una hora. Sólo paseo cuando estoy enojada, y ahora mismo no estoy segura si alguna vez he estado así de enojada. Voy a abrir un agujero en este suelo si no me detengo.

Sé que para estas horas ya habrá leído mi mensaje. Han pasado aproximadamente dos horas desde que lo dejé en su almohada y estoy comenzando a pensar que ya se ha dado por vencida conmigo. No la culpo. Por mucho que quiera convencerla de que Dakho no es bueno para ella y que no soy tan mala como ahora cree que soy, tengo la sensación de que ni siquiera tendré esa oportunidad. Quién sabe lo que le han dicho de mí a estas alturas.

Justo cuando comienzo a dirigirme hacia las escaleras, escucho un toque en la puerta de cristal. No corro abrir la puerta. Vuelo.

Cuando abro la puerta, sus ojos se encuentran con los míos brevemente antes de que mire nerviosamente por encima de su hombro. Agarra la puerta y rápidamente entra, cerrándola detrás de ella.

Odio eso. Odio que esté asustada de estar aquí y asustada de quien podría haberla visto entrar.

No confía en mí.

Se da la vuelta y me enfrenta, y odio la decepción que inunda sus ojos ahora mismo.

Necesitamos hablar y no quiero hacerlo aquí mismo, así que extiendo mi mano a su alrededor y le paso el seguro a la puerta. —Gracias por venir.

No responde. Espera a que yo diga algo más.

—¿Vendrías al piso de arriba conmigo?

Mira hacia el pasillo por encima de mi hombro y asiente. Me sigue a través del estudio y hacia mi apartamento. Es una locura lo diferente que son las cosas entre nosotras ahora. Hace dos horas, todo era perfecto. Y ahora...

Es increíble cuanta distancia puede crear una verdad entre dos personas.

Camino hacia la cocina y le ofrezco algo de tomar. Quizás si le sirvo un trago, la conversación podría durar más tiempo. Hay tanto que quiero y necesito explicar, si tan solo me diera esa oportunidad.

No quiere un trago.

Está de pie en el medio de la cocina y parece como si tuviera miedo de acercarse a mí. Sus ojos vagan por la cocina como si nunca hubiese estado aquí antes. Puedo ver la mirada en su rostro. Me ve diferente ahora que lo sabe.

En silencio la observo apreciar la cocina durante un rato. Eventualmente sus ojos se encuentran con los míos nuevamente, y hay una larga pausa antes de que se arme de coraje para preguntarme lo que vino a averiguar.

—¿Eres una adicta, Lisa?

No le da muchas vueltas al asunto en absoluto. Su franqueza me hace estremecer, porque nada es una simple repuesta de sí o no. Y no parece querer esperar por explicaciones por la forma en que mira la escalera.

—Si digo que no, ¿siquiera marcaría una diferencia para nosotras?

Me evalúa en silencio durante varios segundos, y luego sacude la cabeza. —No.

Tenía la sensación de que esa sería su respuesta. Y de repente, ya no siento la necesidad de explicarle mi versión de la situación. ¿Cuál sería el punto cuando mi respuesta no tiene importancia? Decirle la verdad podría simplemente complicar aún más las cosas.

—¿Irás a la cárcel? —Pregunta—. ¿Es por eso que dijiste que te vas a mudar?

Inclino la botella y me sirvo una copa de vino. Tomo un largo y lento sorbo antes de responderle con un asentimiento. —Probablemente. Es mi primer delito, así que dudo que esté lejos por mucho tiempo.

Exhala y cierra los ojos. Cuando los abre de nuevo, está mirando sus pies. Sus manos se mueven hacia sus caderas y continúa evitando hacer contacto visual conmigo. —Quiero la custodia de mi hija, Lisa. Ellos te usarán en mi contra.

—¿Quiénes son ellos?

—Sunghee y Dakho. —Levanta la mirada hacia mí ahora—. Nunca confiarán en mí si saben que estoy involucrada contigo de alguna manera.

Esperaba una despedida cuando se apareció aquí, pero no esperaba el dolor que vendría junto con sus palabras. Me siento una estúpida por no pensar en cómo esto la afectaría. He estado tan preocupada en lo que ella pensaría de mí cuando lo descubriera, que realmente no se me ocurrió hasta hace un momento que la relación con su hija podría estar en peligro.

Me sirvo otra copa de vino. Probablemente no es una buena idea que ella presencie que me ahogue en vino ahora que sabe acerca de mi expediente de detenciones.

Espero que se dé vuelta y se vaya ahora, pero no lo hace. En cambio, toma un par de lentos pasos hacia mí. —¿Te dejarán elegir rehabilitación, en su lugar?

Me tomo la segunda copa de vino. —No necesito rehabilitación. —Coloco la copa en el fregadero.

Puedo ver la decepción hacerse cargo. Estoy familiarizada con esa mirada. La he visto lo suficiente hasta ahora para saber lo que significa, y no me gusta que sus sentimientos hayan cambiado tan rápidamente de quererme a sentir lástima por mí.

—No tengo problemas con las drogas, Jennie. —Me inclino hacia delante hasta que estamos justo a treinta centímetros de distancia—. Con lo que tengo un problema es con el hecho de que pareces estar involucrada con Dakho. Puede que yo sea la que tiene antecedentes penales, pero es él con quién deberías tener cuidado.

Se ríe por lo bajo. —Es un policía, Lisa. Tú eres la que va ir a la cárcel por posesión de drogas. ¿En cuál de ustedes debería confiar?

—En tus instintos —digo inmediatamente.

Baja la mirada hacia sus manos, cruzadas sobre la barra. Junta las yemas de sus dedos pulgares. —Mi instinto es hacer lo que es mejor para mi hija.

—Exactamente —le digo—. Por eso es que te digo que confíes en tus instintos.

Me mira, y puedo ver el dolor en sus ojos. No debí sacarle este tema, lo sé. Sé exactamente lo que está sintiendo cuando me mira. Frustración, decepción, ira. Lo veo cada vez que me miro en el espejo.

Camino alrededor de la barra y la tomo por la muñeca. Tiro de ella hacia mí y envuelvo mis brazos a su alrededor. Durante unos pocos segundos, me lo permite. Pero luego se aleja con una firme sacudida de cabeza. —No puedo.

Sólo son dos palabras, pero sólo significan una cosa.

El final.

Se da la vuelta y se dirige directamente hacia las escaleras.

—Jennie, espera —grito detrás de ella.

No se detiene. Llego a la cima de las escaleras y escucho mientras sus pasos resuenan a través del estudio. Así no es cómo se supone que debe terminar. Me niego a dejarla ir de esta manera, porque si se va con esta sensación, le será más fácil nunca regresar.

Inmediatamente desciendo las escaleras y corro tras ella. La alcanzo justo cuando su mano encuentra la cerradura en la puerta principal del estudio. Alejo su mano y la hago girar, y luego presiono mi boca contra la suya.

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Mi navidad esta siendo un asco, pero espero que la de ustedes este siendo muy linda, ah.

¡Disfruten este capítulo!

CONFESS || JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora