Once: fácil cabalgar sobre hielo II

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El aire frio me golpea el rostro, mis mejillas se encuentran sonrojadas, al igual que mi cuello, Adam me da una pequeña, peligrosa sonrisa antes de hablar, en sus ojos no se ve remordimiento hacia lo que esta por decir, tampoco se siente mal por haberme hablar del modo en que lo hace, ¿hasta cuanto debo soportar por esta mentira?

En estos momentos prefiero que me tachen de zorra que quedarme junto a Adam.

—Por la misma razón por la que me acerque la primera vez – habla y poniendo el casco sobre su muslo, relame su labio inferior y dice – la idea, la satisfacción de destruirte hace que este a tu lado Sabrina, esto no es amor, cariño o gustar. Es solo sexo y el deseo de verte de rodillas, suplicando perdón.

—¿Por qué me odias tanto? – pregunto confundida y él se hecha a reír de mí, alzando su ceja derecha, veo el brillo en su mirada.

—Conoces la razón, revisa un poco tu historial de crímenes y descubrirás la verdad, sino quieres subirte, es tu problema. Luego no me culpes si te ponen de nuevo en las vías del tren, espero que esta vez te dejen sin cabeza.

Estoy por hacer otra pregunta y él arranca, dejándome sola. Con frio, asustada y desolada en la mitad de la calle.

***

Mi celular vibra constantemente, ruedo los ojos, lo ignoro y sigo cantando aquella canción boba que sonaba en la radio toda la semana, cuando las puertas del ascensor se abren en el pasillo, saludo a dos vecinas que están por subirse a él. No pienso en Adam, no pienso en el odio que el mundo experimenta hacia mí. Simplemente dejo mi mente en blanco.

Desde muy pequeña siempre le he tenido miedo a la soledad y a la oscuridad, por eso casi siempre duermo con una lampara o me la paso con Selena, sin embargo, los últimos días desde lo de Aaron y Tomas siento una ansiedad y un sentimiento de persecución que hace que prefiera estar acompañada en todo momento, tengo ese temor, miedo de que alguien me arrastre hacia un largo o intenten matarme. Como dicen por allí: quien más daño a hecho, es quien más le teme a la muerte.

Por eso los últimos días me he integrado con mis compañeros de clase, no me interesa nada de ellos, pero los necesito para estar segura en la universidad lucir como una mujer normal.

Se de ante mano los sentimientos que causo hacia las otras personas, sé que mucha gente me odia, que a muchas las desagrado y que algunas pagarían lo que fuera por quitarme la sonrisa de la cara y mi querido novio, examigas y excompañeros. Aunque no quiera pensar en la persona que me arrastro a las vías del tren con Aaron o la que me envía los mensajes lo hago, ¿Qué se de esta persona? Puede ser cualquiera, en mi poder tengo secretos tan valiosos que personas muy peligrosas harían lo que fuera por acabarme, lo que menos necesito en estos momentos es que me corten la cabeza.

Por eso me hace tanto ruido de que Adam sea periodista y en algún momento haya sido parte de la hermandad, Adam no es tonto y sabrá muy bien como conectar mis miedos y secretos. Al parecer Adam sabe mucho mejor como esconder sus secretos que yo, porque los míos peligran, en manos de un desconocido y en las garras de mi novio.

Sabana tenía razón los secretos son la condena del alma y las mentiras el castigo que debemos pagar para sostener aquel engaño. Respiro hondo y abro la puerta de casa, la casa se encuentra complemente en oscuras, tal vez Sabana esta dormida y Azael haya salido, cualquier cosa puede ser posible, comienzo a encender las luces, me paralizo en mi lugar con mis dedos temblando sobre el interruptor.

Mi boca se abre y ningún sonido sale de esta, solo escucho el golpe de mi espalda chocando con la pared, mientras trago saliva y presiono mi mano con mi pecho. La vida y el modo en que ella suele pasar de tranquilidad a caos es impresionante, me quedo en silencio, paralizada en mi lugar, una voz me pide que corra y lo hago, intentando correr termino cayendo sobre un charco de algo viscoso que ensucia mi piel, grito, mientras gateo por ayuda.

Entre Las Sombras - Libro #1 Bilogia AS. COMPLETO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora