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Volví temprano a casa luego de la primera de las misas del día. Tenía que cocinar, si no mis padres me matarían por no cumplir con mis deberes. Parte del trato con mis padres para que me dejasen ser seguidora de Atenea era que debía cumplir con todas las obligaciones de mi hogar. A demás de solamente ir del templo a casa y vice versa.

No importaba cual fuera el precio a pagar por que me dejaran ser servidora de la Diosa, yo prefería esa vida a ser vendida al mejor postor. Para mis padres valía mas si un hombre o Dios deseaba comprarme, pues pagarían bien por mi según ellos. Pero al llegar a este acuerdo con Forcis y Ceto realmente descubrí que me gané a mi misma. Quizá no tenía muchas libertades pero me tenía a mí y mi fé en la Diosa de la justicia.

Llegué a casa y comencé con los deberes. Me percaté de que no se encontraban mis hermanas ni mi padre. Fui entonces a preparar la cena cuando Ceto de un ruido que me causo un susto se acercó a mi.

-¿Te asuste cariño?.- dijo mi madre acercándose a mi.

-Hola, si, un poco, pero estoy bien.- dije sonriendo y volviéndome a lo que estaba haciendo.

-¿Que es lo que pensabas?, tenías una enorme sonrisa en el rostro antes de que te asustara mi presencia.- mi madre podía ser muy meticulosa, ella era a quien más confianza le tenía, siempre había pensado que me valoraba mas que mi padre. Para él solo era mercancía, mientras que para mi madre era su hija.

-Solo, fue un buen día.- dije sonrojándose un poco al recordar al joven pesquero.

-Ya lo veo. Cuéntame.-dijo interesada Ceto.

-¿Se puede saber por qué?.- preguntaba mi madre curiosa.

-Hoy asistió a misa un joven pesquero.- le dije con un poco de miedo, pues sabía que me recordaría que no debía involucrarme con nadie, mucho menos un ser humano.

-Sabes lo que diré ¿cierto?.- preguntaba mi madre mirándome a los ojos.

-Si.- dije suspirando bajando la mirada. Mi madre tomo mi mentón y elevó mi rostro.

-Querida, no es nuestra intención que sufras, pero hiciste votos con Atenea, ella podría castigarte. Además, ¿no era eso lo que tú misma querías?.

-Si madre. No tengo intenciones de establecer ningún tipo de relación con él.- le dije pero algo en mi pecho se aplastó.

-De acuerdo, ahora, continúa con la cena si no quieres que tú padre se moleste y te castigue.- yo solo asentí y continúe mientras ella se alejaba para dejarme sola, a mi y mis vagos pensamientos.

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