C.23

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-Mil gracias Taro, la pasé increíble.- dije a mi amigo despidiéndome.

Me gire al pequeño Karim para darle un abrazo, para luego dirigirme a mi mejor amiga quien me esperaba.

-Gracias.- le dije.- Port todo.- le di un abrazo el cual correspondió de inmediato.

-Nada que agradecer. Cuidate, por favor Medusa, avisame cualquier cosa. Tienes tu casa aqui si te sientes en peligro.- me decia bajo mi amiga para que no la escucharan su esposo y su hijo.

-Gracias, y cuida bien a esos dos.- le dije sonriendo mirando a Karim jugar con su padre.

-Claro, ser madre es un gran trabajo querida.- decia a risas mi mejor amiga y reí a su vez

-Bien me voy.- dije despidiendome con un corto abrazo

-¡Medusa!.- gritaba mi amiga despues de que saliera de su carpa.

Me giré para mirarla.

-Agradece por mi a tu amigo el pesquero.- dijo con una gran sonrisa

-Claro, yo le diré.- contestaba

-Es muy atractivo.- me dijo sugerente con una sonrisa pícara

-Basta Amelia.- dije poniendo los ojos en blanco.

-Bueno si decides cambiar de opinion respecto a Atenea, ese chico se vería bien contigo.- dijo mi amiga y yo solo reí.

-Claro Amelia. Bueno me voy.- le dije

-Bien, cuidate mucho.- me decia mientras comenzaba a caminar.

Era tarde y sabía que comenzaba a llegar la hora en la que debía volver a casa pero solo me encontraba dando vueltas por la playa sin querer volver a aquel hogar del cual no me sentía parte.

-Te ves triste. Apagada.- me sorprendía la voz que ya reconocía perfectamente.

-Yo...- decía mientras ponía mi mano en mi pecho del susto.

-Lamento asustarte.- decia el joven mientras se acercaba con sus sonrisa pero al verme solo cambió de un rostro alegre a uno rígido.

-¿Que sucedió?.- preguntaba el chico sin acercarse un centímetro mas.

-Nada.- dije suspirando desviando mi vista de nuevo al inmenso oceano.

-Por favor Medusa.- decía con una voz neutra, una voz que no conocía. Una apagada sin chispa ni color, sin alegría ni dulzura como bien conocía.

Trate de contener las lágrimas pero solo logré que salieran mas de prisa. Baje la mirada y me tubé en la arena.

Sentí un cálido cuerpo cerca de mi sin alcanzar a tocarme, si quiera rozarme.

-Por favor.- decía bajo, con un tono preocupado.

-No quiero decirlo.- hablé por fin.

-¿Fue tu padre?- preguntaba

No respondí.

-Necesito que me lo dígas Medusa.- decía insistente.

Levanté mi mirada y lo vi a esos ojos color mar.

-Si.

MEDUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora