C.10

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Desperté como siempre antes que el resto de mi familia para preparar el desayuno y dejarlo listo para ellos. Fui a mi habitación y tomé algunas cosas para luego salir de mi casa antes de que me viera mi familia y así evitarme sermones y pláticas, las cuales sinceramente no tenía ánimos de escuchar.

Salí casi huyendo de el lugar que llamaba hogar para dirigirme al templo, no había dormido bien pues tenía mucho en mi cabeza y quería despejarme un poco.

Llegué y visualicé inmediatamente a un joven el cual se acercaba a mi con audacia. Tenía una serenidad que se contagiaba, el chico me daba paz y me hacia sentir con calma. Se acercó a mi con calma después de haberse percatado con mi presencia. 

Mientras llegaba hasta mi yo me sentía derretir por sus preciosos ojos azules que me daban calma como el mar azul que tanto me gustaba mirar. Algo cálido comenzó a formarse dentro de mi, algo nuevo, era una sensación de dulzura y nauseas a la vez. Me gustaba.

-Hola.- Dijo Percy mientras se acercaba y tomaba mi mano para depositar un beso en ella como un caballero.

-Hola.- Dije un poco sonrojada por el acto del chico pesquero quien solo sonrió y tomo mi mejilla en una cálida caricia.

-¿Te encuentras bien?.- Preguntó preocupado por mi triste semblante.

-Si.- Dije luego de un suspiro, era imposible esconder mis emociones.

-¿Que sucede?.- Dijo con tranquilidad Percy.

-Solo es... no es nada, no tienes de que preocuparte.

-De acuerdo.- Dijo con una sonrisa.

Me tomó de la mano y me condujo por el templo para llegar al altar de Atenea.

-¿Por que la admiras tanto?.- Dijo mirando la estatua de la la Diosa.

-¿Que por que la admiro?, Pues por que es todo el ejemplo de sabiduría, justicia, poder y feminismo que quisiera tener en mi vida.- Dije orgullosa de Atenea.

-¿Crees que no eres sabia, que no tienes poder?.- Me dijo curioso.

-¿Estas loco?, no tengo poderes Percy...- Dije riendo un poco y aguantando no hablar sobre como fui la maldición para mi familia pues fui la única ''normal''.

Entonces el chico tomó mi cara entre sus cálidas y acogedoras manos y se acercó un poco con una sonrisa de lado que lograba derretir algo en mi interior.

-Tú querida, eres poderosa por el simple hecho de ser mujer, de actuar con pasión y devoción, por anhelar más y querer siempre más. Eres magia pura con solo abrir esos hermosos ojos cafés.- Dijo casi en un susurro.

Sentía que mis ojos ardían por llorar.

-¿Puedo hacerte otra pregunta?.- Me dijo con la voz mas dulce que podía escuchar. Me daba consuelo con su voz.

Yo solo logré asentir pues sabía que mi voz se cortaría del gran nudo que tenía atorado en la garganta e intentaba pasar y tragar.

-¿Por que no te permites más?.- Me perdí en su pregunta y me quede en blanco.

-¿Por que no fluyes libre como lo que eres?.- Tomó mis manos y me condujo a la parte trasera del templo donde se encontraba un hermoso jardín dedicado a la Diosa Atenea.

-Observa Medusa... ¿que vez?.- Me dijo y juro que pretendía responder pero luego me soltó y se acerco a las flores para tocarlas por encima.

-Son hermosas ¿cierto?.- Dijo sonriendo.

-Lo son.- Le dije admirando sus movimientos lentos y suaves sobre las delicadas flores.

-Lo son.- Repitió aún acariciando suave cada pétalo de cada una de las flores.

-Ven.... Siéntelas.- Me dijo invitándome.

Me acerqué a el chico quien sonreía cada vez mas animado a la vez que me acercaba a él.

-Tócalas Medusa.- Decía él.

-No quiero.- Dije tímida.

-Tú querida, admiras la belleza y no te atreves a tocarla. Admiras la grandeza pero la dejas ir ante tus ojos. La pregunta es ¿por qué?.- Me decía mientras tomaba mi mano entre la suya.

-No lo sé.- Dije hipnotizada siguiendo al chico.

-Siente Medusa, siente la vida que te rodea, vívelo todo. Deja de ser una admiradora y conviértete en el personaje principal de tu vida.- Dijo conduciendo mi mano hasta los pétalos de las flores que él antes tocaba.

-¿Son lindas cierto?.- Decía aun conduciendo mi mano.

-Lo son.

-¿Que pasaría si cortara una y te la diera?.

-Pues, te lo agradecería pero con el tiempo moriría. No valdría la pena admirarla unos cuantos días en mi hogar mientras que puedo admirarlas por un largo tiempo aquí.- Dije.

-Exactamente.- Dijo feliz y me observó a los ojos.

-Lo mismo para con las personas. De nada sirve que pases tu vida en cautiverio mientras podrías hacer mil cosas de tu vida pues solo es una. Estar siempre siendo una proyección de lo que el resto quieren que seamos es una constante muerte, y así se va la vida en un abrir y cerrar de ojos. ¿Que es lo que deseas hacer con tu vida Medusa?.- Dijo serio.

-Vivir.- Dije sincera.







MEDUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora