C.15

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Luego de terminar con las misas del día decidí que me daría unas cuantas horas más antes de llegar a casa y pensé en ir al pueblo a pasear y ta vez hacer algunas compras. Hacía mucho tiempo que no convivía con más gente fuera del pueblo, extrañaba escuchar las historias de las vidas normales que llevaban los pueblerinos. Me fascinaba con sus anecdotas, curioso que jamás me sucedería a mi.

Llegue al mercado y no tardaron en comenzar a saludar algunos a quienes tenía ya el placer de conocer, otros tantos solo lanzaban miradas lascibas pero simplemente les ignoraba.

-Hola cariño, ¿que te trae por aquí?.- dijo saludando Amelia quien cargaba a su pequeño Karim en los brazos.

-Hola, vine a dar un pequeño paseo. Me lo debo creo.- dije mientras dejaba una caricia en la cabeza de Karim y este respondió con una amplia sonrisa, la cual correspondí.

-Te hemos extrañado. ¿Como va todo en el templo?.- dijo Amelia invitandome a pasar tras carpas de su puesto en el mercado.

-Todo igual. Deberías ir más seguido Amelia.- le dije mientras la seguía.

-Oh querida, eso es cada vez más imposible. Hemos estado batallando con las ventas del mes, no hemos tenído ni un solo intercambio con ningún pesquero o ganadero. Hemos estado regalando las artesanías a cambio de leche para Karim.

Me partía el alma escucharla hablar así y aun con todo eso mantener una sonrisa cada que me veía.

-Te he extrañado.- me dijo dandome un abrazo.- tu nos transmites tanta paz Medusa.

Suspire ante el comentario con un poco de tristeza.

-Sabes Amelia, conozco un joven.- dije sin pasar por alto la mirada asombrada y delatora de Amelia quien comenzaba a burlarse de mi.

-Creía que tu no podías tener esos sentimientos Medusa.- dijo sugerente.

-Oh vamos Amelia, no es eso. Es solo un creyente de Atenea, o bueno al menos eso dice. Como sea, el punto es que es pesquero, quizá podría hablar con el y podría proporcionarte algo para que sobreviban el mes, o tal vez un poco más en lo que Taro y tu se recomponen. ¿Que dices?.- le dije a la chica notando en sus ojos un par de lágrimas.

-Oh Medusa, eso sería magnífico. Te lo agradeceríamos mucho.- dijo acercandose de nuevo para abrazarme.

En realidad tomé todas las fuerzas que necesitaba para no llorar con Amelia, sentí una enorme gratificación al saber que podría ayudar a una amiga. Sabía que ésto es lo que debía hacer, me sentía feliz.

Observaba a la familia de mi joven amiga y podía notar lo felices que eran a pesar de la escacez, y entonces lo supe. Sabía que eso debía sentirse el amor, la calidez de una familia.

MEDUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora