C.20

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Desperté temprano procurando hacer el menor ruido posible. No quiería que nigún miembro de mi familia me viera salir.

Batalle un poco para levantarme de la cama, incluso al tratar de caminar y cambiar mi atuendo. Tomé algunas de mis cosas y me dispuse a salir pronto de casa.

Estaba segura que si me dirigía al templo de Atenea mis padres y hermanas no dudarían en encontrarme ahí, así que decidí cambiar el rumbo y dirigirme al pueblo. Quería despejarme y por primera vez no me importaba lo que pensaran de mi, lo que podría significar el faltar a mi palabra y ser inclumplida con Atenea. Sinceramente jamás me había sentido más viva después de ayer, y sí, sonaba extraño pero sinceramente el enfrentarme a mi padre me había dado la voz que jamás creí que tendría, me sentía diferente, nueva, empoderada. Sentía que era capaz de cualquier cosa, no me detendría.

Llegue temprano al pueblo, los vendedores aún no abrían sus carpas. Me acerqué a la peuqeña carpa de mi amiga Amelia. Taro se encontraba acomodando la mercancía sobre las mesas y me saludó con un cálido abrazo.

-Es un gusto verte de nuevo Medusa. Amelia está en la parte de atras con Karim.

-Gracias Taro, también es un gusto verte de nuevo.- le dije respondiendo con una sonrisa.

-Por cierto, gracias por ayudarnos con lo de tu amigo pesquero...- dijo nostalgico el joven

-Nada que agradecer Taro.- dije sonriendo de nuevo y encaminandome a la parte trasera de la carpa para encontrarme con Amelia.

-Oh Medusa, pero que sorpresa.- Me decía mi amiga acercandose para recibirme con un abrazo el cual correspondí de inmediato.

-Pero ¿por que vienes tan tapada querida?, hace bastante calor para ir tan vestida.- me decía mi amiga.

-No lo se, tal vez es que estoy por coger un resfriado amiga mia.- le contesté pero no lo creyó jalando de la manta que llebaba rodeando mi cuello.

Poco a poco la cara tranquila y sonriente de mi mejor amiga se desvanecía poiendo en su lugar un rostro lleno de horror.

-¡¿Pero que te ha pasado medusa?!.- Decía mi amiga horrorizada.



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