C.19

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-¿Medusa?.- preguntaba Euríale mientras entraba a mi habitación.

Se acomodó tras de mi y acarició levemente mi espalda.

-Lo siento mucho cariño.- dijo con la voz entrecortada.

-No lo haces.- dije apenas audible con la voz ronca y lastimada por las heridas causadas por mi padre.

-Si, lo siento. Pero sabes que no podemos desafiar a mi padre, tu tampoco debías hacerlo, mira como quedaste.- dijo pasando ligeramente sus largos dedos sobre mi lastimado cuello.

-Pero lo hice, me defendí.- dije quejandome un poco del dolor.

-¿Y a que costo cariño?.- dijo queriendo hacer que entrara en razón.

-Lo ha valido, todo.- le dije girando para mirarla a los ojos.

-Pudo haberte matado.- me dijo horrorizada.

-Y sin embargo aqui estoy.

-¿Como podrás defenderte la próxima vez Medusa?, eres una simple humana, no tienes poderes.- me dijo bajando la mirada.

Tomé su menton con uno de mis dedos y alcé su rostro.

-Lo haré exactamente igua que hoy. Quizá soy mortal, pero poseo un poder que ninguna de ustedes tiene. VALOR.- le dije con la potencia del alcancé que tenía mi ronca voz, el cual no era mucho pero si el suficiente.

-Es un gran poder hermanita. Admirable.- dijo sonriendo con un semblante triste. 

Euríale sabía que no ganaría jamás una batalla contra mi padre y posiblemente pensaba que moriría uno de estos días si continuaba desafiandole. Pero yo sabía que dentro de mi tenía una gran fuerza, que aun siendo humana, me alimentaba para seguir luchando por mi. El haberme enfrentado a mi padre solo me motivo a seguir buscando mi lugar y lcuhando por mi, por mi vida, y no iba a renunciar a ella tan fácil, al contrario, lo daría todo por aferrarme un poco más al regalo más grande que pude recibir. 

-Descansa pequeña.- me dijo mi hermana acariciando mi cabellera para luego salir de mi habitación.


MEDUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora