✾ Día 3. Fuego ✾

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Día 3. Fuego

Número de palabras: 1123

Sinopsis: Crowley siempre ha sentido que el fuego le ha quitado todo lo que quiere. Y ahora, solo termina por confirmarlo.

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Crowley siempre ha sentido que el fuego le ha quitado todo lo que quiere.

Más que sentirlo, lo sabe. Lo sabe desde el momento en el que sintió su cuerpo arder cuando caía. Lo sabe desde que sus ojos fueron testigos de las mayores tragedias de la humanidad provocadas por el fuego. Lo sabe desde que vio lo que eran capaces de hacer la llamas desde las cosas más simples hasta los objetos más intrincados y monumentales

Y ahora, solo termina por confirmarlo.

No iba a negarlo, siempre temió que ese día llegara. Que un día, un bando (no importaba cual, ambos eran capaces de las peores bajezas) descubriera la relación que había entre ellos dos y se propusieran destruirlos, sacando a Aziraphale del camino primero, porque sabían que, si mataban al rubio, lo mataban a él.

Pero, verlo con sus propios ojos es otra cosa. Su cuerpo se tensa completamente al ver la librería de su ángel en llamas y tiene que reunir todo su esfuerzo para poder salir de su auto sin caer de rodillas.

Ni siquiera le importa lo que sucede a su alrededor, ignora todo lo demás y se adentra a la librería, en busca de su ángel, que debe estar entre las llamas, totalmente desesperado por tratar de salvar algunos de sus preciados libros.

—¡Aziraphale! —grita al ver como el local arde hasta los cimientos.

Busca a su alrededor, con la esperanza de encontrar al rubio corriendo de un lado al otro salvando sus libros, pero lo único que ve son llamas, calor y fuego llevándose consigo todo lo que se le atraviesa.

Siente un opresión en su pecho y un gran deseo de derrumbarse ahí mismo, pero no puede hacerlo, Aziraphale lo necesita y no puede fallarle.

Recorre la librería con gran habilidad, ganada después de años de visitar y pasar gran parte de su tiempo en el local, escudriñando todo el lugar en busca del rubio.

Lo único que hay es llamas, llamas y más llamas, ve hojas de libros ardiendo y Crowley siente que aquello solo es el principio de su pesadilla.

Sus piernas tiemblan pero se obliga a seguir adelante, con la certidumbre de que en algún lado tenía que estar Aziraphale, él era demasiado fuerte para que el fuego normal pudiera hacerle algún daño.

El humo inunda la librería, dificultado respirar o ver, haciendo la búsqueda aún más complicada, pero Crowley no desiste, él aún conserva la esperanza de salvar al ángel.

—¡Aziraphale! — insiste, trastabillando con varios objetos a su alrededor. Siente un nudo en la garganta debido al humo, dificultándole el habla y el crujido de la lluvia de ceniza y las hojas de libros quemados lo abruman totalmente.

Crowley comienza a gritar frenéticamente, una mezcla entre el nombre del rubio y varios insultos dirigidos hacia su persona, un fallido de intento de que el mencionado saliera de entre las llamas para corregir su lenguaje.

Lloriquea como si fuera un niño pequeño que no sabe qué hacer, y de hecho ¡no sabe qué hacer! Actúa bajo el estrés y la desesperación mientras se le acaban los recursos mientras reina el caos a su alrededor.

—¡Por dios! ¡Por Satanás! ¡Por quien sea! ¡¿Dónde estás?! — su voz se quiebra, la angustia y la confusión lo dominan completamente; se ha quedado sin esperanza alguna.

—¡No puedo encontrarte! — y aquello es totalmente trágico, porque Crowley siempre estaba junto a Aziraphale, por más que le rehuyera, así había sido desde el principio de los tiempos. Crowley siempre había estado ahí para salvar a Aziraphale, actuando como su caballero de brillante armadura, y ahora sentía que había fracasado en su misión autoimpuesta.

Cae de rodillas en suelo, ahora ya no le queda nada por lo que luchar.

—¡Bastardos! ¡Bastardos todos ustedes! — no le importa a quien está maldiciendo, se han llevado a su ángel, se han llevado a la su razón de ser, a quien hacía que su existencia en la tierra fuera reconfortante, la luz de su penumbra en el infierno y quien había sido su refugio durante años.

Ahora no había nada.

Ha perdido todo lo que amaba en el fuego. Reducido a cenizas. Y aquello deja un vacío desgarrador dentro de él.

"¿Te estas burlando de mí, ¿no es así?" Alza su mirada al cielo mientras siente como sus ojos de humedecen "A ti te gusta jugar con todo, ¡como si fuéramos tus pequeños juguetitos!"

Grita de frustración mientras golpea sus manos contra el suelo, el cielo siempre lo ha odiado, al igual que el infierno y siempre han buscado la manera de hacerlo lo más infeliz posible, y lo peor ¡lo estaban consiguiendo!

Las lágrimas empiezan a caer por su rostro y el no hace nada para detenerlas, se está desmoronando por dentro y se pregunta "¿Vale la pena vivir ahora?" Porque no soportaría vivir en un mundo donde ya no hubiera un desbordante amor por los libros, cenas en el Ritz, frases pasadas de moda hace más de un siglo y paseos por el parque St. James. Todo eso se lo ha llevado el fuego consigo.

Está perdiendo todo entre las llamas, y por todo se refiere a Aziraphale. No estaba enojado, estaba furioso, lo estaban castigando, quitándole lo más preciado de su vida mientras se deleitaban con su sufrimiento, lastimándolo de la forma más vil y miserable. Otra vez, le estaba quitando todo lo que amaba.

Su cuerpo se empieza a convulsionar debido al llanto. Su ángel había muerto de la manera más horrible y sádica, y él no pudo hacer nada para evitarlo

—Te has ido —murmura entre el llanto y la frase se siente como un cuchillo clavado en su corazón. Lo único que quería era irse junto a él lo más lejos que pudieran la tierra, pero ahora él se has desvanecido sin que Crowley pudiera siquiera aferrarse a él.

Siente impotencia. Aprieta los dientes y luego los labios. Logra levantarse del suelo y se dirige a la entrada, ahora nada más como un ente vacío, como si de un muerto en vida se tratara.

Sale empapado de sudor, obtenido del calor infernal de la librería. Los pensamientos lo abruman, su ángel ha muerto, y ha ido pensando que no le importaría si muriera, demasiado ocupado huyendo a Alpha Centauri, sin saber que el demonio no iría a ninguna parte si no fuera con él.

"¿Porque?"

"¿Porque las cosas tienen que ser así?"

"¿Tanto me odia la vida?"

"¿Por qué así tiene que terminar todo?"

"¿Este es el maldito plan de dios?"

"¿Por qué me tienen que quitar todo lo que amo?"

Afortunadamente estaban a horas del fin del mundo, ya nadie contestaría esas preguntas. Ahogaría sus penas y nublaría su dolor en las pocas horas que le quedan en la tierra. Después de todo, ya no le queda nada porque seguir.

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Somos Inefables #Fictober2019 #IneffableLATAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora