✾ Día 27. Ángel ✾

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Día 27. Ángel

Número de palabras: 1081

Sinopsis: Ángel siempre mucho más que un apodo.

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La primera vez que Crowley llamó ángel a Aziraphale fue un improviso total. Era 1860 y la época pintaba para ser tan feraz y provechosa como la habían sido las anteriores.

Hasta el día de hoy, Crowley no sabía qué fuerza fue la que le había hecho llamar a Aziraphale por ese nombre. Quizás fue la ataraxia que se respiraba al momento, compuesta por la tan singular pero familiar emoción que el pelirrojo había sentido desde el primer momento que vio al ángel.

Quizás fue el deleite que sintió al ver como Aziraphale leía un libro, a lo mejor fue el ver su hermoso rostro a la luz de las velas, o tal vez fue la brillante mirada azul que Aziraphale les dirigía a todos por igual, pero que él sentía que le dedicaba solo a él.

Lo cierto es que tal entelequia fue la que empujó al demonio a llamarle por ese nombre.

—Ángel —una pequeña y simple palabra fue todo lo necesario para que el mundo de ambos dejara de girar en ese momento.

—Sí, eso es lo que soy, un ángel —respondió Aziraphale, en un intento de romper con el incómodo silencio que se había hecho a su alrededor.

Crowley agradeció internamente la pericia que había tenido el ángel para evitar que ese momento cayera en la incomodidad, y que la vergüenza que sentía le obligara a dejar de verlo hasta que pasara aquel vergonzoso sentimiento.

Eso no significó que el apodo se fue, no, no señor. El apodo permaneció ahí, indeleble y nuevo acompañante de la vida diaria. No había día en que Crowley no llamara ángel a Aziraphale, ni momento en el que Aziraphale no sintiera su corazón martillar contra su pecho cada vez que su supuesto enemigo hereditario lo llamaba así.

Para Crowley, el nombre se convirtió en algo sagrado, sí, irónico que usamos esta palabra al referirnos a un demonio, pero esa era la verdad. 1860 fue la primera vez que Crowley llamó ángel a Aziraphale en voz alta, pero lo cierto es que el demonio llevaba siglos (por no decir milenios) llamándole así. Lo hacía entre sueños, cuando la fantasía era el mejor recurso para expresar sus anhelos más profundos, cuando hablaba con cualquier desconocido sobre el rubio con la excusa de "quejarse", o simplemente cuando escribía cartas sobre él que nunca atrevía a enviar.

2 años después de ese momento, Crowley se fue a dormir años tras una pelea con su ángel, sin querer admitir que cargaba un corazón roto y sin negar que la posibilidad de dejar de ser aliados para convertirse en totales enemigos, se cernía sobre ellos con peligrosa cercanía.

Al parecer, una siesta y un corazón roto son todo lo que necesita un demonio, para dejar en libertad sus más profundos deseos. Entre sueños, Crowley no dejaba de repetir la palabra "ángel", mientras dilucidaba en su sueño una cándida mirada azul y una sonrisa que llevaba en lo más profundo de su corazón.

Los años, los siglos y los milenios pasaban y nunca se fue el amor. De hecho, parecía crecer más y más cada momento que pasaba. Cuando Crowley por fin aceptó que sus sentimientos no eran nada que surgió de la noche a la mañana sino algo que se fue dando poco a poco, el apodo de ángel no fue más que una aseveración al sólido amor con el que se veía liado.

Época moderna y ángel se convirtió en un apodo que solo las parejas se decían. A Crowley no le importó, ángel era como había llamado a Aziraphale desde hace siglos y no dejaría que ninguna estúpida parejita evitará que pudiera seguir diciéndole a Aziraphale así.

Pero otra verdad del demonio Crowley era que aprovechó esa pequeña confusión para su deleite personal. Porque amaba ver como los demás les confundían con una pareja al llamar a Aziraphale por aquel nombre, sintiendo una alegría inexplicable cada vez que lo hacían y porque sabía que Aziraphale no caería en cuenta de nada, al menos por un tiempo.

Pero ángel dejó de ser un apodo desde hace tiempo, quizás nunca lo fue, desde el principio ángel no fue más que una manera de que el demonio pudiera expresar todo el cariño y devoción que sentía hacia Aziraphale sin que ninguno de los dos lados tuviese que enterarse de los enredos que había entre ambos y Aziraphale no se viera angustiado por la reprimenda que esto significaría.

Crowley dejo que, durante mucho tiempo, una sencilla palabra dijera todo lo que sentía.

Pero ahora, sin temor ni inquietud por ninguno de los dos lados, ángel se convertía en la mínima expresión de su amor, opacada por los gestos de amor, las flores, los besos, los abrazos y los mimos que se habían convertido en palabras de amor de todos los días.

—¿Por qué siempre me llamaste ángel? —le preguntó Aziraphale un día a su ahora prometido mientras leía todas las cartas que el demonio escribió y que por cobardía jamás se atrevió a enviar.

—¿Llamarte? Lo dices como si fuera cosa pasada, cuando nunca deje de llamarte así —le rebatió el demonio haciéndose el ofendido.

—Ah, ¿sí? ¿Cuándo me has dicho así? —le cuestionó divertido el rubio.

—En mis sueños, en mis cartas, en todas las canciones de amor que te dedique sin que tú supieras.

—¿Me has dedicado canciones de amor —-Aziraphale estaba espléndidamente sorprendido

—¿Dedicado? ¡Te he escrito! Miles de canciones de amor que hay, solo que un montón de idiotas me las robaron —chasqueó la lengua con molestia.

—Siempre me has dicho ángel —mencionó Aziraphale, cambiando de tema en busca de que Crowley no lanzara improperios en contra de las empresas musicales —¿Por qué el apodo?

Crowley río mientras se acercaba hacia él con ese singular caminar suyo.

—Ángel —le abrazó y plantó un beso en su frente antes de continuar -Ángel es mucho más que un apodo.

—Yo soy un ángel.

Crowley lanzó otra pequeña risa —No es por que seas un ángel, lo es por todo lo que me has dado.

—¿Y qué te he dado? Si se puede saber —le preguntó entre curioso y conmovido.

—Esperanza, alegría, amor, eso es mucho más que ser solo un ángel —Crowley no dijo más, las palabras ya no eran necesarias.

Aziraphale podría caer en ese momento y no le importaría, él seguiría siendo un ángel, porque mientras Crowley lo siguiera llamando así, él sería un ángel. Las alas y los milagros no eran necesarios para serlo.

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Somos Inefables #Fictober2019 #IneffableLATAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora