✾ Día 15. Jardín ✾

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Día 15. Jardín

Número de palabras: 1739

Sinopsis: La historia termina donde comenzó: en un jardín.

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—¡Que hiciste que! —exclamó sorprendido, sorprendido de que un ángel, a quienes consideraba buenos y obedientes, hubiera roto la reglas haciendo algo tan... ilógico.

—¡Yo se las di! ¿si? —la voz del ángel rubio estaba teñida por la confusión y culpabilidad, confusión porque no sabía si lo que había hecho era correcto y culpabilidad porque sentía como el peso su primera mentira empezaba a calarle en el alma.

Si en la actualidad le preguntaras a Crowley, en aquel momento llamado Crawley, que recordaba de la primera vez que vio a Aziraphale en el jardín del edén, él respondería: Nada.

No recordaba de que habían hablado ese día, no sabía si aquel día hizo frío o calor, si era de día o si el cielo solo era iluminado por la luz de las estrellas o siquiera de lo que ocurría a su alrededor.

No recordaba nada porque toda su atención se enfocó que aquel rubio ángel, quien nerviosamente dudaba sobre lo que había hecho. Tanta ternura le dio al demonio que estaba seguro que en cualquier momento le abrazaría y le daría un cariñoso beso en la frente, por más contraria a su naturaleza fuera esa acción.

Crawley dejo de prestarle atención al ángel y el pequeño debate que mantenía con el mismo, centrándose más en sí mismo y la batalla que ocurría en aquel momento en su mente. A penas había conocido a ese ángel y ya sentía que algo se removía en su interior, algo diferente.

Cuando se volvió a conectar con la realidad, sintió como pequeñas pero gruesas gotas de agua chocaron contra sus mejillas, deslizándose sobre ellas hasta caer y perderse en la negrura de su túnica.

El demonio no tuvo oportunidad de poder volver a sentir la lluvia caer sobre él, ya que en aquel momento fue cubierto por la blanquecina ala del ángel.

Volteó a verlo, quizás para reprocharle por haberle ayudado a él, a un demonio, o quizás solo porque una pequeña parte de él quería agradecerle a pesar de ser un demonio. Sea como sea, nunca llegó a decir nada, perdiéndose en los perfectos rasgos del rubio, y aquella azul, profunda pero dulce mirada que le hacía sentir como una sensación cálida lo invadía por completo, una sensación que en aquel momento él desconocía pero que en el futuro podría describir a la perfección.

No cabía duda, el demonio ya había sido flechado por el ángel en aquel jardín de edén.

[...]

Se acercó burlonamente hacia el jardinero, que trabajaba entre unos arbustos del jardín. Crowley, o, mejor dicho, Nanny Ashtoreth, no podía dejar de aborrecer el cuidado que Aziraphale le daba a la vegetación del lugar, pero como su ángel había insistido en ser el jardinero, él tuvo que quedarse con el puesto de niñera mientras se resignaba a ver como Aziraphale hacia desastre tras desastre en el jardín, en busca de tratar de intentar hacer algo nuevo.

Se acercó lentamente con la intención de burlarse de lo que estaba haciendo, pero antes de que pudiera sorprenderle, el jardinero alzó la mirada, sobresaltando a la niñera y haciéndole dar de un gritillo de forma súbita. El jardinero soltó una risa al ver la forma en que había asustado a la estricta y fría tutora.

—Si, a veces se me olvida que tu apariencia llega a ser tan ridícula que asusta —dijo Crowley de manera nerviosa, buscando la manera de salvar su reputación como una rigurosa y frígida mujer.

Somos Inefables #Fictober2019 #IneffableLATAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora