Día 25. Niños
Número de palabras: 1035
Sinopsis: Que lo negara cuantas veces quisiera, pero Aziraphale sabía que Crowley era, por mucho, el demonio más bueno que había conocido.
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Aziraphale no podía negar que Crowley tenía varios defectos, bastantes en realidad. Era terco, impulsivo, un irreflexivo que creía que estaba bien actuar antes de pensar y estaba lleno de una actitud displicente a cualquiera que no fuera él.
Pero hasta un demonio tiene sus cosas buenas y Aziraphale tenía que admitir que, aunque el demonio renegara de eso, este podía llegar a ser bueno.
¡Especialmente con los niños! Los niños eran, por alguna razón, los únicos seres humanos con los cuales Crowley no era condescendiente o grosero, tratándolos con una gran ternura y cariño que Aziraphale nunca pudo ver siquiera en sus colegas celestiales.
Aún recordaba su anécdota en Mesopotamia, donde se mostró realmente preocupado (Incluso más que él, se avergonzaba de decir) por los niños y el riesgo que correrían en el diluvio y trataba de distraerlos jugueteando y correteando tras ellos con diversión. O en Gólgota, cuando contaba fantasiosas (Pero reales) historias sobre unicornios y otras criaturas maravillosas que alguna vez tuvo la oportunidad de ver. Eso le gano que siempre tuviera apiñados junto a él a un grupo de niños, ansiosos por oír sus relatos y que cada vez que él llegaba a un lugar, lo recibieran por gritos y diretes, emocionados porque el "Tío Crowley" había llegado a contar una nueva historia.
Aunque Crowley siempre lo negaría, sabía que cada niño que había conocido se había ganado un lugar en su corazón y aunque él dijera que esos momentos no importaron, estaba seguro que el demonio los recordaba con gran añoranza.
Podía decirse que incluso los trataba como si fuera un padre, siempre severo, pero aun así divertido y cariñoso.
¡Si aún recordaba cómo castigaba y regañaba a los niños que eran insolentes! Aunque luego de una reprimenda, él les daba un dulce a escondidas y les guiñaba el ojo en señal de complicidad. Eso siempre era recibido con un abrazo que el demonio aceptaba sin tanta protesta, antes de los niños emprendieran una rápida huida de ahí.
Crowley, se podía decir que era un padre divertido, que, aunque regañara a los niños, siempre buscaba la forma en que se divirtieran y siguieran siendo ellos mismos.
"Dale a un niño sentido del humor y límites, y podrá enfrentar cualquier cosa" le dijo una vez mientras tomaban una copa de vino, y aunque Crowley culparía más tarde al alcohol, Aziraphale sabía que detrás de esas palabras había mucha razón.
Siempre jovial y siempre bueno con los niños, aunque hubiera momentos donde el mundo no había sido un lugar seguro (Aunque, ¿cuándo lo ha sido) sino un lugar cruel y oscura para las personas en especial con los niños.
En su mente aún estaba fresca la memoria de un Crowley durante la revolución francesa, escabulléndose junto a un grupo de niños y la comida y objetos que había saqueado de algún lugar. Aunque en ese momento hubiera reprendido al demonio por haberle enseñado esas mañas a los niños, decidió no hacerlo al ver los harapos de aquellos chicos, de seguro no habían comido en días y lo que llevaba en las manos era lo único que se llevarían al estómago, Aziraphale prefirió ver en silencio como Crowley hacia el bien, por muy en contra de su naturaleza que estuviera.
Pero quizás su momento más oscuro fue durante la segunda guerra mundial, después de un bombardeo que dejó todo a su alrededor reducido a nada más que escombros. Vio como el demonio se tambaleaba entre las ruinas del lugar, hasta caer de rodillas en un punto exacto, donde recogió una muñeca y otros juguetes que debieron pertenecer al niño que había habitado ese lugar. Aziraphale solo desvió la mirada, sin tener el valor suficiente de hacer algo mientras fingía no escuchar los leves y descorazonadores sollozos del demonio. En aquel momento, el ángel dudo, tan solo un poco, sobre si en verdad era necesario el sufrimiento de los inocentes para cumplir con el llamado plan inefable.
Sí, los niños se habían convertido en el punto débil para el demonio, a quienes defendía a capa y espada de cualquiera que quisiera hacerles daño, eso era lo que más admiraba de Crowley.
Si no, había que cómo cuido al supuesto anticristo durante varios años, con tanto cariño que parecía hacerlo por algo más que una obligación, Aziraphale admitía que se le ablandaba el corazón cada vez que veía a Nanny Ashtoreth cuidando con una ternura maternal al joven Warlock y que lo defendía de cualquiera que dijera algo en su contra. Recordaba como el demonio le había reprendido por insinuar algo sobre el chico y su supuesta maldad como el anticristo.
—El sigue siendo un niño, ángel, que no se te olvide eso —le recordó con voz fuerte como si quisiera remarcar el hecho.
Aziraphale bajó la mirada, ligeramente avergonzado y calló. Aunque Crowley no dijo nada más después de eso, Aziraphale sabía que ese instinto protector hacia el chico provenía de la bondad interior que el demonio se empeñaba en ocultar.
Aquel fue uno de los muchos momentos donde Crowley dejaba entrever que dentro suyo había una blandura y afabilidad que se negaba sacar a relucir. ¡Y no lo culpaba! Era un demonio después de todo.
Aunque, como todo, Aziraphale había creado una intrincada y alocada teoría sobre el cariño que el demonio le tenía a los niños. Creía que muy en el fondo, Crowley seguía conservando algo de esa pureza y candidez que le había acompañado cuando aún era un ángel y por eso siempre sentía la necesidad de estar cerca de cosas puras e inocentes, ya que su cuerpo le demanda lo que perdió al caer.
Fuera cierto esto o no, lo único de lo que Aziraphale estaba totalmente seguro es que el cariño y aprecio que Crowley les tenía a los niños nunca se fue, o al menos eso decían las cuantiosas y constantes donaciones que se hacían a varias fundaciones para niños bajo el nombre de Anthony J. Crowley, o como a veces veía al demonio entrar o salir de hospitales y orfanatos, casi siempre en la extrema confidencialidad.
Que lo negara cuantas veces quisiera, pero Aziraphale sabía que Crowley era, por mucho, el demonio más bueno que había conocido.
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Somos Inefables #Fictober2019 #IneffableLATAM
Fanfiction"Aquello que no se puede explicar en palabras, por ser sublime y tener cualidades excelsas" Y ¿que podría ser más inefable que aquellos dos idiotas que llevan más de 6000 años amándose? Colección de Drabbles/One-shots basados en el libro y serie de...