✾ Día 13. Alas ✾

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Día 13. Alas

Número de palabras: 993

Sinopsis: " Y ¿Ahora qué hago Gabriel? Me han cortado las alas"

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Gabriel no siempre fue aquel pomposo e insoportable arcángel que conocemos, antes de eso, antes de la caída fue un sencillo ser divino que amaba las estrellas, y si había algo que Gabriel amara tanto como las estrellas eran sus hermanos, principalmente Raphael, aquel revoltoso, pero divertido pelirrojo que siempre lo acompañaba al momento de crear la estrellas.

Y Gabriel perdió una parte de si mismo cuando Raphael cayó.

Gabriel lo encontró poco después de la caída, no lo reconoció la primera vez que lo vio, no era más que lo sombra de lo que alguna vez fue. Sus dorados ojos se convirtieron en unas serpentinas pupilas ambarinas y sus hermosas alas, que alguna vez fueron tan blancas como la nieve, ahora no eran nada más que negras plumas.

―Hola hermano.

El pelirrojo, que tenía la vista clavada en el suelo, la levantó al ver que alguien se había dirigido a él. Apartó de nuevo la vista al ver de quien se trataba.

―Raphael...

Aquella simple palabra fue suficiente para que el pelirrojo se echara a llorar. Aunque Gabriel sentía el peso de la culpa en su corazón, no sabía cómo sentirse al ver a su hermano, el caído, sollozar por sus malas elecciones.

―Oh, ya veo, espero que estés contento con lo que has logrado― murmuró Gabriel con reproche.

― ¡Yo ni siquiera quería esto! ―protestó el caído entre hipos.

―No, por supuesto, ¿es eso? ―susurró Gabriel con sarcasmo― Oh, claro que no, tú querías ser libre y para eso tomaste la peor decisión posible ¿no es cierto?

Ante las palabras del arcángel, al pelirrojo le fallaron las piernas y se dejó caer al suelo, los sollozos que escalaban su garganta apenas siendo contenidos por sus labios.

― ¡Soy patético, ya lo entiendo Gabriel! ―gimió el pelirrojo― ¡Perdí todo lo que amaba! ¡Todas las noches, todas las malditas noches me arrepiento de lo que hice!

―Lo tenías todo, Raphael ¿Por qué hiciste todo esto? ―inquirió Gabriel, casi atacando a su hermano con sus palabras, meramente porque quería que el pelirrojo se sincerara con él.

― ¡No lo sé! ―protestó Raphael― Estaba... quería... intentarlo... Quería saber si... si quizás el problema fue... y no... y no yo...

―Avecilla ―dijo, utilizado el apodo que le había dado a su hermano hace mucho tiempo ―No siempre puede hacerse lo que se quiere ―murmuró Gabriel suavemente, con culpa, con resignación― A veces, se trata de lo que se debe hacer y no de nuestros deseos.

― ¿Por qué no? ―Gabriel chasqueó la lengua, la naturaleza curiosa de su hermano fue la culpable de hacerlo caer.

― Porque no Raphael, así de simple ―sentenció Gabriel con voz autoritaria.

Ante la contestación, Raphael volteó su vista lejos de su hermano, sin dignarse a verlo directamente a los ojos ―Tenía que suponerlo, te convertiste en un lambiscón de la todopoderosa.

―Raphael...

― ¡No me llames así! ―le gruñó ―Perdí ese nombre cuando caí.

Gabriel quiso decirle que incluso, aunque hubiera caído, el siempre seria su hermano, que el siempre sería Raphael, su más querido hermano y con quien había creado las más hermosas estrellas. Pero, como lo haría muchas veces más en el futuro, se quedó absolutamente callado.

―Ahora soy Crawley, bonito nombre, ¿No crees? ―dijo Crawley con una fina ironía característica de él.

Gabriel permaneció en silencio, mirando fijamente el ser demoníaco en que se había convertido su querido hermano.

―Vete ―pidió Crawley aclarándose la garganta ― Vete de una vez, que bastante afortunado eres de seguir siendo el arcángel favorito de dios.

El arcángel sentía el ardor de las lágrimas mientras luchaba por contenerlas, no podía creer que su señora hubiera sido tan brutal al darle aquel destino a su hermano.

―Raph... Crawley, quizás si tan solo pides perdón...

― ¿No crees que ya lo hice? ―sollozó el pelirrojo ―Pero no importa lo que haga o diga, jamás volver a ser un ángel ―tras decir eso, Crawley empezó a lagrimear olvidándose de que estaba frente a la presencia de un ángel.

Sus palabras, dichas con la resignación de quien conoce a su verdugo y a su pena, arrancaron un sollozo de la garganta del arcángel. Sin darse cuenta de lo que hacía, Gabriel comenzó a derramar lágrimas, imitando al pelirrojo y olvidándose de la amenaza siempre presente que suponía llorar junto a un caído que la todopoderosa había despreciado, permitiéndose hacerle compañía al pelirrojo y llorar con él.

Fue hasta después de un rato muy largo que Gabriel consiguió controlarse, mucho después de que se les hubieran hinchado los ojos por obra de las lágrimas y de que sus voces se hubieran consumido en gemidos que nadie más escuchó.

Crawley se secó las lágrimas, no permitiría que un arcángel lo viera llorar, no, no permitiría que nadie más en el cielo lo humillara y lo hiciera menos. Aunque fuera su mismísimo hermano.

―Vete ―dijo simplemente en voz baja, pero lo suficientemente audible para que el arcángel lo escuchara.

―Me voy ―murmuró Gabriel por lo bajo ―, pero recuerda quien eres ahora Raphael, así que no trates de volar muy lejos, avecilla.

― ¡Tú eres libre Gabriel! ¡Yo ya no! ―exclamó violentamente Crawley, silenciándolo por completo.

Al ver que Gabriel no seguiría hablando, Crawley soltó una risilla amarga, la única risa que había salido de su boca en mucho tiempo.

—Y ¿Ahora qué hago Gabriel? Me han cortado las alas —cuestionó el pelirrojo en voz baja. Ni siquiera dejó que el arcángel contestara su pregunta, se fue antes de que tuviera la oportunidad de hablar, dejando un rastro de amargura y rencor tras él.

―Claro ―masculló Gabriel, una vez que se encontró solo― Tan solo recuerda, Raphael ¿Qué oportunidad tenía yo de hacerlo si los pavorreales no vuelan, aunque tengan las alas intactas?

Aquel fue el único momento en el que Gabriel dudó, el en que se cuestionó lo que era en verdad era ser libre, sintiendo que lo que vivía no era más que una malograda libertad.

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Somos Inefables #Fictober2019 #IneffableLATAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora