Capítulo XXXIII

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Alex

Alex estaba impaciente, más por no saber hacia donde se dirigía Piper.

Terminando de despedirse de cada uno de los miembros de su equipo se dispuso a salir del lugar en busca de la rubia.

Su andar fue detenido por el mismo mesero que atendió a Piper.

Señorita, disculpe. - Dijo el hombre apenado.

Esto es para usted. - El hombre le entregaba la nota que la rubia había escrito para ella.

Al leer la nota el corazón de Alex se exaltó de alegría y con algo de arrepentimiento. Si, arrepentimiento por no haberse ido tras su rubia en cuanto ella salió del lugar.

"Soy una idiota" - Pensó.

Dobló la nota y la introdujo en la caja de regalo que Camila le había dado.

Salió apresurada en busca de Piper. Necesitaba verla, abrazarla, y besarla.

Cuando iba por recepción se encontró a Camila, esta quiso detenerla para quien sabe que cosa.

¡Ahora no Camila! - Dijo pasando a la par de ella sin más explicación.

Camila quedó indispuesta por el desplante recibido. Más sin embargo lo disimulo.

Alex entró al ascensor, sabía exactamente a donde dirigirse. Deseaba en ese momento poder teletransportarse.

Los nervios empezaron a inundar su cuerpo. Llego a la puerta y con una timidez muy pura tocó a la puerta.

Dos, tres, cinco segundos tal vez y Piper abrió muy serena para darle entrada.

¡Piper!.... Pipes... - balbuceaba Alex estremecida. No sabía que esperar por parte de la mujer en frente de ella.

Pipes... - se acercaba lentamente a la rubia tanteando el estado de sus emociones.

Piper estiró su brazo para tomar la mano de Alex. Alex expectante clavó su vista en las manos de ambas y el movimiento que empezaba a unirlas. La electricidad podía ser palpable para ella. Su cuerpo empezaba a inquietarse al sentir el roce de sus dedos.

Alex levantó su rostro, esta vez sus miradas quedaron enganchadas, en cuestión de un segundo sus cuerpos empezaron a ser atraídos el uno por el otro, y sus labios a ser conquistados en un dulce beso.

Piper no se había percatado de la caja que Alex llevaba en la otra mano hasta que el ruido del rebote de la caja llamó su atención al caer.

No le dio importancia y siguió en lo suyo.

Las manos de Alex viajaron hasta el rostro de Piper para apaciguar su necesidad de la rubia.

Piper aferro las suyas a la cintura de la morena para atraerla hacia la cama.

Sus bocas estaban sumidas en un juego de control. Sus lenguas gozosas saboreaban el más recóndito de sus espacios. Sus jadeos calientes intensificaban el mar de sensaciones que recorría todo su cuerpo, el de ambas.

Piper llegó a la orilla y se sentó, colocando a Alex a horcajadas. Alex aferrada a su rostro aún empezó a explorar su espalda, bajando por toda la zona lentamente.

Piper aseguró a su mujer por el trasero. Acercándola más a su cuerpo la sujetó de esa área tan apetecible y tan demandada siempre entre sus caricias a la morena.

Las caderas agitadas de Alex empezaron a subir y a bajar. Piper empezaba a chupar y a morder los labios de la morena. Sus manos aún posadas en su lugar favorito animaban y marcaban el ritmo de la morena.

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