—¿B-Bill? — Richie pronunció bajo, aún así Eddie lo logró escuchar.
—¿Quién más, amigo? ¡Bill Denbrough!
—Si... Bill, hola. — Richie sonaba asombrado, observó de reojo a Eddie quién parecía desorientado. Observaba el techo mientras sus cejas se movían ligeramente, el de lentes sabía a la perfección que el castaño estaba perdido en sus pensamientos.
Eddie por otro lado, no se sentía él mismo.
Bill. Repetía su cabeza una y otra vez.
Se había cuestionado más de una vez por sus amigos en estos días, claro que lo había hecho. Incluso hasta con Richie habían establecido un plan de cómo y cuando hablarían con Bill, y con sus demás amigos respecto a su regreso. No sería fácil, realmente era algo demasiado complicado y que con una simple llamada telefónica no lograrían explicar.
Por lo mismo habían decidido darse más tiempo, tener más días para que Eddie estuviera cómodo y después sería más fácil hablarlo con los demás.
Aún no era fácil.
Tragó saliva, escuchó a Richie seguir hablando con Bill el Tartaja por el teléfono. Su voz se oía grave y movía su mano constantemente arreglándose los lentes o despeinándose el cabello.
Eddie lo conocía. Estaba nervioso, y sabía perfectamente el por qué.
Richie lo observó por un momento y colgó la llamada.
Se acercó con inseguridad a él acomodándose a su lado, hacía todo tan cuidadosamente que por un momento se preguntó si era de porcelana.
—¿Te encuentras bien? — Eddie pudo haberle preguntado a Richie, pero éste se adelantó y le preguntó primero.
—¿Yo? — el de lentes asintió. Suspiró. —¿Por qué no debería de estarlo?
Richie acomodó sus lentes.
—Porque el de la llamada era Bill. Se que me oíste.
—Si. — asintió. —¿Cómo se encuentra?
Eddie quería lucir indiferente, como si no fuera difícil conllevar sus sentimientos ahora mismo.
—Mierda, Eds. Sabes que eso no te interesa. — Richie se le acercó tomado su antebrazo suavemente. —No tanto como lo otro. ¿Crees qué...? — el de lentes bufó. Sentía sus manos temblar ligeramente, Eddie también se sentía así. —¿Crees que ya sea tiempo?
Asintió. Lento, y pausado.
Eddie sabía que esto debía hacerlo, tal vez la primera vez que lo hablaron llegaron a ese consenso porque vió en la mirada de Richie suplica. Él nunca se lo dijo, pero siempre sintió que Richie era el más afectado por su regreso, más de lo que él mismo se sentía. Y lo entendía. O trataba.
Richie había vivido más de 14 meses creyendo que estaba muerto, llorando cada noche por lo sucedido en Neibolt Street y visitando Derry cada mes para revivir aquel mal recuerdo.
O eso es lo había dicho una noche que el castaño aún no había logrado conciliar el sueño. Lo escucho hablar entre susurros medio dormido y decidió dejarlo así sin preguntarle al respecto.
Él sabía de los sentimientos del de lentes, lo hacía hace mucho tiempo. Pero jamás creyó que se mantuvieran después de tantos años.
Y en esos días, verlo llorar de esa forma, aferrándose a él mientras repetía que no quería volver a perderlo. Le había roto el corazón.
No quería que Richie sufriera. No más.
Esto era como un regalo para Richie, y también para él.
Debía admitir que tenerlo esos días para si sólo habían sido estupendos. Disfrutando de sus abrazos, sus caricias, sus malos chistes, algunos coqueteos y varios insultos de por medio, habían sido en mucho tiempo, sus días favoritos.
Porque él tampoco había olvidado sus sentimientos.
Pero era tiempo de sentar cabeza.
Tiempo de hablar con los demás, salir de esta pequeña ilusión, y sobretodo, volver a la realidad.
Aunque él deseaba una realidad en dónde no tuviera que alejarse nuevamente de Richie Tozier.
Esa noche volvieron a hablar.
Eddie le explicó que quería contarle a los demás, que quería verlos y sobretodo estar ahí mismo delante de ellos para poder explicarles lo poco y nada que sabían de su regreso.
Richie lo entendió.
Richie siempre haría todo lo que Eddie quisiera, porque lo amaba y nunca se negaría a algo que lo hiciera feliz.
Con lágrimas en los ojos, y una pequeña hoja arrugada con los números de los demás perdedores, Richie se acercó al teléfono de su casa para comenzar a marcar número por número a sus distintos amigos.
Sentía un dejavú.
Ese momento hace un tiempo atrás en que Mike Hanlon le había marcado diciéndole debía volver.
Trato de dejar esos pensamientos atrás.
Esto no era lo mismo.
Eso estaba muerto, jodidamente muerto.
Y ahora su llamada no era con malas noticias, sino todo lo contrario.
Aún así tenía miedo, porque era algo que ya había acostumbrado a sentir cuando se trataba de Eddie.
No miedo de él, mucho menos de estar con él.
Pero si de lo que ocurriera.
Tenía miedo de perderlo, y mierda que se lo había repetido como un loco los primeros días, pero pensaba torpemente que si lo repetía, no sucedería.
Suspiró.
Eddie ya se había acostado en la cama y ahí lo esperaba, había costado un poco que aceptará ya que según él era mejor que Richie mantuviera un apoyo moral de su parte.
Pero Richie sabía que debía hacerlo solo.
Rompería en llanto si lo tenía a su lado, tomándolo la mano y observándolo con sus lindos ojos cafés.
Porque Eddie lo hacía vulnerable.
Y suspiró.
Marco el primer número en su lista y sintió un ligero escalofrío cuando escuchó la voz de su amigo contestar.
—Habla Richie. Tengo que contarte algo.
Era hora.
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𝐋𝐎𝐒(𝐕)𝐄 | REDDIE
Fanfiction𝐋𝐎𝐒(𝐕)𝐄 | ❝ Han pasado 14 meses desde la muerte de Eddie Kaspbrak, los perdedores restantes han aprendido a sobrellevar sus vidas después de ese atosigante suceso pero el único que parece no superarlo es Richie Tozier. Lo extrañaba, joder, lo...