19 | Myra

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—¿Te encuentras bien? — el de lentes se había percatado del estado afligido del menor.

—Hable con Myra. — Richie lo observó atento, su estómago quiso correr al baño y vaciarse en el escusado.

—¿Y como salió?

Richie no quería parecer dolido, sabía que esto tarde o temprano sucedería. Solo quería saber que era lo que Eddie haría al respecto.

—Bien, supongo. Le dije que la llamaría después para decirle cuando iría. — suspiró. —De eso quería hablar contigo.

—¿Conmigo?

—Si... — frotó sus manos nervioso. —No sé cómo llegar al aeropuerto, y mucho menos tengo dinero para comprar pasajes. Quería saber si me pudieras prestar y después te lo devuelvo. Lo prometo, cada centavo. Yo solo debo llegar con Myra y después le pediré de los ahorros que...

Richie lo detuvo.

—Hey, tranquilo. — le tomó el antebrazo acariciando suavemente. —El dinero es lo de menos. Si no te has dado cuenta, me sobra. — sonrió. —Puedo acompañarte si quieres.

—Gracias, pero es algo que debo hacer yo. — suspiró. —Si me acompañarás al aeropuerto estaría muy agradecido.

—Claro, Eddie. — Richie sonrió, su corazón latió rápidamente. Una pregunta le carcomía la cabeza. —¿Volverás? digo... ¿te quedarás allá o volverás? sabes que eres bienvenido cuanto quieras acá.

Eddie asintió.

—Volveré. Solo iré por un día. — Richie soltó una sonrisa. Se relajó notablemente tras su respuesta.

—Bien, tus pedidos son órdenes.

—Es: «tus deseos son órdenes» — Eddie sonrió. 

—Lo mismo.

El menor negó, adoraba a ese hombre.

[•••]

Eddie había hablado con Myra nuevamente pocas horas después, le dijo que el día de mañana iría donde ella y así conversarían. Su esposa —entre quejidos y sollozos— acepto y después de unas cuantas súplicas las cuales el castaño trató de tranquilizar, colgó la llamada.

Richie lo esperaba arriba, ya se había tendido en la cama y observaba el techo como él lo había hecho la noche anterior. Se acomodó a su lado, y en silencio fue el quien se acercó a abrazarlo. Richie le correspondió, como siempre, y ambos de sumergieron en el silencio de la noche.

Al día siguiente Eddie se preparó para viajar, realmente no poseía nada ahí que fuera suyo así que a pesar de las quejas de Richie que le decía que llevara de lo que quisiera de esa casa ya que compartían hasta calzoncillos. Eddie se negó.

Lo primero que se anoto mentalmente fue traer su ropa.

Ambos pasado las 10 de la mañana tomaron rumbo al aeropuerto, iban medianamente tarde porque Richie tardo de salir del baño —según él mismo, secretos de belleza— pero el trayecto se hizo más corto de lo que imaginaron y prontamente estaban ambos esperando que dejaran ingresar al menor a su vuelo.

—Es momento. — Richie asintió ante las palabras del castaño, las personas comenzaban a abordar el avión.

Richie abrazo a su amigo por los hombros, escondió su cabeza cerca de su cuero cabelludo y le susurró que cualquier cosa le marcará —ya que Richie le había dado un celular para que se comunicara con él—.

Ambos se despidieron difícilmente y a pesar que Eddie iría únicamente por un día, Richie sintió que ya lo necesitaba de vuelta.

El avión partió a los pocos minutos dejando a Richie desahuciado, trató de devuelta a su casa pasar a comprar más alimento —ya que las cosas comenzaban a escasear— y se distrajo por algunas horas llevando insumos necesarios para su hogar. De vez en cuando agregó ciertos alimentos que conocía que al castaño le gustaban, y evitó las marcas que contenieran altos químicos en sus productos.

𝐋𝐎𝐒(𝐕)𝐄 | REDDIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora