𝐋𝐎𝐒(𝐕)𝐄 | REDDIE

25 | ESO

Algo le quemaba, su garganta se cerraba y no podía pronunciar palabra al de lentes frente a él.

Eddie intentó gritar, pero no pudo.

Sus pies tambalearon y cayó de rodillas mientras su cuerpo de a poco dejaba de reaccionar, sus ojos era lo único que podía mover y observaba como uno por uno sus amigos se desvanecían.

Estaban en la cueva de eso.

Se encontraban tal cual ese día que fueron a matarlo, eso como un gigante payaso-araña detrás de ellos y todos observando a Eddie quién yacía en el suelo sin poder efectuar algún tipo de movimiento o ruido. Escuchaba su risa, el payaso reía mientras Bill, Mike, Beverly, Ben y Richie desaparecían entre la oscuridad. Las luces aparecieron en el cielo.

Tres bolas de humo y luz moviéndose sobre el castaño.

Todo le daba vueltas, entre ese azulado color de las luces, y la oscuridad de aquella cueva, sonó un ruido escalofriante que lo hizo temblar y pronto todo desapareció.

Despertó.

—¡Eddie! — el de lentes «quién seguía con los lentes de contacto» lo observaba preocupado mientras lo meneaba ligeramente por los hombros. —Eddie, Eddie, Dios. — le tomó las mejillas divisando que no tuviera algún daño, Eddie hizo una mueca. —¿Estás bien? No parabas de removerte y sudar, pensé que... mierda.

—Si. — susurró. Aún sentía un ligero escozor en la garganta. —Estoy bien.

—Mierda, qué fue eso. — más que una pregunta, pareció una exclamación. Richie estaba preocupado, se le notaba en cada fibra. —¿Son pesadillas? ¿Necesitas alguna pastilla? ¿Ir al doctor?

Richie hablaba tan rápido que por un segundo el castaño se preguntó si era el Richie que conocía, comenzó a maldecir y Eddie sonrió «nada a cambiado».

La sonrisa rápidamente se que quitó, recordó su sueño por primera vez desde que volvió y un escalofrío lo recorrió.

—Eso. — pronunció. Sintió terror de sólo decirlo.

—¿Qué? — Richie negó aterrorizado. No, no podía ser cierto lo que escuchaba. —Eddie, dime por favor que no es... eso.

Eddie asintió preocupado, lo recordaba.

Todos los sueños que tuvo con anterioridad también llegaron, muy similares al que tuvo hoy, aunque en algunos podían notar imágenes familiares de lo que era Derry y puntos específicos de su niñez. Algunos se repetían una y otra vez con la única diferencia que pudo por un segundo ver a una tortuga. En lo más alto, entre el vórtice de oscuridad, aquel animal lo veía mientras Eddie caía en lo más profundo.

El castaño despejó sus pensamientos cuando escuchó el sollozo del mayor, observó a su amigo —quién definitivamente ahora era más que su amigo— el cuál lo abrazaba mientras soltaba pequeños gruñidos acompañados de gimoteos.

—Rich, hey. — el castaño pronunció.

—Lo matamos, Eddie. Lo matamos. — habló entrecortado. —Está muerto. No puede ser él.

Eddie le acarició el cabello.

—Tranquilo. — le susurró. —Tal vez no sea lo que pensamos...

—Eddie, ya te perdí dos veces. No quiero hacerlo nuevamente. No ahora. — murmuró observándolo. —Por favor, no quiero.

El castaño quiso llorar, la manera en que Richie decía aquello era tan desgarrador que le partía el alma. Él tampoco quería perderlo.