𝐋𝐎𝐒(𝐕)𝐄 | ❝ Han pasado 14 meses desde la muerte de Eddie Kaspbrak, los perdedores restantes han aprendido a sobrellevar sus vidas después de ese atosigante suceso pero el único que parece no superarlo es Richie Tozier.
Lo extrañaba, joder, lo...
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— Bill Denbrough —
El ojiazul contemplaba por la ventana absorto de lo que enunciaba su esposa en la siguiente habitación.
—¡Bill! ¿Me estás escuchando?
Bill se acomodó, asintió repetidas veces percatándose luego que su mujer no era capaz de visualizarlo.
—Si... si, cariño. — suspiró. Dejó nuevamente el celular que tenía en mano en la mesa, y siguió el sonido de la voz de Audra.
—¿Y qué te dijo Richie? ¿Aceptó por fin venir unos días de vacaciones?
Audra lo miró con sus suaves ojos azules.
Audra Phillips, su esposa desde ya más de 11 años «casi 12», estaba consiente —después de una gran charla— de los sucesos ocurridos en Derry una vez que volvió. Bill intuyo que ella no le había creído en algunas partes del relato —cosa que entendía, ya que cualquiera que lo escuchará creería que es un loco— pero en vez de tacharlo de mentiroso o insultarlo, ella únicamente lo había abrazado y repetido que estaba para él.
Bill se apoyó en ella, realmente nunca pensó en todos esos años que llevaban de conocerse «y de matrimonio» que durarían tanto tiempo. Audra como una famosa actriz y modelo, y él como un principiante escritor de 26 años que había logrado el éxito solo 3 años antes.
Eran felices, no podía negarlo.
Aunque los días en que había estado en Derry había sentido esa conexión que siempre tuvo con Beverly, no pudo evitar sentirse mal cuando besó a otra persona que no fuera su mujer.
Pero le era imposible no extrañar a la pelirroja. Beverly Marsh había sido su primer amor, y al momento de llegar a Derry sus recuerdos y memorias habían rebasado su cabeza haciéndolo sentir un millón de sensaciones que no había experimentado en mucho tiempo.
Pero cuando la vió con Ben Hanscom, supo que no la amaba.
Solo mantenía un gran cariño por quién fue su primer beso, y estaba feliz por ella. Realmente lo estaba. Verlos tiempo después en su boda había confirmado lo que cuando niño siempre había temido, y de adulto era feliz de aceptar.
Ben Hanscom siempre la había amado más.
Sonrió enternecido por los recuerdos.
—¿Me escuchaste Bill? Te pregunté si Richard había aceptado venir después que le rogaras por décima vez.
—Eh... — Bill entró por la puerta del comedor encontrándose con su mujer recostada sobre el sillón con un manojo de papeles en las manos. —No logré consultarle. — suspiró.
—¿Qué? ¿Por qué no, cariño?
Audra dejó de lado los papeles, era el próximo libro que Bill había estado escribiendo estos meses —y con un buen final— que Audra estaba leyendo para que le de su opinión. Al parecer iba bien ya que estaba por terminar y no había escuchado ningún comentario de su parte cosa que agradecía mientras tanto porque seguía editando el guión de la secuela de la película en que habían trabajado hace más de un año atrás.
