Miro entumecida hacia la caja azul, atada con un lazo blanco perfecto.
-¿Qué es esto?
-Para ti -murmura y aprieta mi mano. Mis ojos encuentran los suyos y no sé qué decir.
-No deberías haber hecho esto -mi voz es un susurro.
-No lo has abierto todavía -responde secamente, pero sus ojos están atentos. Tengo certeza de que esta no era la respuesta que él estaba esperando. No quiero herir sus sentimientos. Agarra la caja y me la pasa-. Ábrelo, bebé.
Abro la cinta y debajo de ella hay una nota.
Me hacen recordarte. Simplemente hermosa.
-Oh Dios mío, Luke.
Sonrío para él, y veo sus hombros relajarse un poco con mi sonrisa.
Está sentado al frente, inclinándose sobre la mesa, esperando con expectativa a que abra la caja. Levanto la tapa y suspiro.
Envuelta en raso azul de Tiffany, hay un fino collar de perlas. Tiene un cierre de platino, y las perlas son blancas lechosas, con un brillo que casi refleja al arcoíris con las luces brillantes alrededor de nosotros. Las levanto fuera de la caja, y son lisas y frías al toque.
-Luke, son fabulosas.
-Aquí. -Levanta con gracia su delgado cuerpo de la silla y viene para quedar detrás de mí, tomando el hermoso collar de perlas de mis manos, extendiéndolas. Lo coloca en mi cuello, y mis dedos las tocan inmediatamente, cuando lo cierra en él.
Van apenas hasta mi clavícula. Se inclina y me besa suavemente en la mejilla, me ofrece su mano, cuando Norah Jones comienza a cantar.
-Baila conmigo. -Sus ojos azules están brillando de felicidad, y estoy tan enamorada, tan apegada a él, que simplemente no consigo resistirme.
-Sería un placer -me acerca hacia sus brazos y comienza a bailar conmigo alrededor del patio-. Gracias por el hermoso collar -le susurro.
-Fue un placer, linda. Quedan perfectas en ti -me balancea hacia delante y hacia atrás al ritmo de la música, y después se inclina y coloca sus labios suavemente en los míos.
-Eres bueno en esto.
Me sonríe.
-El estudio me hizo tomar clases.
-Lo apruebo.
-Estoy feliz de escuchar eso. -Cuando la música termina, me atrae más cerca contra su pecho y envuelve sus brazos alrededor de mí, plantando sus labios suavemente en mi frente.
-Ven a casa conmigo esta noche.
-¿Prefieres ir para tu casa hoy en la noche?
-Sí. Te quiero en mi cama.
Sonrío y paso mis dedos por sus cabellos rubios suaves, y encaro su bello rostro. Sus ojos son muy azules, su barbilla sin afeitar. Nunca amé tanto a alguien.
-Está bien. Voy a necesitar algunas cosas de mi casa.
Sus dedos trazan mi piel, luego abajo de las perlas y un escalofrío corre por mi espina dorsal.
-Jules ya se hizo cargo de todo.
Levanto una ceja.
-Estabas seguro de que diría que sí.
-Solo estaba esperanzado, bebé. -Besa mi frente nuevamente, y agarra mi rostro en sus manos. Sus labios encuentran mi nariz, mi rostro y después se posan suavemente en mis labios. Es uno de sus besos especiales, y suspiro, cuando mi estómago se aprieta.
-Llévame a casa -susurro contra sus labios y parpadea, ardiendo de deseo. Me lleva de vuelta para la mesa y veo que nuestras cosas fueron reunidas y, probablemente, llevadas hacia el auto. Un camarero aparece con mi abrigo y bolso y Luke pega su mano en la curva de mi codo y me acompaña de vuelta al auto, deslizándose por el asiento de cuero detrás de mí.
Dentro del auto, hay una nueva botella de champagne y otra rosa roja.
-¿Qué hay contigo y las rosas rojas?
-¿No te gustan? -Su voz está preocupada, y arruga su frente.
-No, las amo. Solo me estás consintiendo. -Entierro mi nariz en la flor y lo encaro a través de mis pestañas.
-Estás muy bonita ahora, con las perlas, vestida negro y la rosa roja presionada en tu rostro -pasa el dedo por mi rostro y suspiro.
-Gracias.
-Ven aquí. -Me levanta sin esfuerzo hacia su regazo y me recuesto en él, enterrando mi rostro en su cuello.
-Esta noche fue la más mágica de mi vida, Luke.
Siento su sonrisa cuando besa mi frente.
-La mía también.
***-Despierta, bebé, estamos en casa. -Luke besa mi cabeza y acaricia mi mejilla con sus dedos.
-Discúlpame, me quedé dormida. -Me siento y noto que todavía estoy sujetando la rosa.
-Amo sujetarte mientras duermes, nena. Vamos, entremos. -El chófer abre la puerta de Luke y sale, tomándome de la mano y conduciéndome fuera del auto. Él le agradece al chófer y me acompaña hacia la casa.
Mis pies comienzan a sentir los efectos de mis fantásticos zapatos, pero no quiero quitármelos todavía. Luke me quita la chaqueta de los hombros, deslizando sus dedos por mi piel y haciendo que mi libido se despierte.
-¿Te duelen los pies? -es siempre tan consciente de cómo me siento, y eso me hace sonreír.
-Un poco, pero estoy bien.
Se inclina, me toma en sus brazos y me lleva hasta su cuarto.
-Realmente te gusta cargarme -murmuro y beso su mejilla.
-Es por razones puramente egoístas.
-¿Eh? ¿Y cuáles son esas razones? -Beso su rostro nuevamente. Amo la forma en cómo me siento con su piel contra mi rostro.
-Bueno. Uno: Me gusta tenerte en mis brazos. Y dos: No quiero que te quites esos zapatos todavía.
Me lleva hacia el cuarto y me coloca sobre mis pies. Da vuelta a un interruptor en la pared y el cuarto se ilumina levemente, jugando sombras suaves en todo el entorno.
-Déjame ayudarte con el vestido.
Me volteo, y besa mi hombro, mientras baja la cremallera en la espalda y desliza las mangas por mis brazos. El vestido cae a mis pies. Toma mi mano, para salir del vestido. Suspira dando un paso para tras, sin tocarme, y nunca me sentí tan bonita. Sus ojos brillan con adoración y deseo, deslizándose desde mi cabello y el collar de perlas, hasta mis senos, mantenidos firmemente en su lugar por un sujetador sin tirantes de encaje negro que caía. Baja su mirada sobre mi braguita de encaje negra, mi liga, medias y matadores zapatos rojos. Sí, sé que debo estar increíble ahora, y me siento poderosa, sexy, y es el mejor sentimiento del mundo.
No me muevo en su dirección, me quedo parada, dejando que me saboree con los ojos. Lentamente levanto mis manos y suelto mi cabello, dejándolo caer sobre mis hombros, los ganchos cayendo al suelo.
-Esta es una fantasía que tenía, volviéndose realidad, Natalie. -Traga en seco y flexiona las manos en puños, y sé que está muriendo por tocarme. Sonrío suavemente, no queriendo romper este hechizo. Llevo la mano atrás de mí, para soltar mi sujetador y lo dejo caer junto a mi vestido en el suelo, liberando mis senos. Mis pezones están duros, sobre su mirada hambrienta.
-¿Qué quieres que haga ahora? -susurro.
Sus ojos se concentran en los míos, un poco vidriosos como si estuviera intoxicado, pero sé que no es del vino que tomó esta noche. Cierra los ojos un segundo, y entonces comienza a tirar sus ropas, dejándolas caer en el suelo.
De repente, está de pie delante de mí, desnudo.
-Casi tengo miedo de tocarte -susurra.
-¿Por qué? -Inclino mi cabeza a un lado, confundida. ¡Tócame! Por favor, por el amor de todo lo que es sagrado, ¡tócame!
-Tengo miedo de que no seas real. -Y viendo la vulnerabilidad en sus ojos, voy hasta él, llevando mis manos a su pecho, sobre sus hombros y en su cabello. Sus ojos azules están fijos en los míos y sonrío tiernamente.
-Soy real, y soy tuya. -Me pongo de puntillas y le doy un beso. Se estremece, expirando profundamente. Baja sus manos a mi trasero y me levanta envolviendo mis piernas alrededor de su cintura, y nos lleva hacia su cama. Pero no me suelta, me sujeta firme en sus brazos increíblemente fuertes, y me baja hasta la cama suavemente, sin retirar los labios de los míos.
Me besa locamente, vorazmente, colocando mi rostro en sus manos, mientras se cierne sobre mí, apoyándose en los codos. Mis manos bajan hacia su espalda y su trasero, y de vuelta hacia sus hombros. Su erección está contra mi braguita mojada, y ahora frota sus caderas hacia el frente y hacia atrás, enviando rayos de electricidad en mi cuerpo.
-Dios, estaba fantaseando sobre esto desde el día en que te conocí -murmura, mientras lleva su boca hasta mi cuello.
-¿Sobre qué?
-Tú, las perlas y estos zapatos, debajo de mí.
-¿Y es igual a como lo soñaste? -Suspiro, cuando se frota contra mí nuevamente, y aprieto mis piernas alrededor de sus caderas.
Sonríe contra mi cuello.
-Mejor de lo que jamás imaginé posible.
Frota su nariz a lo largo de mis perlas.
-Estás magnífica con ellas.
-Las amé. Gracias.
Se inclina en los codos y me fija con aquellos ojos brillantes azules. Acaricia mis mejillas con sus pulgares y corro mis dedos por su cabello.
-¿Qué pasa? -pregunto, deleitándome con la manera intensa en que me está mirando.
-Te amo.
Las palabras son fuertes, firmes, sin excitación, y su mirada intensa nunca vacila, y sé que está hablando exactamente de lo que está sintiendo. Mi corazón salta un latido, y lágrimas se deslizan de mis ojos, cierro su rostro precioso con mis manos, mientras miro hacia mi increíble hombre.
-También te amo. -Enjuga mis lágrimas con las puntas de los dedos, y enseguida se inclina y besa mis párpados.
-No llores, bebé. -Sus labios rozan levemente mi mejilla y vuelven a mis labios nuevamente, estoy completamente entregada a él.
-Haz el amor conmigo, por favor. -Lo quiero más que cualquier cosa en la vida. Quiero sentirlo, quiero ver la pasión en su rostro, cuando estalle dentro de mí. Él sonríe con ternura, se sienta y empuja mis braguitas con sus pulgares. Levanto las caderas, para que las pueda deslizarlas por mis piernas hacia abajo. Vuelve encima de mí, pasando la mano en mi pierna, a lo largo de mi media, y frotando levemente los dedos sobre mi piel, donde termina la media. Es delicioso.
Su talentosa mano se mueve entre mis piernas y desliza dos dedos dentro de mí, su pulgar haciendo estragos en mi clítoris y me inclino hacia arriba en la cama.
Oh Dios, eso está tan bien.
-Siente, bebé.
Oh, lo siento. Mis caderas giran, mientras sus dedos empujan dentro y fuera de mí en un ritmo sensual. Se inclina y me besa, su lengua invadiendo mi boca con el mismo ritmo de sus dedos. Luego que siento mi cuerpo acelerarse, y que comienzan los escalofríos, los saca de mí.
-¡No!
Me sonríe y rápidamente me llena, enterrándose profundamente.
-Oh, sí.
-¿Mejor? -Sus ojos queman los míos y se comienza a mover, superándome con las sensaciones. Mi cuerpo está en llamas, mi corazón tan lleno de amor por este hermoso hombre. No consigo encontrar mi voz, entonces simplemente concuerdo con mi cabeza, agarrando su trasero apretado, y empujándolo hacia mí.
-Oh nena, estás tan estrecha. -Contraigo la mandíbula y aprieto mis músculos más íntimos, sabiendo que está cerca de correrse, y voy con él.
-Córrete conmigo, mi amor. -Sus ojos se abren y después se cierran de nuevo, cuando se estremece dentro mío, mi cuerpo lo acompaña, apretando a su alrededor, pulsando con la necesidad.
-¡Oh Natalie, sí!
***Luke está en su lugar preferido, con la cabeza descansando entre mis senos, sus brazos abrazando mis caderas, y nuestra respiración está comenzando a desacelerarse.
No puedo creer que tuve que esperar veinticinco años para que un hombre verdaderamente hiciera el amor dulce y tiernamente conmigo. Bueno, veintiséis años el próximo sábado. Tampoco puedo creer, que simplemente hayamos dejamos salir la palabra "A".
Espero que eso no sea solo del calor del momento, por causa de nuestra noche romántica. Pero mientras miraba dentro de sus ojos, cuando dijo aquellas dos palabras, sé que quiso decir eso. Aunque nos conocemos hace tan poco tiempo, y todavía hay mucho que aprender. También sé que mi corazón nunca estuvo tan lleno de amor, y nunca conocí un hombre de esa especie, inteligente y dulce como él es. Me siento segura con él, y principalmente me siento hermosa y querida.
Sí, tiene un lado celoso, pero ¿no lo tenemos todos?
-No pienses tanto sobre eso, bebé.
Miro hacia abajo y frunzo el ceño.
-¿Pensar en qué?
-Escucho las ruedas girando en tu linda cabeza. -Besa mis senos, y rueda a un lado, quedando delante de mí, apoyando su cabeza en su codo.
-No estoy pensando.
-No eres una buena mentirosa. -Se inclina, besa mi nariz y acaricia un mechón del cabello en mi rostro.
-Necesito quitarme el collar. -Me siento y le doy la espalda, sintiendo sus dedos en mi piel, abriendo el cierre.
-¿Por qué? -Mira el collar sobre la mesita de noche y vuelve a la cama.
-No quiero que las perlas se enganchen en algo y se rompan en medio de la noche. -Suspiro y deslizo mis manos por su cadera.
-No estaba hablando sobre eso, ya sabes.
Sonrío y me estiro perezosamente.
-Lo sé.
-¿A qué hora tenemos que levantarnos mañana? -Estoy aliviada por cambiar de tema. Tengo mucho en que pensar.
-Mi clase es a las nueve.
-Entonces es mejor dormir un poco.
-No voy a dormir con estos zapatos.
Se ríe y se sienta, deslizando cada zapato fuera de mis pies y colocándolos suavemente en el suelo. Entonces, suelta mis medias de liga, bajándolas por mis piernas.
-Tienes hermosas piernas, bebé. -Las besa, y después tira las ligas, reuniéndolas en el suelo. Gatea de vuelta a mi lado y nos cubre con el edredón, empujándome hacia sus brazos. Descaso mi cabeza en su pecho y suspiro, sintiendo sus labios en mi cabeza.
-Ve a dormir, hermosa.
-Buenas noches -murmuro y caigo en un sueño exhausto.
***Me despierto de repente y me acerco a Luke, pero él no está ahí. La cama está fría y vacía.
¿A dónde fue? Me pongo la camisa blanca que él usó en la cena, y dejo el cuarto. No está en el ático, entonces bajo. Está oscuro todavía. No lo veo en la sala o en la cocina. Me estoy empezando a asustar cuando veo un movimiento en la terraza. Voy por la oscuridad hasta la puerta abierta. Está de pie en la barandilla, iluminado por la luna. Está usando pantalones de pijama oscuros, que caen sobre sus sensuales caderas, y está sin camisa.
Está con los codos apoyados en el parapeto, mirando el agua azul oscura. Voy por detrás de él y beso su espalda, envolviendo mis brazos en su cuerpo. Amo sujetarlo así.
-¿Te desperté? -susurra.
-No, me desperté porque saliste. -Lo beso nuevamente-. ¿Estás bien?
-Estoy bien, solo que no podía dormir -se gira e inclina sus caderas en la barandilla, envolviéndome en sus brazos. Su rostro bañado por la luna, sus ojos fijos en los míos.
-¿Cómo estás?
-Exhausta. Vuelve a la cama.
-Sí -susurra y besa mi cabeza-. Veo que tomaste prestada mi camisa de nuevo.
-Es un pésimo hábito mío.
-Está bien, me la puedes devolver allá. -Me carga, y río, mientras me lleva de vuelta al cuarto.