8. Repulsión

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- ¿Estás mejor?

Caleb sale por cuarta vez en toda la tarde del cuarto de baño, tras haber echado por completo la comida del mediodía, y sin intención alguna de contarme qué ha ocurrido en casa de Cedryc para que haya enfermado su cuerpo de esta manera.

- Creo que voy a dormir pegado al váter. - bromea, aunque sin intención alguna.

- Debes tener el estómago vacío, cariño. - le digo preocupada. - Quizás si te preparo algo más ligero no termines vomitando.

Caleb niega con la cabeza, y desabotonando su camisa, se sube en la cama y se tumba en ella.

- Échate conmigo. - dice invitándome a la cama. - Tú me haces bien.

- ¿No vas a decirme qué ha ocurrido? - le pregunto. - ¿Has peleado con Cedryc por Grace? Mira que me asombró volver y no encontrarla. Pero parece que se ha reconciliado con Leonard y por eso viajaron a Barbados.

- No, nada de eso. - responde. - C ya está mejor. O, por lo menos, eso es lo que él cree.

Desde esta mañana que regresó al rancho a por Killian y a por mí se ha mostrado bastante callado y retraído. De hecho, he llegado a pensar que algo grave ha tenido que suceder, porque de camino a casa detuvo varias veces el coche en plena carretera para vomitar escondido entre los arbustos. Y al llegar a casa, más de lo mismo. Por eso, ahora con su silencio desbordándolo todo, temo que tarde demasiado en dignarse a compartirlo conmigo. Porque ese fue su gran error, y el mío, con el viejo Caleb. Siempre guardándoselo todo para sí mismo, y cuando menos lo esperábamos, el demonio en su interior emergía sin compasión.

- Y tú, ¿estás bien?

Caleb busca mi mirada y niega con la cabeza.

- No, no estoy bien. - responde. - Seth se apareció en su apartamento.

¿Quién demonios es Seth?

Y, rápidamente por mi expresión, Caleb se ha dado cuenta de que no sé de quién me está hablando.

- Da igual, mi amor. - dice escondiendo su cabeza en mi pecho. - Sólo quédemonos aquí tumbados. Hagamos el amor de esa manera. En silencio.

- Ahora eres Caleb el poeta. - comento tras lo que acaba de decir. - Pero está bien, tengo un rato hasta que Killian despierte de la siesta para estar contigo.

- Amo a Killian. - declara para mi sorpresa. - Pero hay veces que sólo te quiero para mí.

Todo esto lo dice sin dignarse a mirarme a los ojos, sólo concentra su fuerza en envolver mi cintura con sus brazos, como si realmente temiera que fuera abandonarlo mientras duerme. Pero es él quien me deja por sumirse en su sueño, porque no pasan más de cinco minutos, hasta que lo siento respirar relajadamente a mi costado.

Y yo también hubiese querido dormir pegada a su cuerpo, pero un insistente timbre rompe de golpe toda intención. Por eso, acabo levantándome de la cama lentamente, a expensas de no despertarlo, y salgo de la habitación en dirección a las escaleras. Sin embargo, nada más asomarme, diviso el perfil griego de Cedryc pegado al cristal de la puerta, y eso provoca que éste presione con más insistencia el timbre.

<<Esto no me gusta nada>>, digo para mí misma al ver que tiene compañía.

- ¡Anaïs! - exclama viniendo a mis brazos. - Me dolió que no vinieras tú a consolarme, pero te quiero demasiado cómo para reprchártelo.

- Caleb no me permitió que lo acompañara. - me justifico apenada. - De todas formas, me alegra verte más animado. Realmente me asustaste mucho.

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