- C, deja de llorar. - las palabras de Cedryc no surten efecto, y lo único que puedo es ocultar mi rostro sobre el volante. - Por favor. Vas a conseguir que yo también me eche a llorar.
- No quiero perderla, hermano. - le hago saber. - Te juro que me muero si la pierdo. ¡Me muero!
Cedryc se acurruca a mi costado, y me besa la sien a modo de consuelo, aun cuando mi corazón está igual de roto que el suyo. Porque C, de alguna manera, también tiene cierta dependencia emocional hacia Anaïs, y no soportará que ella no esté a su lado. En realidad, los dos somos dos esperpentos que si no fuera por mi esposa viviríamos a la sombra, lejos de todo ápice de amor y felicidad.
- Anaïs te ama, Caleb. Lo he visto. - me recuerda. - Tu hijo también te ama. Y haré lo que sea para ayudarte a recuperarlos.
- ¿Viste cómo Anaïs me miró? - le pregunto. - Nunca me había mirado así, C. La he decepcionado por completo.
- La verdad es que sí, hermano. - responde, y me mata por dentro. - Oye, pero la puedes recuperar. Ella no te ha pedido el divorcio, es más, te está dando tiempo. Tiempo para que le demuestres que te mereces otra oportunidad.
Después de todos estos días lejos de Anaïs, nada más verla deseé tanto besarla. Apoderarme de esa boca que causa estragos en mi interior, así fuera en contra de su voluntad, pero ella no se lo merece. Anaïs está muy dolida. Y sólo hubiera conseguido que ella me desprecie más de lo que ya lo hace, y perderla para siempre es una realidad que no estoy dispuesto a hacer frente.
- Soy un mal marido. Un mal hombre. - digo con toda la culpabilidad mordiendo mi pecho. - En realidad, C, nunca me la he merecido.
- Oye, yo fui el primero en decirte que no te la merecías. Pero no lo creía realmente. - se justifica. - Anaïs es una mujer especial. Y sé que cuando te eligió, fue porque sabía que eras capaz de darle todo el amor que necesita. Hermano. - dice buscando mi mirada. - Lucha por ella.
- Primero tengo que encontrar a Wade, C. - le digo encendiendo el coche. - Saber que ocurrió exactamente entre Jada y él. Entre Jada y yo.
- Quizás deberíamos ir a visitarla al hospital. - comenta C mientras se pone el cinturón de seguridad. - Sé que no está bien de la cabeza, pero quien sabe si nos saca alguna duda que otra. Además, ese médico suyo no ha dejado de llamar.
- Te juro que aquel día sentí ganas de estrangularla. - suelto furioso. - O de estrangularme a mí mismo. Ya no lo sé.
- No juegues con eso, hermano.
- ¡No voy a poder mirarla a la cara, C! - exclamo. - Me asquea.
Pero media hora después, estoy aparcando frente al hospital psiquiátrico de Villa Bonita Asylum a causa de la insistencia de Cedryc, cuya labia ha terminado convenciéndome de hablar con Jada O'Brian. Menos mal que el doctor Rold no ha puesto impedimentos para que Cedryc esté a mi lado durante la visita, pues también confía en que él sepa controlar mi carácter y me aleje de cualquier enfrentamiento con ella.
- Por aquí, por favor. - nos dice uno de los enfermeros señalando el jardín.
Hemos tenido que pasar por una inspección exhaustiva para deshacernos de cualquier artilugio con el que los enfermos puedan hacerse daño.
- ¡Caleb, cariño! - exclama Jada corriendo hacia mí. - Tenemos que irnos de aquí. Quieren hacer daño a nuestro bebé.
- Santo dios... - le oigo murmura a Cedryc.
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No me olvides🌾
RomanceAnaïs Coleman tenía la vida que siempre había deseado, con un marido al que amaba y al cuál consideraba el amor de su vida. Caleb era un sueño hecho realidad. Así que, cuando el pequeño fruto de su amor empezó a crecer en el interior de su vientre...