Capítulo 26

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- Señora Coleman, buenos días. - saluda.

El señor Wells está esperándome en el aparcamiento del centro penitenciario dónde Grace se encuentra en espera hasta el día del juicio. Era de suponer que a Caleb le correspondía visitar a su madre como ha hecho con Cedryc el día anterior, pero por mucho que se preparó mentalmente para este día, en el último minuto sufrió un ataque de ansiedad y he tenido que ocupar su lugar.

- Buenos días, señor Wells. - respondo besando su mejilla.

El hombre es un auténtico encanto, al igual de educado y atractivamente inteligente.

- Creí que vendría el señor Coleman. - comenta mientras avanzamos hacia la entrada del centro. - ¿No ha podido venir?

- Señor Wells, la relación entre Grace y Caleb es bastante complicada. Y la sensación de abandono de él por ella ha existido toda su vida... - le explico. - y como comprenderá, ahora mismo Caleb está atravesando un torbellino de sentimientos.

- Aunque no lo crea, lo entiendo. - comenta. - Que sea abogado, no implica que haya perdido mi humanidad.

- No, no. Yo no quería decir eso. - me disculpo inmediatamente.

- Tranquila, señora Coleman. - responde abriendo la puerta para mí. - No la estaba acusando de nada. Ahora sólo ocupémonos de Grace. Necesito que la convenza de que tiene que confiar en mí. Es dura de roer.

Nada más llegar, el señor Wells se ocupa de hablar con los oficiales, y tras atravesar el detector de metales sin problemas, uno de ellos nos lleva hasta una sala gris y fría, de aspecto descuidado, que no hace más que ponerme los pelos de punta. A causa de esto, el señor Wells me ofrece un pequeño gesto de cariño, tras haberse dado cuenta del estremecimiento que he sufrido.

Ya llevo varios días con el cuerpo descompuesto, y quizás todo se deba al estrés que estoy sufriendo.

- Sólo media hora. - expone el oficial tras abrir la puerta de la sala.

Y tras él entra una Grace Coleman como nunca antes la había visto. Ella que era una especie de Marilyn Monroe en plena madurez, ahora no es más que una sombra de la mujer a la que conocí. Se acabaron para siempre las joyas, la ropa de marca y el maquillaje fino.

- Anaïs...- pronuncia Grace con los ojos llorosos.

El oficial ata sus esposas a la mesa de metal, y se marcha de la sala a expensas de esa mirada precavida que le echa al señor Wells. Casi, de inmediato, tomo las manos de Grace para brindarle algo de apoyo porque aquí es el único contacto que se permite.

- Grace...yo no sé qué decir. - estoy a punto de echarme a llorar.

- No hay mucho que decir. - responde. - Pero me alegra verte, Anaïs. Mi hijo...como están mis bebés. Cedryc, él debe estar pasándolo mal.

- Ayer mismo estuve con él. - le informa el señor Wells. - No le voy a mentir, señora Coleman. Cedryc no lo esta pasando bien. Como ve, nadie de su familia lo está pasando bien.

- Yo no-no pretendía...- y Grace se echa a llorar desconsoladamente. - Ni siquiera entiendo todo lo que pasó. ¡Fue tan rápido!

- Señora Coleman, cálmese y escuche. - le sugiere Theodore. - El fiscal va a plasmar a Seth como un hombre decente, amigo de sus amigos y de buena reputación de cara a su comunidad.

- ¡Seth era un monstruo! - exclama para mi sorpresa. - Dañó a mi bebé. Pero soy yo quien se merece pudrirse en una celda. ¡No lo protegí!

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