Capítulo 14

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Gracias por leer💕

Que desconfío del regreso de Caleb a la Constructora, sí.

Que desconfío de la cercanía que Wade y Jada tendrán con Caleb durante varias horas al día, también.

Desconfío hasta del aire que respira mi marido cuando esa mujer se encuentra a su alrededor, es así, y no puedo negarlo. De hecho, me hierve hasta la sangre el simple pensamiento de imaginarla a su lado, acariciando sus manos o proponiéndole descaradamente que pase a su lado una noche de amor.

No, Anaïs.

Mejor deshazte de esos pensamientos horribles que no hacen más que torturar tu alma, y échale un par de ovarios a la vida. Caleb Coleman ya no es el mismo hombre al que conociste, no después del accidente, y debes confiar en el amor y en el deseo que te ha demostrado hasta el día de hoy.

- Mami. Mami. - clama Killian tirando de mi pantalón. - Ayúdame a guardar los juguetes, por favor.

- Sí, cariño. - respondo distraída. - Enseguida voy a la habitación.

Llevo más de media hora pegada a la ventana imaginando su auto entrar en el garaje de nuestra casa. Otra vez de vuelta a mis brazos. A los de su hijo. Independientemente de que ayer revelara ese carácter un tanto posesivo, y termináramos teniendo un sexo improvisado e intenso en el cuarto de baño, sin importarnos que Cedryc y Jude Grimes estuvieran esperándonos en el salón en compañía de nuestro hijo.

Hicimos algo nuevo y riesgoso, y lo disfrutamos.

Por eso, imaginar perder esos privilegios con el hombre que amo ha hecho que lleve todo el día angustiada, y con el estómago en la garganta, pues sólo bastaría una acción o una mala respuesta de su parte para que yo termine hecha un mar de lágrimas.

- Mami. Mami. - vuelve a llamarme Killian desde las escaleras. - ¿Me ayudas o no?

Abandono mi puesto junto a la ventana y me reúno con Killian en las escaleras para subir a su habitación. Mi pequeño lleva todo el día jugando, encerrado en su mundo, lo cual ha hecho que envidie aquellos años en los que la vida no resultaba tan difícil.

Aquella en la que todo se arreglaba al día siguiente.

- ¡Ya estoy en casa!

- Papi. Papi llegó. - chilla Killian poniéndose en pie. Y mi corazón vuelve a latir. - Papi. Papi.

- ¡Yo también!

La voz de Cedryc nuevamente vuelve a llenar nuestra casa.

- ¿Anaïs?

Al salir de la habitación, nada más llegar a orillas de las escaleras, diviso a los gemelos discutiendo por lo bajo, aun con los abrigos puestos, y pegados a la puerta. Por los gestos de Caleb deduzco que está invitando a C a abandonar la casa, pero éste se niega rotundamente, y en cuanto a ve a Killian unirse a ellos, lo toma entre sus brazos con la intención de hacer un escudo de él.

- ¿Qué ocurre? - pregunto. Caleb me niega la mirada, y es Cedryc quien termina mostrándose bastante tranquilo. - ¿Caleb?

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