- Cedryc, compórtate. - lo corrige Caleb mientras sostiene a un dormido Killian sobre sus piernas. - No te he traído para que la líes en casa de los Harrison.
Cedryc como un niño pequeño no reacciona más que sacándole la lengua a su gemelo, y continúa ayudando a Leah a terminar de decorar el árbol, mientras yo continúo cosiendo nuestros nombres en los calcetines de Navidad que vamos a colgar de la chimenea.
- Te tiene domesticado, chico. - le murmura Leah a Cedryc por lo bajo - Aunque mi cuñado a veces tiene alma de dictador, eso hay que decirlo.
- Leah.... - le llamo la atención. - haz el favor de centrarte en terminar ese árbol. Por si no te has dado cuenta, hoy es nochebuena.
- Y mañana Navidad, ¿y qué?
- ¿Te parece normal estar decorando el rancho en Nochebuena? - pregunto molesta, aun sabiendo que no habrá una respuesta razonable de tu parte. - Y no utilices ese discurso barato conmigo de que la Navidad es una invención de este mundo globalizado y consumista, y no sé que otra patraña más. Porque en esta casa celebraremos las fiestas, te guste o no.
- Es que es una invención, Anaïs. - se defiende ella. - Una auténtica pérdida de tiempo. De hecho, ahora mismo podría estar con Cedryc en una disco gay pasándomelo muy bien.
- Puedo llamar a Vito para que nos recoja. - le sugiere Cedryc, pero la mirada asesina de Caleb le obliga a morderse la lengua.
Sin embargo, Cedryc y ella empiezan a cuchichear, y a compartir sonrisas cómplices, considerándose los mejores aliados en esta cruzada antinavideña. De alguna manera, el pensamiento de mi hermana y del gemelo no se diferencia mucho del de Caleb, quien aun al estar en completo silencio, opina lo mismo respecto a esta festividad. Es más, los meses de Diciembre casi siempre se muestra más ausente de lo habitual, y mucho más distante, por lo que difícilmente puedo contar con su apoyo.
Para él, la nochebuena no es más que un simple trámite al que está obligado a cumplir.
Por consideración hacia mí.
- La Navidad era la época del año favorita de mamá, Leah. - le recuerdo. - No puedo creer que hables de ello con tanta frivolidad.
- Esto no tiene nada que ver con mamá, Anaïs. - replica ella haciéndome frente. - ¿Es acaso un pecado que la Navidad ya me parezca absurda?
- ¡Leah! - clama mi padre entrando en el salón. - Esta noche quiero paz en esta casa, así que respeta a tu hermana.
- Haced lo que queráis. - me acerco a Caleb, y tomo a Killian en mis brazos. - Estoy cansada de intentar hacer de nosotros una familia. Así que, si queréis marcharos, allí tenéis la puerta.
- Morena... - dice Caleb poniéndose en pie. - Ya basta.
- Esto también va por ti, Caleb. - le hago saber, aunque sienta cómo los ojos se me empañan. - Sé que opinas lo mismo que ellos, aunque calles. Además, no tengo derecho a obligaros a hacer nada que no queráis.
Y sin más que añadir, subo las escaleras con prisa, aún con Killian aferrado a mi cuerpo, evitando por todos los medios no romper en llanto delante de ellos. Estoy cansada de ir a contracorriente. Porque desde que mamá murió no he hecho más que intentar mantener unida la familia, y desde que Caleb y Cedryc aparecieron en mi vida, lo único que he intentado es regalarles un poco de ese calor de hogar de la que ellos siempre han carecido.
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No me olvides🌾
RomanceAnaïs Coleman tenía la vida que siempre había deseado, con un marido al que amaba y al cuál consideraba el amor de su vida. Caleb era un sueño hecho realidad. Así que, cuando el pequeño fruto de su amor empezó a crecer en el interior de su vientre...