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Tu mano rozó la suya y la retrajo sorprendida. Corrió entonces entre los dos tormentoso el silencio. Tu por duda, ella por sorprendida... Tu mano puso aún más espacio con la suya, y ella que por lo contrario se moría.
—¿Cómo es que de mi sentimiento no conoces? Si es por ti que solo vivo de suspiros.
—¿Cómo he yo esto de saberlo? Si tu mano ansiada me embarga en pena por tu rechazo.
Su vergüenza fue la causante ironía de su anhelo y tú falto de entenderlo. Retardó su inexperiencia, tan esperada cercanía; hasta que audaz decidiste derretir el hielo que marcaba entre ambos la macabra lejanía.
—Brindame tu mano blanca, mi niña. Que percibo en tu mirada que quiere descansar en la mía. Y déjame robarle a tu boca un beso, que con solo pensarlo, ya por ello muero.
—No solo mis labios temblorosos te entrego completos, también mi corazón, el que hace ya tiempo te pertenece por entero.
La distancia entre tú y ella por completo se rompió y pasó a ser pacto de amor la entrega en aquel beso.
MIL
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