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Hoy mi cuerpo desea contemplación en la desnudez de su alma y por ello lo dejaré gustoso expresarse a sus anchas. Le permitiré que sea, que se muestre, que sea hoy lo que desea. Y si quiere desvestido beberse gota a gota hasta la última luz de las estrellas para degustar en su paladar de su néctar, que así sea.
Si quiere desarropar sus defectos y virtudes en los bosques verdes de su deseo le permitiré por hoy la libertad de hacerlo. Y si quiere acunarse en la media luna de febrero desvestido, que se de el gusto de arrullarse en ella.
Si se le antoja nadar la desnudez de sus anhelos en los mares del cielo para bautizarlos con el firmamento, no seré hoy yo, quien le merme ese deseo. Y si se le ocurriese como a Lady Godiva, por compasión a caballo, mostrarse con sus cabellos tan solo por vestido, seguro que hoy no se lo prohíbo, porque mi cuerpo hoy, tan solo pretende y quiere, mostrar de su alma el desnudismo más íntimo y etéreo y con tan solo Dios como único testigo. MIL
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