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No sabes las veces que vertieron mis ojos mares de sangres a solas. Ni siquiera de mis instantes sumergida y ahogada en las arenas movedizas de mis tempestades. De cuantas veces me han asesinado las vanidades mundanas. O de mi alma herida y errante por calles de adoquines de olvidos.
No sabes, no imaginas siquiera, de todas las noches que no he dormido por calarme sin pausas las penas y convertir sus fauces mis entrañas en jirones... Mientras de ellas comía. O porque vestida de noche cómplice y amiga me visitaba una luna negra. Como tampoco sueñas siquiera, de mis veces bebiendo del ofrecimiento de un cáliz creyendo que era vino, y era veneno.
No sabes ni remotamente de todas las veces que se derrumbó y quiso desaparecer mi alma embriagada de traición y engaño. No, no sabes, no imaginas siquiera de las tantas veces que morí y a nacer he vuelto...
MIL
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