Los cinco amigos recorrían la feria del pueblo con grandes muestras de entusiasmo por parte de los más jóvenes. Los ojos brillantes recorrían los kimonos en exhibición en las estanterías y las golosinas fastuosas que se brindaban a los concurrentes.
- ¡Mira, Kenshin! ¡Qué kimono tan hermoso!- exclamó una linda jovencita de 18 años de edad, de pelo negro recogido en una coleta con una colorida cinta y ojos expresivos de color azul índigo.
- ¿Quiere comprarlo, Kaoru-dono?- preguntó el hermoso joven que estaba a su lado, quien tenía el cabello más rojo que el refulgente fuego, los ojos color violeta azulado, iba armado con una espada a su costado y mantenía una expresión de lo más dulce y amable en su rostro- Puede hacerlo si quiere.
- Deberíamos comprar algo más práctico, Ken-san. No podemos desperdiciar el dinero en tonterías- espetó una bella mujer de 23 años, cabello negro como ala de cuervo que sobrepasaba su cintura, piel pálida, ojos de color marrón oscuro y expresión frívola y algo altiva.
- ¿¡Cómo que tonterías, Megumi!?- chilló Kaoru molesta, viendo con ojos torcidos a la mujer.
- ¡Ay, fea, la doctora kitsune tiene razón!- se entrometió el niño de unos 11 años, quien tenía cabello negro en punta y ojos color café oscuro- ¡Mejor compramos algo de comer!
- ¡Yahiko, no metas la cuchareta!- gritó Kaoru alterada, soltándole un puñetazo en la cabeza al chiquillo, quien se sobó el chichón adolorido.
- A mí me da igual, de todas formas no tengo ni un centavo- resopló un chico de 20 años, alto, fornido y con cabello y ojos del mismo tono castaño.
- Raro sería que tuvieras, Sanosuke- le reprochó Kaoru.
- Bueno, bueno. Es mejor que nos decidamos, pronto se hará de noche- intervino Kenshin con un tono y sonrisa conciliadora.
De pronto, sus agudizados sentidos despertaron en alerta total, como si le acechara algún peligro. Un olor a flores de cerezo invadió su nariz, percatándose de que un pétalo había caído en su hombro, pese a no ser la temporada de floración de estas plantas. De la multitud que colmaba la feria surgió una preciosa joven, cuyos ojos, labios y mejillas tenían el mismo color a vida de los cerezos japoneses. El flequillo de su cabello castaño caoba enmarcaba de una forma muy favorecedora su rostro de angelicales rasgos, su piel era más blanca que la nieve y su algo rebelde pelo alcanzaba su cintura, tan bien proporcionada como el resto de su cuerpo. Sus ojos puros y expresivos parecían buscar a alguien en medio de la multitud, centrándose rápidamente en el pelirrojo de ojos violeta llamado Kenshin. Sin pensar en lo que hacía, corrió hacia él y lo agarró por los hombros, mirándolo directamente a los ojos.
- ¡Por favor, abandona Japón! ¡Huye a un lugar donde no puedan encontrarte!- gritó a voz en cuello de manera frenética, sacudiéndolo sin romper el contacto visual con él.
- ¿Oro?
- ¡Vete antes de que la Jinchuu te alcance!- siguió insistiendo con vehemencia, provocando estupefacción tanto en el pelirrojo como en sus amigos.
De repente, la chica perdió todo el color de su rostro y cayó desmayada, siendo gentilmente sostenida por Kenshin. Megumi se acercó a ella y le tocó la frente.
- Padece una fiebre muy alta- informó.
- Eso explica ese exabrupto tan extraño- señaló Sanosuke.
- ¿La conoces, Kenshin?- cuestionó Kaoru.
- Para nada.
- Hay que llevarla a mi consultoria ante todo. Está mal- anunció Megumi en un tono grave.
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Antes del amanecer...el aroma de los cerezos [Rurouni Kenshin Fanfic]
FanfictionObsesionado y consumido por su sed de venganza, Enishi Yukishiro ha regresado a Tokyo para poner en marcha su plan contra ese hombre al que odia tanto; sin embargo, hay alguien que tratará de detener esa locura: su hermana gemela. Sakura Yukishiro...