Capítulo 4: Acercándose

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- ¡Dime la verdad! ¡Sakura-san y tú tienen una relación! ¿¡No es cierto!?

- No sé de qué habla, Kaoru-dono.

- ¿¡Acaso no los acabo de ver muy abrazados como dos tortolitos!?

- No le veo nada de malo. Sakura-dono estaba preocupada por algo y quise brindarle mi apoyo y consolarla.

- ¿¡Eres un zapato o qué!?

- ¿Oro?

- ¡Desde el primer día en que ella te sacudió en la feria, no hay ni una sola vez en que no hagas esa cara de bobo al verla!

- ¿Por qué habría de molestarle eso, Kaoru-dono?

- Pues...porque... Yo... ¡¡Eres un idiota, Kenshin!!

Sakura se encontraba particularmente incómoda ante la escena que le había tocado presenciar; más que nada, porque sentía que era su culpa, que ella era una especie de intrusa rompehogares que había llegado para enturbiar la relación existente entre Kaoru y Kenshin. Nunca había sido su intención que la kendoka de cabello negro le reclamara de forma tan airada, descompuesta y hasta sarcástica al desconcertado pelirrojo, al cual sus ingenuas respuestas terminaron por ganarle un buen puñetazo en su lindo rostro. Ni qué decir que nunca hubiese esperado que Kaoru se marchase prácticamente huyendo hacia su habitación con los ojos copados de llanto, ni mucho menos que su primera reacción al verla entre los brazos de Kenshin de una manera algo íntima, pero no por ello menos amistosa y bienintencionada, hubiese sido clavarle una mirada cortante como la katana más afilada. Aunque Sakura se hubiera acercado al joven espadachín con la intención de conocerlo bien, no tenía una relación peculiar con él; mas eso no significaba que le era indiferente, y de seguro Kaoru lo habría notado. A medida que fue conviviendo más con Kenshin y sus amigos, ella comenzó a abrigar un sentimiento especial por él; y, a esas alturas, para qué negar que ese pelirrojo le movía el piso. Aún así, le pareció demasiado desproporcionada la reacción de Kaoru. ¿Tanto drama porque el joven de ojos violeta la había abrazado? ¿O porque a ella le gustase Kenshin? Kaoru era una mujer celosa, Sakura lo sabía, pero era de conocimiento general que Kenshin era un hombre muy cálido y cariñoso; ese era, de hecho, uno de los rasgos más encantadores del pelirrojo. Tampoco se justificaba porque ella tuviese un gusto por el joven; no habría nada que temer por un simple afecto pasajero, o un sentimiento platónico, no correspondido. A menos que...

- Disculpe a Kaoru-dono, está muy estresada últimamente.

La sonrisa del pelirrojo le devolvió el sosiego. En verdad, Sakura no acumulaba mucha experiencia en lides amorosas. Debido a su gran belleza, a la chica no le habían faltado pretendientes de todo tipo y clases sociales, pero su hermano nunca había permitido que ningún hombre se le acercase demasiado. Intentos de impresionarla, traducidos en flores, invitaciones y regalos caros le habían sobrado; pero aquellos hombres frívolos y machistas, cuyas claras intenciones eran las de meterla en sus camas, no lograban inspirarle ni un mal pensamiento. En realidad, ella siempre había sido bastante indiferente a esas cuestiones, pues su hermano no le permitía mucha libertad de acción. Eso había cambiado nada más poner un pie en su querido Japón, su añorada tierra natal, cuando decidió que debía contrariar de una vez todos los deseos de Enishi; su vida delincuencial tenía que quedarse en China para siempre, y eso también incluía su alocada venganza, cuyos detalles apenas sabía en parte, y no precisamente porque él se los hubiera dicho. Eso había sido lo que le llevó a conocer a Kenshin: pensó que prevenirle acerca de las asechanzas de Enishi era lo único que podía hacer, pero luego había concebido la idea de juzgarlo por sí misma. Y, simplemente, se había encariñado con él. Era algo inevitable, pues el joven ex hitokiri era lo más cercano al hombre soñado que una podía tener la suerte de encontrar: atractivo, protector, valeroso y con un sentido del humor que lograba relajar cualquier ambiente. Sakura solo pensaba en ello al ver esa carismática sonrisa cargada de ternura, el tipo de sonrisa que te llegaría al alma y te aliviaría cualquier pesar.

Antes del amanecer...el aroma de los cerezos [Rurouni Kenshin Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora