Antes del amanecer...el aroma de los cerezos [Rurouni Kenshin Fanfic]

Capítulo 13: Alguien más

Enishi se levantó del suelo con dificultad. La rabia brotaba de sus ojos turquesa.

- Eso fue muy peligroso, nee-chan- le reprochó a la joven de cabellos castaños, quien lo miraba con profundo enfado aún aferrada a las manos de Kenshin- ¡Se convirtió en Hitokiri Battōsai, tú misma lo viste! ¿Acaso no te das cuenta de que pudo haberte lastimado...?

- Cállate, Enishi Yukishiro- lo interrumpió Sakura de forma cortante- ¡Kenshin jamás me lastimaría! Él no es como tú, ¡no importa si es Battōsai o no!

- Pero, nee-chan...- tartamudeó Enishi, quedándose helado ante el desprecio con el que lo había tratado su gemela.

- ¡Vete! ¡Vete y déjalo en paz, Enishi!- gritó ella furiosa, un par de lágrimas de rabia rodaron por sus mejillas- ¡Déjanos en paz a todos!

El joven de cabello blanco miró las magulladuras que le había provocado a su preciosa y dulce hermana tan solo por osar contrariarlo y entendió con dolor que no tenía derecho a intentar solicitar su perdón; por lo menos, no en ese momento, cuando la había tratado una vez más como a un objeto de su propiedad que su peor enemigo pretendía arrebatarle. Herido en su amor propio, dio media vuelta para emprender un nuevo camino.

- Como demostración de mi arrepentimiento por el daño que hice, respetaré el deseo de mi nee-chan- murmuró antes de perderse en un recodo del empolvado camino- Pero nos volveremos a ver, Kenshin Himura...

Una vez que hubo perdido de vista a su hermano, Sakura se desplomó llorando en los brazos de Kenshin, el cual la consoló con tiernas caricias.

- Tranquila, cariño- susurró- ¿Quieres dormir conmigo esta noche?

Sakura asintió y esbozó una sonrisa alegre entre sus pesadas lágrimas, mientras se perdía en aquella cálida mirada violeta del hombre que le sonreía con la amabilidad de siempre. Nadie podría sospechar lo que pasaría después...

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Instalarse en la habitación fue sencillo para Kenshin y Sakura, quienes solo tuvieron que agregar un futon y algunas mantas extras. Sin embargo, conciliar el sueño no le resultó tan fácil a la joven pareja, pues las preocupaciones invadían sus mentes a cada momento. Al percatarse de que el pelirrojo no estaba dormido, aún cuando se había acostado sobre el futon rompiendo su costumbre de dormir recostado a la pared por petición de Sakura, ella se le acercó reptando por entre las sábanas y le dio un profundo beso en los labios para ahuyentar las preocupaciones que turbaban a ambos. Cuando se separaron y encontraron sus miradas... Sakura supo que Hitokiri Battōsai no se había ido del todo. Los ojos de Kenshin habían adquirido un precioso tono dorado que, lejos de atemorizarla, la hipnotizó con su profundidad y belleza. Esa mirada ya no era fría ni asesina como la de antaño, sino llena de pasión, deseo y necesidad. La agarró por el cabello y la besó con ansias desbordadas, mordiendo desesperadamente sus labios al tiempo que la acomodaba de manera que ese hermoso cuerpo femenino estuviera debajo del suyo.

- Vas a saber lo que es ser verdaderamente poseída por un hombre- susurró contra sus labios, ahora era Battōsai quien mandaba- Haré que grites y supliques por más, pero obedecerás todo lo que yo te diga.

Sakura se sonrojó completamente y desvió la mirada; no conocía esa faceta de Kenshin.

- Espera...

- Mírame- exigió él, su voz ronca era tan dominante que la estremeció- Relájate, no te haré daño.

Ella se obligó a mirarlo mientras prácticamente le arrancaba su yukata de dormir y se desnudaba sin ningún tipo de calma. Luego, la tomó con algo de fuerza por las muñecas y el cabello, echando su cabeza hacia atrás y aprisionando sus manos sobre ella para dejar expuestos su cuello y sus pechos. Empezó a dejar un camino de besos húmedos por esas regiones, succionando aquí y allá y presionando sus dientes sobre esa nívea y tersa piel.