Capítulo 3: Kendo

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- ¿Adónde vas?

La pregunta sobresaltó perceptiblemente a la joven de cabello castaño. Había estado saliendo a hurtadillas de la amplia y lujosa residencia estilo occidental que servía de escondite a su hermano para ir a entrenar al dojo Kamiya durante esos tres meses. Si Enishi sabía de sus escapadas, prefería no darse por enterado..., al menos hasta ese día.

- Yo...solo voy a dar un paseo rápido por la feria- explicó Sakura, intentando no delatar el nerviosismo que la poseía- No te preocupes, nii-san, Xing me acompañará.

Enishi la miró con suspicacia por sobre sus lentes oscuros. Él había experimentado un drástico cambio de humor durante la última semana; se le veía muy satisfecho por algo, pues su rostro siempre mostraba una amplia sonrisa ciertamente malévola. Sakura no recordaba haberlo visto sonreír con alegría desde que era un niño; las sonrisas de su gemelo siempre eran cínicas, burlonas o maliciosas, pero nunca alegres. A la joven le entristecía esto.

- De acuerdo, pero no demores.

Él sabía que no podía condenar a su hermana a ser una prisionera en aquellas cuatro paredes porque él tuviera que esconderse, aunque le costara separarse de ella. Xing era, en su muy acertada opinión, un tipo cobarde y totalmente ineficaz que solo fungía como guardaespaldas de lujo para personas a las que difícilmente les harían un verdadero atentado. Solo no lo había echado de una patada en el trasero debido a las súplicas de Sakura de mantenerlo como su guardián y porque, muy en el fondo, sabía que ese chino de edad madura daría la vida por la joven Sakura.

- Estaré de vuelta antes de lo que piensas, nii-san.

Sakura le sonrió dulcemente a su hermano y salió casi corriendo de la casa, con Xing pisándole los talones. Antes de ir al dojo, pasó por una escuelita rural en donde enseñaba caligrafía y dibujo a un grupo de niños pobres. Le encantaba hacer esa clase de labor comunitaria, y no era infrecuente verla realizando esos trabajos en los barrios más marginales de China. No corría peligro alguno allí; todos sabían que era la hermana del mafioso más poderoso de China y nadie se hubiera atrevido a agraviarla, so pena de provocar que rodaran las cabezas de los atrevidos. Sin embargo, en Japón todo era distinto. Al llegar a la humilde escuela hecha con tablas de madera, vio a un grupo de hombres que parecían estar desvalijando lo poco que había allí.

- ¿¡Pero qué hacen!?- gritó Sakura con firmeza, aproximándose a ellos a paso vivo- ¡Deténganse!

- Miren, muchachos- la señaló el hombre que aparentaba ser el jefe, un tipo de espesa barba negra, malignos ojos grises y un aspecto tan desagradable como la cicatriz que cruzaba su barbilla- Al fin aparece algo que valga la pena. 

Los harapientos mal encarados y poco agraciados que lo acompañaban -unos cinco o seis sujetos- dejaron escapar unas risotadas burlonas a la vez que miraban con lascivia a la joven recién llegada, que retrocedió intimidada un par de pasos.

- ¡Pero qué belleza!- exclamó el más feo de aquellos tipos, acercándosele con la intención de tomarla por el mentón.

- ¡No toquen a la señorita Sakura!- chilló indignado Xing, abalanzándose sobre el sujeto; mas solo consiguió recibir un par de palazos en la cabeza por parte de otros dos, lo cual le dejó noqueado.

- ¡Xing!- exclamó preocupada Sakura, inclinándose hacia su guardaespaldas y revisando los chichones que se hinchaban en la cabeza de este.

- Tú vendrás con nosotros, muñeca- sentenció el primer hombre con una sonrisa lujuriosa- Te divertirás, te lo aseguro.

Sakura trató de mostrar valor, pero las piernas le flaqueaban a medida que retrocedía con lentitud. Una gota de sudor se deslizó desde su sien hasta su mejilla; la tensión flotaba en el ambiente. El hombre parecía disfrutar de su temor mientras se le encimaba despacio, acorralándola como un depredador a su presa. Sakura miró brevemente a los niños; diez chiquilines de no más de ocho años, de ropas estropeadas y caras sucias, pero tan inocentes y puras como el agua de un manantial. Permanecían agazapados en un rincón, viendo a aquellos bandidos con ojos espantados. Uno de ellos, más valeroso que el resto, se interpuso entre el jefe de los malandrines y Sakura.

Antes del amanecer...el aroma de los cerezos [Rurouni Kenshin Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora