Capítulo 16: Nacimiento

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Era una madrugada muy fría, el viento silbaba en medio de los árboles a pesar de que no llovía. Kenshin no podía dormir. Su instinto le decía que algo estaba a punto de suceder. A inicios de esa semana, Megumi le había hecho la revisión de rutina a Sakura, y su conclusión fue que a la futura madre le faltaba muy poco para conocer a su bebé; aunque, según los cálculos de la pareja, faltaba alrededor de un mes aún para que eso ocurriese. Sin embargo, el pelirrojo experimentaba una especie de presentimiento que lo tenía inquieto. El quejido de dolor emitido por su mujer golpeó sus oídos y activó todos sus sentidos de guerrero.

- ¿Qué sucede, cariño? ¿Te sientes mal?- preguntó preocupado, acariciando el cabello de su esposa.

- ¡Kenshin, ya viene!- masculló como pudo Sakura, incorporándose a duras penas del futon y agarrándose el enorme vientre con sendas manos.

- ¡Oh, por Kami!- exclamó por lo bajo el joven de cabello carmesí, quedándose paralizado por la noticia durante un instante, en estado de shock; mas al ver a su mujer retorciéndose de dolor, se espabiló y pasó a la acción- ¡No te preocupes, amor, voy por ayuda y ahora regreso!

- ¡No! ¡No me dejes sola, Ken...!- lloriqueó Sakura, presa de inimaginables dolores.

- No te preocupes- le repitió Kenshin suavemente, ayudándola a acostarse de nuevo sobre el futon con mucho cuidado- Le pediré a Nagisa-dono que te haga compañía mientras voy a buscar a Megumi-dono.

- Está bien. Pero apresúrate, por favor- dijo Sakura a media voz, sujetando durante un momento la mano grande y cálida de su esposo.

- Tranquila, volveré en menos de lo que te imaginas- expresó Kenshin, besándole la frente para luego salir rápidamente de la casa.

El espadachín de cabello escarlata tocó desesperadamente la puerta de la casa contigua a la suya. Sabía que estaba mal, dado lo avanzado de la hora, pero la seguridad de su esposa era la prioridad y necesitaba que alguien la acompañase en tanto él iba a por los doctores. Al cuarto toque, la puerta se descorrió, dejando ver a una arrugada anciana de ojos grises con el canoso cabello recogido en un moño alto y una cara de susto digna de lástima.

- ¡Ah, Kenshin! ¡Eres tú, hijo!- suspiró en gesto de alivio la anciana mujer.

- Nagisa-dono, mi mujer se puso de parto y tengo que ir en busca de los doctores- explicó atropelladamente el pelirrojo, su ansiedad era tan notoria que inspiró pena en la mujer mayor- ¿Le importaría acompañarla mientras lo hago? No puedo dejarla sola.

- Claro que sí, hijo. ¡No faltaría más!- replicó la anciana Nagisa rebosando empatía y entusiasmo por la noticia- Ve tranquilo, que voy a llamar a mi hermana y las dos cuidaremos de Sakura-san hasta que vuelvas. ¡Qué belleza, ya vas a ser papá!

Nagisa le avisó a su hermana, quien era más joven que ella, y no tardaron en llegar al lado de Sakura, que seguía quejándose a causa de los terribles dolores. Kenshin sintió algún alivio al saber que su mujer estaba bien cuidada, pero su inquietud y preocupación por ella y el bebé eran mayores. Partió raudo en dirección a la clínica Oguni, donde se encontraban Megumi y el doctor Gensai. El pelirrojo se había ganado su sangrienta fama debido a la rapidez de sus movimientos, pero esa noche fue más rápido de lo que jamás lo había sido en un campo de batalla. Al llegar a su destino, ni siquiera se tomó el tiempo para recuperar el aliento, sino que tocó con fuerza la puerta, sin pensarlo demasiado.

- ¡Ya voy! ¡Ya voy! ¡No echen la puerta abajo!- se oyó la enfadada voz de Mugumi desde adentro.

Cuando descorrió la puerta, pudo ver al joven de ojos violeta todo sudado y jadeante a causa de la carrera emprendida, pero el brillo ansioso de sus ojos se lo dijo todo.

Antes del amanecer...el aroma de los cerezos [Rurouni Kenshin Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora