Abrí los ojos cuando la luz del alba entraba por las persianas. Me estiré con cuidado de no despertar a Luc, el cual dormía a mi lado profundamente. Sonreí al verle. Me encantaba despertarme con él a mi lado. Era una sensación de paz y de que todo iba a salir bien. Si. Él me daba esa paz y cariño que siempre había necesitado.
Me levanté, me puse una bata de seda que tenía en el armario y salí del cuarto, cerrando despacio. Bajé a la cocina para hacer café, pero descubrí que Nana ya estaba levantada y preparando todo para el desayuno.
-Buenos días, cielo.-Le sonreí abrazándola. La había echado mucho de menos y necesitaba uno de sus abrazos.-Ey…¿Estás bien?
-Si, Nana. Solo necesitaba un abrazo tuyo. Solo eso.-me apretó contra ella.-Te echaba de menos.-La miré.-Pero ya estoy mejor. ¿Que haces tan pronto levantada?
-Ha llamado la familia de tu marido. Llegarán en un rato a casa. Han querido estar aquí contigo. Y tu prima ha llamado también. Me ha dicho que el ataúd ya ha llegado a Madrid y lo están llevando al tanatorio.
-Iré a despertar a Luc, entonces. ¿Puedes preparar la mesa del desayuno? Y por favor, siéntate con nosotros a desayunar…-Asintió.
Yo por mi parte me fui a mi cuarto para despertar a mi marido. Entré dejando la puerta abierta y gateé sobre la cama. Comencé a darle besos, sonriendo, haciéndole despertar poco a poco. Cuando vi que estaba ya medio espabilado, besé sus labios despacio, consiguiendo que me siguiera y me pusiera bajo él. Reí divertida ante su reacción.
-Que traviesa…-sonreí de lado.-Y que buen despertar.
-Tu familia está al llegar para el funeral. Mi padre creo que ya está en el tanatorio.-me miró acariciando mi mejilla.-Así que tenemos que desayunar e ir hasta allí. Nana ya tiene el desayuno listo.-asintió besando mi frente.
-Entonces bajemos. Ya disfrutaré de ti más adelante.-sonreí tímida.-porque tengo muchas ganas de volver a disfrutar de ti…-me sonrojé ante lo que acababa de decir.
Desayunamos los tres juntos, esperando a que llegase la familia Schröder. Llegaron justo cuando estábamos acabando el café. Nana, como ya estaba vestida, se ofreció a ayudarles con las maletas y les sirvió algo de beber mientras esperaban por nosotros. Luc se puso un traje negro con la camisa en blanco y corbata y zapatos en el mismo color que el traje. Yo por mi parte me puse un traje de chaqueta negro, con camiseta del mismo color. Los zapatos tenían un poco de tacón y me eran cómodos para aguantar todo el día.
Una vez estuvimos todos listos, salimos en distintos coches para el tanatorio. Allí yo tomaría las riendas tanto de la empresa de mi padre como de los preparativos del funeral. Ya estaba bien de que mi prima se ocupara de todo ya que no era su responsabilidad.
La prensa se arremolinaba en la entrada del tanatorio. Yo bajé con Nana, escudándome en unas gafas de sol. Entré seguida por la familia Schröder, haciendo caso omiso de los medios de comunicación. Nada más entrar, fui hacia mi familia, donde mi tío me abrazó triste y derrotado. Yo le devolví el abrazo con cariño y ternura. Él lo echaría más de menos que yo. Luego seguí con mi tía y mi prima. Saludé a todos los presentes de diferentes maneras y también recibí las condolencias de muchos compañeros y socios de mi padre. Las agradecí de corazón.
Decidimos incinerar a mi padre en la más estricta intimidad. Mi familia y la de mi marido. Mi tío dijo unas palabras, dando las gracias a quien había venido, contó algo sobre ellos en la infancia y durante su vida y, cuando acabó, dimos paso a la incineración.
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Un matrimonio a la fuerza
RomanceCuando Alice y Luc se ven obligados a casarse, montan en cólera y se niegan a hacerlo. Pero poco a poco tendrán que acostumbrarse a ser un matrimonio y aprender a vivir juntos y quizás también a...amarse.