Capítulo 2

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Por favor, comentad cuando leáis. Sería genial saber qué es lo que pensáis, de si os gusta o no, qué es lo que puedo cambiar...cualquier crítica será bien recibida! Espero que os guste!!

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Bajamos de la limusina nada más aparcar delante de la puerta. Acomodé mi vestido a mi cuerpo para que no se viese más de lo permitido. Mi padre me miró con mala cara, cosa que no era muy rara, ya que siempre reprobaba todo lo que hacía. Negué andando hacia la puerta, pero me agarró del brazo deteniéndome y girándome hacia él.

            -Espero que te comportes. Ya bastante has hecho con levantarte a esas horas intempestivas.-resoplé cansada de todo eso.-ahora se buena, no digas ni una sola palabrota, no hables mal y contesta adecuadamente, te lo pido por favor.-asentí mirándole sin decir nada de nada.-bien, vamos adentro.-volví a asentir, entrando tras él. Uno de los camareros se acercó a nosotros para preguntarnos cuántos éramos.-Estamos con la familia Schröder.

            -¡Oh claro! Acompáñenme por favor! Es por aquí.-mi padre sonrió amablemente para después seguir los dos al camarero.-aquí están. Ahora vendrán a tomarle nota de su pedido.-asentimos y mi padre se acercó al anfitrión.

            -¡Christian Leichmann! ¡Cuánto tiempo sin verte!-se abrazaron sonriendo, dándose golpes en la espalda, cual machos cabríos, mostrando su fuerza. Hombres…-¡Que alegría volver a verte! ¿Te acuerdas de mis hijos, Liam y Luc?-mi padre les estrechó la mano sonriendo.

            -La última vez que lo vi me llegaban por la cintura y míralos ahora. ¡Están hechos todos unos hombretones! Esta es mi preciosa hija, Alice. Cielo mío, por favor, acércate y salúdales. Son amigos de la familia de toda la vida.-me acerqué y el tal Christian besó mi mejilla sonriendo.

            -No creo que se acuerde de nosotros. Gateaba cuando la vi por última vez. Estás preciosa, pequeña.-sonreí falsamente sin que se notara. Vaya pelotas y lame culos que estaban hechos.-por favor, sentaos y disfrutemos de la comida. Tenemos mucho de lo que hablar.

            Los cabeza de familia empezaron a hablar de cosas que ni me interesaban. Yo por mi parte me sentía observada por dos pares de ojos, iguales o eso era lo que me parecía a mi. Me serví una copa de agua para después beberla de golpe, dado que tenía una resaca inmensa. Los dos jóvenes que me miraban sonrieron divertidos.

            -Salí de fiesta ayer, así que…podéis comprender cómo me siento en este momento y las ganas que tenía de venir a la comida.-les dije tranquila acomodándome en la silla.

            -Claro que si. Hiciste bien y nosotros también hemos venido obligados aquí. A saber qué quieren nuestros padres para tenernos aquí y no hacernos ni caso, mientras hablan de negocios que ni a nosotros ni a ti nos interesa.-asentí dándole la razón al chico con una incipiente barba, la cual parecía muy suave.- Soy Luc. Él es mi hermano gemelo idéntico Liam.-alcé una ceja.

            -¿Me estáis tomando el pelo? Porque no os parecéis lo más mínimo.-los chicos soltaron una carcajada divertidos.

            -Me temo que no te tomamos el pelo. Ahora nos diferenciamos mucho, pero de pequeños éramos iguales. De hecho nos cambiábamos la ropa con la que nos diferenciaban y nos hacíamos pasar el uno por el otro. Volvíamos a nuestros padres locos de remate.-comentó sonriendo Liam, que tenía el pelo casi blanco, era de un color grisáceo que le quedaba de maravilla. Parecía un modelo, bueno, los dos lo parecían.

Un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora