Capítulo 40

855 100 34
                                    

Poco a poco te crees tus propias mentiras, llegando a tal grado que dejas de sentir culpa por herir a los que amas, y creo yo, que es en ese punto donde todo te explota en la cara.

Creí que todo saldría como quería, que todos creerían que Ruth era aquella chica que un día se disfrazó de Cenicienta y llegó a una fiesta donde conoció a Ryan. Que ilusa fui al pensar que todo sería perfecto, que ellos no lo descubrirían.

Pero aquí estoy, rodeada de las personas que amo, todos pidiendo explicaciones, sabiendo o sin saber que soy yo, queriendo conocer mi verdadera identidad. Me gustaría decir que no la tiene fácil, que puedo salir de esta, que no podrán atraparme. Pero la realidad eso otra, ellos ya me tienen, ya no hay salida para mí.

Alex ven por las llaves de mi auto — escucho la voz de Daniel, la única persona que no está aquí.

Alex desaparece hacia el patio trasero. Todos comienzan a acercarse lentamente hacia mi. ¿Por qué no pueden correr? ¡Terminen con esto ya! ¿Que no ven que todo acabó?... Todo se acabó.

Cristhel — un escalofrío recorre mi cuerpo al escuchar la voz de Daniel diciendo mi nombre — Corre hacia la cocina, ¡ahora!

Mis pies se mueven sin que mi cerebro haya procesado bien la información. Salgo corriendo hacia la puerta trasera de la cocina, esquivando a todos los invitados que están en mi camino.

—¡Alguien detengala! — grita Samantha.

Los chicos comienzan a impedirme el paso, trato de esquivarlos corriendo lejos de ellos, las chicas ni siquiera se apartan de mi camino, todos haciendo lo que la anfitriona dijo, detenerme. La música ha parado y todos los ojos están en mi, en como me persiguen.

Huyo de todos los que quieren agarrarme, me muevo como si estuviera en el campo de obstáculos que está en la agencia, donde tantas veces imagine que los malos querían atraparme y yo tenía huir. ¿Quienes son los malos aquí?

Con los gritos de Samantha de fondo y las personas intentando bloquearme, al fin llego a la puerta de la cocina. Entro y la cierro después de mí.

La entrada está libre ¡corre Cristhel! — me anima Dani.

Corro con las pocas fuerzas que me quedan. Mis pies quieren detenerse, siento que no estoy avanzando, pero debo obedecer a la voz que me susurra al oído correr sin ver atrás.

Salgo por la puerta principal, corriendo como aquella noche. No sé si es el cansancio o algún otra cosa, pero bajo la escalinata en cámara lenta, como aquella vez, solo que ahora todos observan mis movimientos.

—No vas a salir tan fácil — amenaza un príncipe encantador intentado agarrarme.

Lo esquivo y sigo corriendo.

—Devuelve lo que sea que te hallas robado —  dice un chico capturando mi aljaba.

—Sueltame — pido forcejeando con él.

—Sueltala tú.

Sé que no tengo tiempo que perder en esta pelea cuando veo a mis amigos y la chef salir de la casa y correr hacia mi.

—Lo siento — me disculpo con el chico.

Me volteo de espaldas hacia él sujetando la aljaba, le doy un codazo en el abdomen haciendo que se incline y suelte un poco el agarre. Aprovecho para quitarle mis cosas y terminar de llegar a la salida.

Donde el que alguna vez pudo ser mi príncipe azúl, me espera cruzado de brazos junto a la cabina de vigilancia. Detengo mi carrera al estar a su lado, él ni siquiera voltea a verme.

Misión CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora