Extra 4: Especial de inicio de año

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17 años atrás.

Jorge apreció por quinta vez su reflejo frente al espejo. Esa nueva camisa verde musgo le quedaba bien, pero no le daba la seguridad necesaria para salir de su cuarto. Era noche buena, y como todos los años, su padre había organizado una fiesta para todos sus trabajadores y amigos.

Desde que él podía recordar siempre había sido así. Su madre coordinaba los preparativos, y el pequeño Jorge siempre estaba a su lado, cada año, hasta que ella se fue dejando un vacío en todos.

Ninguna noche buena volvió a ser igual, y esta no sería la excepción, su padre había decidido que ya era tiempo de dejar la agencia y esa fiesta era la ocasión perfecta para presentar a Jorge como el nuevo líder de la agencia de espionaje.

Se observó detenidamente en el espejo, ciertamente ya no era un niño. Aún añoraba esos días, cuando hacia lo que quería, corría por todos lados y los entrenamientos en la agencia eran más juego que trabajo, cuando ella aún vivía, cuando aún podía sonreír con sinceridad.

No podía negar que extrañaba a su mamá, y aunque era muy pequeño cuando ella dejó este mundo, aún podía recordar lo que habían vivido. Todos los juegos, los paseos, sus cálidos abrazos y sus tibios besos, el brillo especial que aparecía en sus ojos cuando él corría a abrazarla, y el calor y amor que se sentía en su hogar.

Sacudió la cabeza intentando apartar la tristeza que sentía, pero esa sonrisa y esos ojos color miel no se fueron, siempre han estado y estarán allí. Jorge respiró profundo y caminó hacia la ventana, buscando en el exterior el valor que necesitaba para bajar al salón.

Vio que los invitados comenzaban a llegar, entre ellos pudo descubrir a su mejor amigo, el único que se había acercado a él cuando su mundo se volvió gris. Luis en verdad era un tipo especial, siempre sonriente, intentando contagiar a todos de su buen humor, sobretodo a él.

Sí, ese era su motivo para presentarse en la fiesta. Se observó por última vez en el espejo y caminó decidido hasta la puerta de su habitación, pero antes de que él se acercara, esta se abrió dejando entrar a una chica que lucía un vestido rojo ajustado, dejando su cabello rubio caer libre sobre sus hombros.

-Jorge viene a buscarte - dijo ella sonriendo, recorriéndolo con la mirada - Tu padre pregunta por ti.

-Estaba por bajar - contestó él sin emoción.

-Los invitados ya están llegando - anunció mientras pasaba sus brazos alrededor de su cuello.

-Entonces no los hagamos esperar - dijo él apartándose suavemente de ella.

Su padre decía que debía casarse para tener un hijo, un heredero que algún día asumiría el liderato de la agencia. Y esa era la parte que a Jorge no le gustaba, no porque no quisiera casarse algún día, sino por que él creía que era muy joven para hacerlo, y fantaseaba con encontrar a la mujer de sus sueños, aquella que le devolviera la sonrisa, cuyos ojos lo hipnotizaran para siempre.

La buscó por algunos años, evadiendo a las señoritas que su padre le presentaba. No pudo encontrarla, y terminó rindiéndose, aceptando desposar a la chica que estaba a su lado. Sin embargo él aún esperaba una señal, para dejar todo y esperar a que su verdadero amor llegara, no amaba a su prometida, e intentaba deshacerse de ella.

Pero parecía que esa chica no captaba las indirectas que él enviaba, pues, sin importar lo que hiciera, siempre estaba allí, a su lado. A Jorge no le gustaba eso, sentía que era un ancla que lo ataba a su realidad y le impedía salir y buscar a su verdadero amor.

Con esos pensamientos terminó de bajar las escaleras e ingresó a la sala, que hoy se veía más amplia sin los muebles. Localizó a Luis hablando con su padre y otros jefes de la agencia, su amigo al notar que había llegado se escabulló hacia él.

Misión CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora