5.

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Era una noche tranquila, ni un peatón ni nadie estaba entre las calles. Excepto este grupo de personas, quienes les gusta el frío de la noche. En esta bella noche, donde las luces de los faroles iluminan las calles, mientras que la nieve caía, la luz amarillenta la hacía parecer estrellas cayendo del cielo.

Hijo de estrellas cayendo del ocaso.

Un hombre se mantenía de pie mirando esto, observando el cielo, perdido en sus pensamientos, mientras su aliento le es visible por el frío.

Unos pasos se oyeron detrás suya, él miró, los ojos azules se encontraron con los castaños del alto pelinegro.

—Askelad.—Pronunció.—¿Que haces aquí?, se supone que deberías estar con nosotros.

El nombrado, volvió su mirada al cielo, parecía que ignoraba las palabras del pelinegro, pero en realidad pensaba lo que diría, hasta le daba cierta pereza responder.

—... Solo disfruto de la vista.—musito.

El más alto se acercó, después de un suspiro, tocó el hombro del rubio y dijo:

—Ven, acompañen, los demás nos esperan.

Askelad, mirando a la nada, se rindió y suspiro.

—Vamos, Bjorn.

Ambos se dirigieron hacia el grupo de bandidos que gozaba, bebían cerveza y reían sin parar, hasta que sus risas las escuchada el cielo, y sus conversaciones eran de lo más interesantes para ellos.

En esa noche, donde las luces amarillas iluminan la oscuridad, y hacen ver la nieve como estragos de estrellas.

Thorfinn, tenía una pesadilla.

El rubio, miró la cara de su padre, su rostro, cada facción, cada padre de él, la miró. Todo eso que amo, se fue, porque la imagen de ese rostro tan preciado fue manchado con sangre.

Sangre carmesí.

Un centenar de imágenes de los recuerdos de lo que sucedió ese día, pasaron en segundos, hasta detenerse donde él era un niño y solo lloraba desconsolado, mientras el cuerpo de su padre ya se de pie sobre el asfalto.

Despertó.

Agitado, jadeando, respiraba con fuerza, era como si se ahogase, a pesar del frío en el ambiente, sudaba y tenía la piel de gallina.

Canute se dio cuenta de esto y despertó, pero para cuando abrió sus ojos, Thorfinn no estaba en la cama, acostado a su lado, no.

La blanca luz del baño de la habitación, el sonido del agua cayendo del grifo, le dieron a saber que ahí estaba Thorfinn.

Se levanto de la cama y se dirigió hacía el baño, con pasos lentos y suaves.

Entró y miró como Thorfinn se lavaba la cara, más bien, se estampada agua en la cara, se veía molesto y nervioso.

—Thorfinn, ¿que pasá?

El rubio, miró hacia atrás, su cabello desordenado mojado y caído, haciendo que el flequillo cubriera la mayor parte de su rostro.

Canute espero respuesta de Thorfinn, pero este no dijo nada, solo quedó cabizbajo, mirando el suelo.

—No es nada.—respondió.

—¿Nada?—replicó.—Mirame a los ojos.—espetó, como si fuese una orden.

Thorfinn, se mantuvo así.

—¡Mírame a los ojos, Thorfinn!

Hizo caso omiso.

Canute soltó un bufido y tomó el mentón de Thorfinn, para alzar su cabeza y mirar su rostro.

A pesar de que el cabello del rubio llegase hasta la mitad de su cara, el mayor pudo ver claramente como los ojos de Thorfinn estaban apuntó de dejar caer lágrimas a montones.

Suspiro. Paso su mano sobre su flequillo, apartando este poniéndolo hacia atrás. Los ojos castaños se encontraron con los azules.

—No es nada, Canute...

Él lo abrazo.

Canute abrazo a Thorfinn, sabia la razón de ello, y eso le entristecia.

El mayor abrazo a Thorfinn, quien contuvo sus lágrimas, por haber recordado lo sucedido aquella vez. Canute miró a Thorfinn, beso sus labios.

Depositando un suave beso en sus pequeños labios, el mayor junto su frente con la del menor y implantó otro beso, para volver de nuevo.

—Ven, es tarde, vamos a dormír—dijo.

Thorfinn, sumiso, volvió con Canute a la cama, para dormir una vez más.

Otra vez..

You Lose Control, Again. [Thornute] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora