21.

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Entro al almacén, estaba sudando a mares, desesperado y despavorido, la expresión en su rostro decía que había visto algo aterrador, jadeaba y su pecho se inflaba en cada segundo por la fuerza de sus jadeos.

Bjorn se acercó al desconocido.

—¿Que sucede?

El hombre, tomó una bocanada de aire y se intentó calmar.

—¡T-Thorkell, V-viene hacia aquí!—tiritio asustado.

Las pupilas de Bjorn se dilataron al oír eso, las personas que oyeron aquello comenzaron a comentar al respecto, la mayoría estaban asustados de lo dicho.

—¡Askeladd!—llamó Bjorn. El nombrado salió de la oficina.—¡Tengo una noticia para ti!—se acercó a él.

—¿Que sucede, Bjorn?

Bjorn, con su piel casi pálida, tomó los hombros de Askeladd, quien al ver la mirada del contrario se hacía una idea de la magnitud del problema.

—Se trata sobre Thorkell, se dirige hacia acá.

Askeladd se llevó una sorpresa grande al oír eso, suspiro, bajo su mirada por un instante para luego darse la media vuelta.

—Bjorn, dile a los demás que se preparen para partir.—ordenó.

—Esta bien.

Fue a cumplir la orden de su jefe. El rubio, aún con su semblante serio, pensaba en alguna manera de poder salir de esta situación, en la que sabía que se tornaría peligrosa por Thorkell, quien fue alguien inesperado en la movida de estos.

¿Como diablos supo que estábamos aquí?—pensó.

Canute estaba acostado en el suelo, durmiendo, Asser aún hacia de guardia y miraba de vez en cuando al rubio.

Atir entró de golpe, Asser se sobresalto y apuntó su arma hacia él, casi jalando del gatillo.

—¡Ah, tranquilo, no dispares, soy Atir!—exclamó.

Asser suspiro.

—Ya lo sé, no te asustes.—dijo.

—No, si hay porque estar asustados.

—¿Qué?, ¿a qué te refieres?

—Thorkell viene hacia aquí.—respondió.—¡Así que, toma al príncipe, y ven, vámonos que los demás también están alistandose para irse!

—C-claro.

Después de que Atir saliera, Asser fue a despertar a Canute, quien estaba profundamente dormido en ese frío suelo.

—Canute, despierta.—decia, repetidas veces.

El menor poco a poco abrió sus ojos, miró a Asser, quien se estremeció al hacer contacto visual con el rubio.

—Vamos, tenemos que irnos.

—¿A d-donde?

—Lejos de aquí.

Canute estaba confundido, Asser lo ayudó a caminar.

La risa sonora de Thorkell se escucho a kilómetros, el gran hombre, ya teniendo la mira en el almacén, sonreía arrogante.

—Ya estamos aquí.





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Volví.

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⏰ Última actualización: Nov 07, 2019 ⏰

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