You Lose Control, Again. [Thornute]

9.

Thorfinn despertó.

Miró a su alrededor, y de inmediato reconoció esa habitación.

Era la suya.

Todo estaba igual, la cama, el piso, la estantería con juguetes de guerra, las paredes con pósters de bandas y películas relacionadas con romanos y vikingos. Todo está ahí.

Thorfinn sintió cierta nostalgia, no recuerda cómo llegó ahí, de hecho, sólo recuerda haber peleado con Thorkell.

La puerta se abrió.

La persona que entró, fue alguien que él nunca creyó volver a ver, hacía tiempo que no se veían, tal así que parecía la primera vez que lo hacían.

Era Helga.

—Madre.—pronunció.

—Thorfinn.—ella entró, se acercó al menor y se sento en la cama. Extendió su mano para posarla en su frente.—Que bueno que estas bien.—sus ojos se cristalizaron y ella abrazo al menor.

Thorfinn estaba confuso, ¿acaso ella sabía de su pelea con Thorkell?, si reaccionó de esa manera, Thorfinn dedujo que si era así.

Helga apretó el cuerpo de su hijo entre sus brazos, como si no quisera soltarlo, no quería dejarlo ir, jamás.

—Madre...

Thorfinn correspondió lentamente al abrazo de ella.

Ylva y Leif estaban afuera, observando la escena escondidos tras la puerta.

—Dejemoslos solos.—susurro Ylva.—Hacia tiempo que madre no ve a mi hermano, y el saber que él se ha estado metiendo en problemas, ha sido algo fuerte para ella.

Leif asintió.

—Entiendo, después de todo lo que ha pasado.

—Si, es mejor dejar que ella tenga un tiempo a solas con él.—dijo. Ella se encaminó a la cocina.—Bueno, iré a hacer la cena.—ella pasó por la sala de estar, tomó el teléfono y marcó un número mientras se dirigía a la cocina.

—¿A quién llamas?

—A Canute, el novio de mi hermano.

—¡¿Qué?!—espetó sorprendido.—¡¿N-novio?!, ¡¿hablas enserio?!

Ylva miro a Leif seriamente.

—Si, totalmente.

El anciano estaba sorprendido, no sabía que Thorfinn tenía pareja, ¡mucho menos que fuese un hombre!

—¡Entonces ese es el tal Canute!—pensó sorprendido.

Canute quién leía un libro, sentado en el sofá de la sala de estar, escucho el teléfono. Se paro de inmediato y lo tomo, al ver el numero contesto.

—¿Hola?

—Canute, hola, soy Ylva, ¿podrías venir aquí?

—¿Que sucede?—cuestionó, preocupado por el tono de Ylva.

—Thorfinn esta aquí, tuvo una pelea, de nuevo.—contestó.

—¿Esta bien?

—Si, más o menos, lo llevamos al hospital pero está sano y salvo, así que no es nada.—dijo.—Lamento por no haberte llamado antes.

—No, esta bien.—dijo, suspiro.—Voy para haya.

Canute colgó.

Canute se puso un abrigo con pelaje en la capucha. Salió de casa y se dirigió al auto, entró y lo encendió, condujo a la velocidad que pudo hacia la casa de Helga.

En las calles del pueblo, los dos chicos que habían visto la pelea de Thorfinn y Thorkell, estaban aún hablando exaltados de ella, y no sólo eso, se burlaban de cómo Thorkell había usado como un muñeco de trapo a Thorfinn.

—¡Y cuando lo tomó y lo estrallo contra el suelo, Thorfinn parecía un muñequito!

—¡Si!—exclamó.—¡Él que se cree tan rudo, mira lo que le han hecho a ese imbecil!

Rió a carcajadas el contrario.

—¡Espera que se lo contemos a-!

Este fue interrumpido porque chocó con alguien.

—¡Fijate por donde vas...!—mientras alzaba su vista para ver quién era, su tono de voz bajaba.—... Viejo.

La persona con la que chocó había sido Askelad, este con una sonrisa les miraba, confiado, bueno, solo eran unos niños a comparación de él.

Askelad se acercó a ambos y rodeo sus brazos sobre ellos.

—No pude evitar interesarme en su conversación, díganme, ¿que saben de ese tal Thorfinn?—cuestionó.

—B-bueno, n-nosotros...

Apenas podían expresar palabra alguna, ya que la atmósfera tan pesada, más el aura que poseían los hombres de Askelad, les hacían temblar y se les dificultan articular palabra alguna.

—¿Entonces?, ¿qué pasa?, ¿les comió la lengua el ratón?

Askelad sonrió.

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Esta imagen me gustó de cierta forma: