10.

774 103 35
                                    

Canute al llegar a aquella casa lo primero que hizo fue preguntar por el estado de Thorfinn, y sin dar tiempo a los saludos, entró a la sala de estar donde Thorfinn ya hacía sentado en un sofa y con su madre cambiando las vendas de su brazo.

—Sup.—saludo, relajado el rubio.

Canute, con el ceño fruncido y apretando sus dientes para no soltar algún grave insulto delante de la familia del más bajo, apretó sus puños también para contener la cierta histeria que sentía en ese momento.

Thorfinn al ver la reacción de Canute, alzó una ceja.

—Ey, ¿que te pasa?—dijo confuso.

Canute suspiro.

Antes de que Thorfinn pudiera decir otra palabra, Canute lo abrazo.

Helga miraba con dulzura la escena; Ylva tan solo suspiro y dijo:

—Novios.—encogiendose de hombros.

Leif no tenía palabras, aún no se creía que Thorfinn tuviera novio.

Pero lo que hizo que ha Leif se le cayera la quijada, fue cuando Canute planto un beso en los labios de Thorfinn.

Nuevamente Canute le abrazo.

—No vuelvas a asustarme así.

Thorfinn suspiro.

—No te prometo nada, pero lo intentaré.

Canute apretó a Thorfinn con sus brazos, Thorfinn se quejo por lo alto.

—¡Agh, maldición, está bien, no lo volveré hacer!

—¡Thorfinn!—reclamó Helga por el insulto de su hijo.—cero groserías en la casa, jovencito.

—Ugh, esta bien, mamá.—bufo.

Canite soltó una risilla, Ylva se rió y burló de Thorfinn.

Leif, miraba a esta familia, está agradable familia, y él sonrió al ver lo unida que estaba.

Me alegra que aún sigan así de unidos.—pensó el viejo, cruzandose de brazos.

Después de un par de horas de conversación, ya la noche se cernía sobre el cielo, y con ella una tormenta de nieve, cuya le impediría a Leif irse a su hogar.

—Oh, supongo que me tendré que quedar un poco más.—comentó el anciano.

—Si.—dijo Ylva mientras pasaba.

—¡Que bueno!, así te podré hacer compañía, ¿no, Ylva?—bromeó el mayor.

—No provoques que te haga irte aún con esa tormenta.—dijo apática, sin tomarse con carisma lo dicho.

—¡Tranquila, tranquila!—espetó, poniendo sus manos en son de paz.—Eso me hace querer preguntar: ¿porque no tienes un novio, Ylva?, eres una bonita joven, podrías ser una gran esposa.

Ylva suspiro pesadamente.

—¿En qué me ayudaría eso?—dijo.—Además, si todos los hombres son como tú, prefiero no enamorarme.—bromeó.

—Ugh, que carácter.—musito.—¿Que hay de Ari?, ¡el muchacho se nota que esta loco por ti!

—No hables de eso, él ya se había confesado a mi.

—¡¿E-enserio?!—ella asintió.—N-no lo sabía, ¿qué pasó entonces?

—...—ella entrecejo sus ojos.—... Fue antes de que papá muriera, creo que un día antes.

You Lose Control, Again. [Thornute] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora