4.

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—¡Thorfinn!

Llamó el viejo Leif al pequeño rubio, quien se acercaba desde la distancia, con sus manos metidas en los bolsillos y con esa mirada desinteresada.

Thorfinn sólo sacó una de sus manos y le saludó.

—Ey.

El viejo Leif dejó de hacer lo que estaba haciendo, fue corriendo hacia él, a pesar de que su edad se lo dificultó, se notaba en la manera en que corría, tan lento.

Hacia mucho tiempo que Thorfinn no visitaba a Leif, desde que era un niño de hecho. El anciano cuando ha tenido la oportunidad, preguntaba por Thorfinn, le preguntaba a su madre, hermana, o hasta alumnos viejos y amigos con los que él solía juntarse.

Pero Thorfinn no se comunica mucho con su madre, pero aún así ella responde lo mismo:

“—Él está bien.—”.

Su hermana, en cambio, dice algo así:

“—¡Ese tonto se fue de casa y ni despedirse pudo!, ¡ahora mira todo lo que tengo que hacer yo sola!—”.

Y así sucesivamente.

Leif abrazo a Thorfinn, quien no mostró ninguna expresión solo se mantuvo indiferente.

—¡Thorfinn!—exclamó, alegre de volver a ver su cara por estos lares. Dejó de abrazarle y le miró.—¡Como has crecido!, ¡han pasado años desde que no te veo!

¿Se está metiendo con mi estatura?—pensó, alzando una ceja.—Si, ha pasado mucho tiempo, viejo Leif.—devolvió.—Tú, te ves... Como el viejo Leif, pero más viejo.

Leif rió a carcajadas.

—¡Si, ahora me dirán así con gusto!, ¡ahora si que me pega el nombre!—exclamó. Rodeo su brazo sobre Thorfinn.—Ven, acompañame, vamos al muelle a sentarnos y tomar algo, estoy casi en mi descanso.

—... Claro.

Ambos fueron al muelle para sentarse, Leif, con su termo lleno de jugo, le deposito un poco a Thorfinn en la tapa del pote, se lo entrego a Thorfinn y este agradeció, Leif solo le sonrió.

Leif tomó su cantina de merendar, sacando un sandwich, le ofreció un poco a Thorfinn, pero este se negó.

—¿Como va todo?, tu madre dice que estas bien, pero quisiera oírlo de ti; y tu hermana, bueno, ¡ya sabes como es ella de encantadora!

Thorfinn miro a Leif.

—Si, todo está bien.—respondió.—¿Y que tal tú?—preguntó cortés.

—Bueno, ¡no tan vuelto a aparecer serpientes de mar!—respondió burlon, haciendo un guiño al pasado, cuando le contaba historias.—Y las aventuras, ya no son tan “grandiosas”, pero aunque sea tenemos mucha pesca.

—Entiendo.—dijo.—Lamento no haber venido antes, he estado ocupado.

Thorfinn recordó a Canute por un instante.

—... Lo entiendo. Después de lo que pasó con Thors.—mencionó, cambiando así la atmósfera un poco.—... Lamento mucho lo de Thors. ¡Si ojala noso-!

—Leif,—interrumpió Thorfinn, con un tono severo y apretando la tapa para ocultar su ira.—el jugo está bueno.—dijo, aún más calmado, dando a entender que no quería tocar el tema.

Leif, se mantuvo en silencio por unos segundos, dejó salir un suspiro, posó su cabeza sobre su mano.

El mayor, se mantuvo mirando el océano junto al rubio, los recuerdos de ese día empezaron a llegar a la mente del viejo, bajandole los ánimos, y haciéndolo sentir un poco culpable por mencionar aquello.

¿Como pude ser tan tonto?—pensó.

Thorfinn, habiendo dándose cuenta de la atmósfera tan nostálgica que se había mostrado, al observar cómo las gaviotas volaban sobre el mar, dejando verse sus reflejos sobre el azul de este inmenso, mientras el sonido suave de las olas daban un toque melancólico. El menor, recibió una llamada en ese momento.

—¿Hola?—al tomarla, la voz de Canute se escucho.— Ah, eres tú.

Después de unos cortos minutos de conversación, Thorfinn colgó y se acercó a Leif para entregarle la tapa.

—Toma, Leif.—se la dio.—Gracias.

—Siempre, Thorfinn.

—Me tengo que ir, me dijeron que vuelva.

—¿Quién?

—Canute, un día de estos lo conocerás.—Thorfinn dio media vuelta, se detuvo por un segundo y miró a Leif.—Leif—el anciano miró.—no es tu culpa.

Con esto último, Leif le sonrió a Thorfinn, y este se marchó.

El anciano observó con una sonrisa el océano, deseando que Thors, haya, desde el paraíso, este mirando como su hijo ha crecido.

Es culpa de él.



You Lose Control, Again. [Thornute] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora