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283 d.C, Dorne

Rhaegar miraba fijamente el paisaje, sus hijos corrían libremente por los jardines, las cosas habían estado tan mal el último año, su esposa estaba atrapada en el Desembarco del Rey, la guerra había comenzado y ahora solo estaba preocupado en mant...

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Rhaegar miraba fijamente el paisaje, sus hijos corrían libremente por los jardines, las cosas habían estado tan mal el último año, su esposa estaba atrapada en el Desembarco del Rey, la guerra había comenzado y ahora solo estaba preocupado en mantener a sus hijos a salvo de todo el daño que esto iba a ocasionar. Arthur le estaba ayudando, tenía un plan para sus hijos, pero debía pensar en cómo recuperar a su esposa también. Tenía tanta presión, su único lugar a salvo eran los brazos de Lihanda, pero ella estaba tan lejos de su alcance y más de paso en peligro.

—Todo esta listo.— dijo Arthur interrumpiendo sus pensamientos.

—Perfecto, nadie debe saber el paradero de mis hijos, en especial Oberyn y Doran.

—No te preocupes, nadie lo sabrá.

—Robert Baratheon quiere que nos encontremos en el Tridente para pelear.

—Iré contigo.

—No, debes quedarte a cuidar a tu esposa. Lyanna en cualquier momento puede dar a luz, créeme es una experiencia inolvidable, no quisieras perderla, yo no estuve en el nacimiento de mis hijas, debes aprovechar. Ser padre conlleva muchas responsabilidades, pero tranquilo, ya verás que todo esto va mejorar, tú y Lyanna serán felices sin esconderse del mundo.

—Muchas gracias, lamento todo esto, es nuestra culpa y tú pagaste las consecuencias.

—Esto iba a pasar de todos modos, la guerra, la lucha por el trono. Solo que no esperaba que fuera de esta forma, pero nadie sabe lo que le depara el destino.

—Vas a recuperarla, ten la esperanza.

—Es lo que no pierdo. La voy a recuperar y estaremos de nuevo todos juntos.

Sus hijos se irían a un lugar seguro, al otro lado del mar, debía mantenerlos lo más lejos posible para que no les hagan daño, acaricio uno de los lazos de color dorado que aún conservaba el olor de su esposa.

—Estaremos juntos pronto, lo prometo.— dijo dándole un beso a la tela y colocándolo en su muñeca, dicho esto se marchó a despedir a sus pequeños hijos y a prepararse para la inminente batalla.

—¿Se puede saber a donde vas a llevar a mis sobrinos?— pregunto Oberyn.

—A un lugar a salvo.

—¿Y dónde es ese lugar?

—No te lo diré, pero es seguro.

—Me corresponde saber ya que soy su tío.

—Y yo soy su padre, les doy seguridad.

—Le prometi a Lihanda que los mantendría a salvo.

—De eso me encargo yo. Tengo asuntos que resolver así que debo irme.— dicho esto se marchó dejando al moreno solo y consternado, le había fallado a Lihanda.

𝐄𝐥 𝐞𝐜𝐥𝐢𝐩𝐬𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝐝𝐫𝐚𝐠𝐨́𝐧 𓄸 𝑟ℎ𝑎𝑒𝑔𝑎𝑟 𝑡𝑎𝑟𝑔𝑎𝑟𝑦𝑒𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora