IX

1.8K 128 2
                                    

281 d.C, Rocadragón

C, Rocadragón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



















Lihanda se encontraba leyendo en la biblioteca, tenía ojeras y estaba más delgada, habían pasado días desde que se separó de Rhaegar, rezaba todas las noches por él, para que regrese y no le haya sucedido nada, las cosas estaban tensas en el reino, sabía que se aproximaba un estallido que no tendría marcha atrás, pero ella quería estar lista antes de los sucesos, debía asegurar a sus hijos lo antes posible y salvar a su esposo, su cabeza se despejaba cuando sus hijos corrían hasta ella, le abrazaban y reían, los veía jugar en el patio, le llenaba el corazón saber que eran los nuevos dragones, el futuro de la dinastía maldita, su hijo sería un gran rey, como lo sería su padre, sus hijas unas grandes señoras, ellos eran el futuro.

—Debes descansar un poco.— la voz de Oberyn la hizo sobresaltar, miro al moreno que se encontraba de pie apoyado en el marco de la puerta, mirándola.

—No tengo sueño.— era una gran verdad, no había logrado conciliar el sueño ya que las pesadillas la atacaban de nuevo.

—Debemos ponernos a salvo antes que estalle la guerra en el reino, aquí no es seguro. El rey puede utilizar sus mañas para tenerte de rehén a ti y a tus hijos o peor aún, Robert te puede encontrar.

—Tengo que esperar a Rhaegar, no puedo irme sin él.

—Hace varios días que lo esperas, a medida que pasa el tiempo tu vida se pone en riesgo en altas medidas. Al menos piensa en tus hijos.

—Ya pensé en ellos, los llevarás a Dorne.

—¿Qué harás tú?

—Esperar a Rhaegar, luego nos reuniremos todos allí.

—Lihanda, no pienso irme a ni una parte sin ti.

—Debes hacerlo, protege a mis hijos, son lo más importante, no deseo que nadie les haga daño, esta decidido.

—Ven conmigo, está seria una buena oportunidad para escapar de aquí, un nuevo comienzo, no vas a hundirte con el linaje desgraciado de los Targaryen.

—Mi deber es quedarme junto a Rhaegar, lo amo, amo a mis hijos y quiero que estén a salvo, arriesgaría todo por ellos, hasta mi propia vida, Oberyn.— la joven se puso de pie, se veía tan delicada, el moreno creía que en algún momento se iba a desvanecer.— Partirán al amanecer, el carruaje esta listo, me aseguré del equipaje de mis hijos, deben alejarse de aquí lo antes posible.

El moreno caminó hasta ella para rodear su cuerpo con sus brazos, quería gritar de rabia, su adorada platina de ojos de fuego, el amor de su vida, la mujer por la cual se arriesgaría y por la que moriría, debía  mantener a salvo a sus hijos y rezar porque no le pase nada.

—Espero verte en Dorne, pronto.— dijo Oberyn mientras acariciaba el suave cabello de la joven.

—No te preocupes, lo harás. Ahora ve a alistarte, yo me quedaré un rato más aquí.

𝐄𝐥 𝐞𝐜𝐥𝐢𝐩𝐬𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝐝𝐫𝐚𝐠𝐨́𝐧 𓄸 𝑟ℎ𝑎𝑒𝑔𝑎𝑟 𝑡𝑎𝑟𝑔𝑎𝑟𝑦𝑒𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora