Capítulo 7
Fred
Estoy seguro que Scott tiene que ver con el asunto de mi ropa desaparecida. Afortunadamente tenía un pantalón extra, pero solo eso. Camino a paso rápido por la calle, una que otra mujer me mira y me guiñan un ojo.
Antes de llegar a mi casa veo que está el grupo de Enrique, siempre me fastidian. Trato de pasar como si nada, pero entonces ellos me ven y me cierran el paso.
- Hola mariposita – dice Enrique.
- No me llamo así – respondo con la cabeza agachada.
- ¿Cómo te llamas entonces, mariposita? – me empuja.
- Fred – murmuro.
- No te escucho mariposita – me agarra del cuello y me arrastra hacia un callejón.
- Déjame ir, por favor – digo con voz seca.
- No lo creo, además ¿Por qué andas desnudo por la calle? – pregunta otro.
- Me hicieron una broma, supongo – me encojo de hombros.
- ¿Tu novio? – se ríen.
- ¡Cállense! – grito y recibo un golpe en la mejilla.
- Tú no eres nadie para gritarnos marica – dice Enrique al tiempo que me da una patada en el abdomen.
Los demás de unen y me comienzan a golpear a su gusto. Cabeza, abdomen, piernas, cara, todo. En un momento Enrique les pide a los demás que me quiten el pantalón, toma una fotografía y me siguen golpeando.
Entonces cuando empezaba a quedarme inconsciente y mi miedo crecía al pensar que me podían matar, lo vi; era Scott. Se abalanzó sobre cuantos pudo y yo solo podía verlo desde mi posición en el suelo.
Traté de buscar el pantalón, pero me dolía mover cada músculo de mi cuerpo. Poco a poco, mis ojos se iban cerrando y luchaba con las fuerzas que me quedaban para no hacerlo. Escuché como corrían aterrados todos.
- Fred – me sostuvo la cara con ambas manos - ¿Me escuchas?
- Sí – respondí débilmente.
- Iré por tu ropa, no me tardo nada – me deja aquí solo unos segundos y vuelve – dame tu mano.
Lo hago y me comienza a colocar la camisa, lo hace con mucho cuidado. Después me ayuda con el pantalón, pero se le dificulta puesto que, no le puedo colaborar mucho.
- Oye ¿me puedes ayudar? – le dice a alguien.
- Por supuesto – no sé quién es, pero nos ayuda.
- Fred, no te duermas, te llevaré al hospital – escucho temor en voz.
Con la otra persona me logran subir a un taxi, Scott lleva mi cabeza sobre sus muslos y nos dirigimos al hospital.
- Escúchame, no cierres tus ojos – susurra por el trayecto – tu tranquilo, yo le avisaré a tus padres luego.
- No – susurro.
- Pero necesitan saber – niego lentamente – está bien, ya llegamos.
- ¿Qué le sucedió? – pregunta alguien mientras me acomodan en una camilla.
- Trataron de asaltarlo en un callejón – responde Scott.
- Muy bien, lo atenderemos y usted se puede quedar en la sala de espera – dicen.
No sé qué sucede después, pero siento frío en mis manos, es como si algo tibio las hubiese tomado y ya no. Escucho voces a mi alrededor, siento pinchazos en diferentes lugares de mi cuerpo y de pronto todo se queda en silencio.
Unas manos pasan y acarician mi mano derecha, siento que de ellas desprende un calor familiar. Poco a poco abro mis ojos y veo unos verdes que conozco, los vuelvo a cerrar para enfocar bien.
- Hola – dice tímido.
- ¿Qué haces aquí? – pregunto y él se retira unos centímetros soltando mi mano.
- Debías tener a alguien a tu lado por cualquier eventualidad dijo la doctora. Así que, como me pediste que no llamara a tus padres me tuve que quedar – responde.
- Gracias Scott – murmuro.
- Ni lo digas – veo un asomo de sonrisa – me alegra que estés bien.
- ¿Qué te han dicho de mi estado? – espero a que responda.
- Tienes dos costillas rotas y unos cuantos moretones en el cuerpo – me ve directo a los ojos – mañana te darán de alta.
- No quiero que me vean así mis padres – susurro.
- ¿Qué hago entonces? – frunce el ceño.
- Déjame aquí – me encojo de hombros.
- Ni pensarlo – niega – creo que ya tengo la solución.
- ¿Cuál? – hago una mueca cuando siento dolor.
- Te vas a quedar en mi casa – abro los ojos como platos.
- Ni loco – niego.
- No está a discusión – voy a hablar, pero sigue – no voy a aceptar un no, Carson. Tú te vienes para mi casa y punto.
Antes de que pueda decirle que no, entra la doctora. Me pregunta muchas cosas, pero yo solo respondo lo que considero importante. Me revisa y me informa que mañana me dará de alta. Cuando termina nos deja solos de nuevo.
Pero ninguno habla, solo escucha el pitido de la máquina que muestra mi ritmo cardíaco. Scott se levanta de la silla y comienza a caminar por la habitación, yo lo sigo con la mirada. Se detiene y me ve, sus ojos se muestran amenazantes y un sentimiento que no sé descifrar.
Me recuerdan a los ojos de esa noche, sin poderlo controlar mi pulso se acelera. Scott entrecierra los ojos y avanza hacia mí. Me comienzan a sudar las manos y los recuerdos de esa noche se aglomeran en mi mente.
- ¿Qué pasa? – pregunta.
- No entiendo – trato de sonar tranquilo.
- ¿Estás nervioso? – sonríe socarrón.
- Por supuesto que no – mi corazón va como loco.
- ¿Ah no? – se apoya en la camilla con las manos y acerca su rostro al mío.
- Exacto – trago seco.
- Pues no es lo que dice eso – señala la máquina.
La maldita máquina que marca mi ritmo cardíaco está como loca pitando. Mierda.
- Piensa lo que quieras – volteo mi rostro hacia otro lado.
- Iré a preparar todo en la casa para recibirte mañana – dice al tiempo que se aleja – volveré luego.
Desaparece tras la puerta, dejo salir un largo suspiro y apoyo la cabeza en la almohada. Mi corazón se pone más loco al recordar sus manos, su boca... todo él.
Sé que no recuerda nada, pero yo sí.
Y debo admitir que esa noche, fue una de las mejores de mi vida.
*Nota:
- Gracias por leer...
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Eres diferente© (+18) [TERMINADA] Ganadora De Los #PGP2021 #wattys2023
Novela JuvenilÉl se encuentra entre las sombras de no saber quién es realmente, pero no se imagina que el que lo ayudará a salir de la oscuridad es quien menos se lo espera. Corazones rotos, risas, y mucho, mucho... ¿amor? eso es lo que éste pequeño ser confundi...