SINIESTRO

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—¿Por qué dices que soy uno de los más poderosos? —pregunté a Míster Mariscal mientras estábamos sentados frente a aquella fogata.
      —los Serjhoanitas adhieren su energía o utilizan como fuente algunos metales, de ahí se alimentan, cada quién tiene su propia fuente, unos a metal, otros a tierra, agua, fuego, aire, yo no soy un serjhoanita pero mi fuente más cercana es el oro
      —¿Y la mía? — pregunté con emoción.
      —si no me equivoco, eres un serjhoanita completo, puedes manipular cualquier cosa que cargue energía, con práctica obviamente, y en un futuro, hasta el Sol y la Luna te cederán la máxima energía vital que ocupes, por ello es que eres una amenaza para Zettor y para muchos, aprendiendo todo esto, aprendiendo a controlar toda esta energía serás muy poderoso
      —suena demasiado increíble, como si estuviera en un sueño, creo que es demasiado para mi —contesté admirado.
      —¿Quieres practicar?
      Él se puso de pie y tomó algo de fuego en sus manos, yo me emocioné y también me puse de pie frente a él del otro lado del fuego, el Calos frío era intenso pero con lo cálido de la adrenalina lograba ser cobijado.
      —de acuerdo —contesté con ansias.
      Él manipulaba el fuego entre sus manos y luego como magia devolvió el fuego a la fogata.
      —tú turno.
      Entonces yo traté de recoger algo de fuego pero sentía mi mano arder a un centímetro de mi antes de tocar el fuego, me encontré lleno de miedos y dije
      —no puedo.
      Y él contestó molestó
      —esa es una palabra que no me gusta, el no puedo para mí no existe, ¿Quieres ver cómo la anatomía de tu cuerpo obliga a tu mente? Sólo debes creer —me dijo con ánimos.
      Entonces tomó mi mano con fuerza y la metió al fuego.
      —¡No, no, no! —dije asustado.
      Yo hice fuerza para soltarme de él pues me asusté demaciado al ver lo que hacía y al sentir la llama ardiente en mi mano me llene de fuerza para soltarme del señor Mariscal pero él era mucho más fuerte que yo, su mano era como de oro puro, fuerte y resistente y la mía como de una antorcha, como de un tronco que no se quema, era yo controlando el fuego con tanta fuerza y emoción para no quemarme.
      —¿Lo ves? —preguntó el señor Mariscal emocionado y burlesco.
      Entonces yo saqué mi mano increíblemente con fuego en ella, pero no me quemaba, ardía en mi pero sin afectarme, era la primera vez que cargaba energía visible en mi mano, de alguna forma la torné azul poco a poco observando fijamente y la devolví a la fogata.
      —¡Woo! —resaltaban mis emociones.
      El señor Mariscal sonreía de emoción junto conmigo, entonces aún con miedo, intenté tomar más fuego, y observaba que al acercar mi mano, el fuego era como un imán y lo podía tomar sin ningún problema, entonces comencé a reír y fuego que tomaba, lo expulsaba lanzando hacía otras partes sin provocar daño alguno.
      —pero debes aprender a depender de tu energía, no de la que te rodea —recalcó el señor Mariscal —.con el tiempo aprenderás muchas cosas más que debes controlar, como... levitar.
      —es totalmente extraordinario —contesté con emoción.
      —pero no sólo debes aprender estás cosas...
      A mí me dió curiosidad y pregunté con admiración
      —¿Y cuáles otras son?
      —debes aprender a conquistar a una chica —dijo burlesco y continuó después —.las chicas me seguían mucho, muchas estuvieron detrás de mi porque el secreto es no darles mucho de ti, así conquisté a una mujer porque a pesar de las demás yo sólo la quería a ella, así debes de ser tú, ser un caballero y tener corazón para sólo una, es lo que hace un hombre de verdad y es lo que se hace cuando de verdad estás enamorado, al igual que tú me enamoré tan fuerte de una mujer que tampoco me quería, al inicio fue muy mala conmigo, me trataba horrible pero después la convencí
      —¿Cómo lo hiciste?
      Él sonrió y prosiguió
      —como te decía, debes darle muy poco de ti, pero cuando te vea, debes darle los mejores momentos, que cuando no estés se desespere por estar contigo, entonces así será ella la que quiera estar contigo y la tendrás ganada —decía el señor Mariscal con ego de si mismo. Pero hubo algo que a mí me dejó inquietante.
      —¿Y ella dónde está?
      Entonces su rostro alegré se deprimió y dijo
      — la perdí en guerras, pero ella no era la mujer de mi vida, la mujer de mi vida llegó después y ella fue la que me conquistó a mi, desafortunadamente también la perdí en mi cambio de dimensión... — entonces él se quedó pensante y prosiguió — .después de esto, iré a buscarla. Y yo me apresuré
      —yo quiero ir contigo, si te vas, yo te sigo...
      Pero él no dijo que si, pero tampoco que no, simplemente lo pensó sin contestar.

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